viernes, 11 de octubre de 2024

Portada de "Martha Argerich". Una biografía de Olivier Bellamy que saldrá en noviembre

 

Esta será la portada de Martha Argerich. Una biografía, de Olivier Bellamy. El libro sale en noviembre y es un gran relato sobre la vida de Argerich desde su nacimiento. Sale en noviembre. No se lo pierdan.

Blatt & Ríos - @BlattyRios

martes, 9 de abril de 2024

Comprometido reclamo de Martha Argerich al Gobierno de Milei por la cancelación de becas para las orquestas de barrios populares

La reconocida pianista argentina, una de las mejores del mundo, lamentó la interrupción del programa que lleva su nombre, el despido de docentes y el desfinanciamiento de otros sectores de la cultura. “Yo misma he recibido el apoyo del Estado cuando era jovencita, y eso fue fundamental para mi formación y posterior carrera artística”, puntualizó.

La reconocida pianista argentina Martha Argerich, una de las mejores del mundo, reclamó y lamentó este lunes la cancelación de las becas que llevan su nombre, las cuales conformaban un programa destinado a formar integrantes para las orquestas infantiles y juveniles de barrios populares. La decisión del Gobierno de Javier Milei también implico nuevos despidos en el sector.

En una carta abierta enviada a algunos medios, Argerich destacó que las becas para las orquestas debieron empezar en febrero, por lo cual 40 beneficiados se quedaron sin poder estudiar y los profesores resultaron despedidos.

«El trabajo que han realizado es muy importante, y una cantidad de docentes los están formando con indudable seriedad, dedicación y mucho amor. De esta manera están privando a los jóvenes la oportunidad de tener un brillante futuro musical», destacó Argerich.

«Yo misma he recibido el apoyo del Estado Argentino cuando era jovencita, y eso fue fundamental para mi formación y posterior carrera artística. Lamento profundamente que ahora muchos queden sin esa posibilidad», explicó la pianista radicada en Suiza.

«Sé que también están quitando el apoyo a numerosos espacios de la cultura. Si no se apoya a la cultura, el futuro de los niños y jóvenes, y de todo el pueblo, corre peligro», agregó. Sobre el final del texto, Argerich aseguró que confía en que «las autoridades vuelvan a pensar en continuar de alguna forma con estos programas».


jueves, 11 de agosto de 2022

Martha Argerich en el Teatro Colón, del 12 al 20 de agosto de 2022

Martha Argerich en el Teatro Colón, uno de los eventos culturales más esperados del año. Del 12 al 20 de agosto habrá diversos conciertos, con la participación de invitados especiales. Del viernes 12 al sábado 20 de agosto la maestra Martha Argerich será el epicentro de un ciclo de conciertos que evocará el espíritu de sus legendarios festivales en el Teatro Colón. Los mismos contarán con invitados especiales entre los que se encuentran el prestigioso director de orquesta Charles Dutoit, la actriz Annie Dutoit-Argerich, hija de ambos, y los pianistas Sergei Babayan y Dong Hyek Lime, entre muchísimos otros.

La velada inaugural será el viernes 12 de agosto a las 20 horas. La inigualable pianista estará acompañada por Charles Dutoit, quien al frente de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires interpretará un repertorio conformado por obras de Ravel y Berlioz.

Martha Argerich será el epicentro de un ciclo de conciertos que evocará el espíritu de sus legendarios festivales en el Teatro Colón.

El sábado 13 de agosto a las 20 horas y el domingo 14 de agosto a las 17 horas se llevará a cabo un programa que tendrá en su primera parte a Martha Argerich tocando la Partita N°2 en do menor, BWV 826 de Bach. Luego, en una segunda parte, será el turno de La Historia de un Soldado de Stravinsky, en una versión que tendrá la dirección musical de Charles Dutoit, dirección escénica y dramaturgia de Rubén Szuchmacher y las actuaciones especiales de Annie Dutoit, Joaquín Furriel, Peter Lanzani y Cumelén Sanz.

El domingo 14 de agosto a las 20:30 horas el pianista armenio-estadounidense Sergei Babayan brindará un recital conformado por piezas de Bach, Busoni, Zlabys, Schubert, Liszt, Rachmaninov y Schumann.

Asimismo, el martes 16 de agosto a las 20 horas, Martha Argerich y Sergei Babayan ofrecerán una presentación a dos pianos encabezada por obras de Prokofiev y Mozart.

Dong Hyek Lim, el pianista surcoreano, será el protagonista de la velada programada para el miércoles 17 de agosto a las 20 horas en donde predominarán obras de Franz Schubert.

En tanto que Enrique Arturo Diemecke dirigirá a la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires el jueves 18 de agosto también a las 20 horas, con la presencia nuevamente de Dong Hyek Lim, esta vez, en carácter de solista. El programa musical tendrá el Concierto N°1 en si bemol menor, Op. 23 de Tchaikovski y la Sinfonía N°8 sol mayor, op. 88 de Dvorak.

El gran cierre de este ciclo de conciertos será el sábado 20 de agosto a las 20 horas. Allí, participarán la Orquesta Estable del Teatro Colón bajo la dirección de Luis Gorelik junto a Martha Argerich y Dong Hyek Lim como solistas y Annie Dutoit como narradora.

Las entradas pueden adquirirse de manera online a través de www.teatrocolon.org.ar

También de manera presencial en la boletería del Teatro Colón (Tucumán 1171) de lunes a sábados de 9 a 20 horas y domingos de 9 a 17 horas, y en el local de Tu Entrada que funciona en la calle Viamonte 560 (Local 5) de lunes a viernes de 9 a 16 horas.

Buenos Aires Ciudad

Teatro Colón: todos los conciertos que dará Martha Argerich en agosto en el Teatro Colón de Buenos Aires

 

Participarán del ciclo, que se realizará entre el 12 y el 20 del próximo mes, el director Charles Dutoit y la hija de ambos, Annie Dutoit Argerich; los pianistas Sergei Babayan y Dong Hyek Lime y también actores locales como Joaquín Furriel, Peter Lanzani y Cumelén Sanz.
La pianista Martha Argerich vuelve al teatro Teatro Colón con un ciclo a su medida, que tiene diversas aristas y que conviene ver en detalle. Entre el 12 y el 20 de agosto habrá en la sala principal del teatro recitales de piano, dúos, obras para solista y orquesta y hasta música escénica. Algunos de los protagonistas de este pequeño festival serán su viejo compañero de vida, el famoso director Charles Dutoit ,y su hija Annie Dutoit Argerich, la protagonista de ¿Quién es Clara Wieck?, que se presentó con gran éxito en el San Martín. También participarán los pianistas Sergei Babayan y Dong Hyek Lime, el director teatral Rubén Szuchmacher y actores como Joaquín Furriel, Peter Lanzani Cumelén Sanz.

Diario La Nación

miércoles, 16 de febrero de 2022

¿Quién es Annie Dutoit-Argerich?

¿Quién es Annie Dutoit-Argerich? “Soy la hija de dos monstruos” La actriz hará de Clara Wieck, la gran pianista del siglo XIX y mujer de Robert Schumann, un papel que le permitió entender a sus padres: Martha Argerich y Charles Dutoit


Existe una manera de titular obras que une cierto nombre propio a una interrogación; tenemos así, por ejemplo y para no abundar, Who’s Afraid of Virginia Woolf? o Aimez-vous Brahms?. Pero la pregunta ¿Quién es Clara Wieck? es de otra especie y encierra una sencillez engañosa. Podría responderse, sin más: Clara Wieck fue la mayor pianista del siglo XIX, una de las mayores de la historia, y la mujer del compositor Robert Schumann. Esa respuesta, aquí está el problema, multiplica las preguntas. La obra de Betty Gambartes ¿Quién es Clara Wieck?, que se estrena hoy en el Teatro San Martín, añade además un nuevo punto de fuga: la actriz del unipersonal es Annie Dutoit-Argerich. En un pase de testigo, uno podría preguntarse también: ¿Quién es Annie-Dutoit Argerich? La respuesta engaña con idéntica sencillez: es licenciada en literatura, es periodista, es actriz y es la hija de Martha Argerich, que se disputa con Clara Wieck, el superlativo de mayor pianista de la historia, y de Charles Dutoit, uno de los directores de orquesta más refinados del último medio siglo. Pasa lo mismo que antes: nada de esto agota al personaje ni a quien lo encarna.

El encuentro entre el personaje y la persona fue impremeditado. Annie Dutoit resume así la historia: “Cuando empezó a escribir la obra, Betty Gambartes estaba buscando a una Clara. Empezó a escribir la obra con la idea de hacerla con Eduardo Delgado. Ahí aparezco yo, que estaba en Buenos Aires. Eduardo me dice: ‘Annie, ¿por qué no venís a leer un poco el libreto?’ Y bueno, le gustó lo que hice, le gustó mi look. Fue realmente un proceso de colaboración, porque el guion estaba pero cambiaron muchas cosas. Yo agregué cosas, por ejemplo, el idioma alemán en algunas partes. No hay que olvidarse de que es un unipersonal. Betty me dice: para mí, vos sos Clara. Al margen de eso, yo creo que este papel llegó en este momento para que yo enfrentara cuestiones, muy personales, cuestiones de mi vida. Es un papel a mi medida. Y soy la hija de Martha Argerich. Entonces uno piensa: ¿qué pasa? ¿cómo es esto? Y lo hago además en la ciudad en la que nació mi madre. Es muy raro. De hecho, mi padre, que está muy entusiasmado, me decía los otros días: ‘¿Sabés Annie que Ernest Ansermet creó y dirigió orquestas en Buenos Aires?’”

Todo esto empezó antes de 2020. La pandemia y sus cuarentenas dejaron después en suspenso el mundo y con el mundo la obra. Pero ese tiempo fue de maduración. “Estábamos a un mes de estreno”, cuenta Dutoit. “Yo creo que le vino bien a la obra. Nos permitió transformarla, que fuera más profunda”

Dutoit confía además en que la obra consiga abrir la música clásica a un público no necesariamente devoto de ese repertorio. “Estamos en un teatro teatro”, insiste para subrayar que no es una sala de música. “Por ser una obra así, tiene todos los hits de Schumann, de Brahms y algo también de Clara. Este personaje es muy complejo, tiene muchas facetas, algunas insoportables también”.

-¿Se había hecho usted esa pregunta, tan directa y de respuesta imposible: ¿Quién es Clara Wieck?

-La verdad es que antes de conocerla más yo también veía a Clara como la esposa de Schumann. Una pianista famosa, obviamente, la correspondencia, la relación con Brahms, pero todo un poco superficialmente. Después descubrí un personaje muy complejo. Siendo mujer, tuvo una vida excepcional para su época. No nos olvidemos que era una pianista tan virtuosa y tan famosa como Liszt. Su padre la educó con las ideas de Rousseau, y creo que Clara empezó a sentir el problema de “ser mujer” cuando se casó con Schumann. Desde ya, ella se dio cuenta del genio de su marido y lo protegió, pero también sufrió bastante, sobre todo en la creación. En cierto modo, abandonó la composición por él.

"Yo me sentí muy cerca de ella por mi historia, y por el hecho de que soy la hija de una pianista que también era una niña prodigio. Gracias al personaje, pude entender muchas cosas de mi madre".

-De todos modos, aparte de lo que Clara dejó con su firma, están probablemente las ideas musicales que instiló en las piezas de Robert Schumann. Uno tiende a creer que el Concierto en la menor tiene partes de una auténtica colaboración entre ellos.

-Ella además improvisaba mucho, como casi todos en esa época, porque no eran solamente intérpretes. Así que seguro que tuvo mucho que ver con ese concierto. Pero después Clara se perdió un poco en las sombras, y además de manera polémica, por la internación de Schumann en el hospital de Endenich y el hecho de que ella no fuera a visitarlo porque se quedó con Brahms, que como madre no estuviera con sus hijos, en fin, esas cosas. Fue excepcional en su condición de artista, pero con problemas muy comunes y muy contemporáneos. Diría que fue una mujer contemporánea. Además, yo me sentí muy cerca de ella por mi historia, y por el hecho de que soy la hija de una pianista que también era una niña prodigio. Gracias al personaje, pude entender muchas cosas de mi madre. Pude identificarme mucho.

-Lo notable es que Martha Argerich es una de las mayores pianistas de la historia, para algunos incluso la más grande desde Clara Wieck, una afirmación que, sin grabaciones, resulta un poco conjetural. Pero es también una de las mayores ejecutantes de la música para piano de Schumann.

-Es curioso. En verdad, es algo muy raro. Soy la hija de dos monstruos. Y Clara, a su manera, también estaba entre dos monstruos: Schumann y Brahms. Obviamente, la música de Schumann es parte de mí desde recién nacida. Pero no la de Brahms. Mi madre me explicó que a su profesor, Vicente Scaramuzza, no le gustaba Brahms. Los amantes de Schumann tienen a veces problemas con Brahms. Entonces ella tampoco tocaba Brahms. Para mí es interesante abordar esta obra con ciertos datos autobiográficos y de mi madre, pero también con otro mundo que no tiene nada que ver con ella. En ese sentido, Clara, además de ser otra persona, es una mezcla de mis dos padres. Tiene la parte de la niña prodigio, de la pianista que no tuvo la posibilidad de elegir su vida; es como mi madre: todo lo vinculado con ser mujer, con tener hijos y ser a la vez una artista internacional. Pero, por otro lado, la relación que ella tiene con el piano no tiene nada ver con la relación que mi madre tiene con el piano. A Clara le encantaba tocar en público, le encantaban los conciertos. A mi madre, no; no le encanta ser pianista. Clara tuvo ochos hijos, enfermos, algunos se murieron; y ella prefería ir a dar un concierto que ver a sus hijos enfermos. Esa cosa muy luterana, del deber, me viene más por el lado paterno. Yo crecí en Suiza y tengo toda esa marca protestante: el deber está antes de todo lo demás. Un sacrificio personal. Por supuesto, no sabemos exactamente quién fue Clara Wieck. Tenemos datos, ideas, pero hay que llenar al personaje. Lo que estoy tratando de hacer es darle una vida. Es una bioficción. Hay cosas que no sabemos.

-Entre esas cosas que no sabemos hay que considerar su relación con Brahms. Los documentos que conocemos llegan a un límite más allá del cual no quedan más que especulaciones. Lo que no sabemos es si la relación entre Clara y Brahms llegó a consumarse o no. ¿Tiene usted alguna presunción?

-Yo creo que no es tan importante saber si hubo una relación sexual. Había ya entre ellos una entrega tan grande, una amistad tan fuerte, y obviamente una atracción sexual. Brahms eran tan hermoso, que ella se enamoró; ¡incluso Schumann se enamoró de él! Por supuesto que para la moralidad de la época tener sexo o no tenerlo era una diferencia enorme. Para mi personaje, yo digo que sí, que hubo una relación sexual, quizás también porque tengo la sensibilidad de una mujer del siglo XXI. La manera de entender la relación con Brahms pasa para mí por esta intuición. De todos modos, cuando uno lo piensa bien, ni siquiera sabe si era necesario: me parece que hicieron todo en la imaginación. Y eso al final es lo más importante: ya está. Brahms es una presencia masculina hermosa. Esa es otra de las cosas que me gusta de esta obra: la posibilidad de hablar de la relación entre hombres y mujeres, en esta época la que se habla todo el tiempo de feminismo. La relación entre Clara y Brahms es una relación de hombre y mujer de complementariedad, de compañerismo, una relación muy hermosa. Yo la siento como ideal.

-Con todo, deja la impresión de una vida sufrida.

-Claro, sufrida, sí. Encontraba la felicidad en la música. Era su lugar para escaparse de una vida bastante trágica, una vida de pérdida, de muerte, de conflictos. Pero fue una mujer muy fuerte, fuera de lo común. Hacía giras en Europa y en Rusia estando embarazada. Estaba también Liszt, pero Clara no hacía el mismo show de Liszt, que era el rockstar de la época. Clara era una rockstar pero mucho más sobria. A ella le importaba más la música que el espectáculo.

-¿Y cómo es en su caso la tensión entre la vida más académica y la del espectáculo, la actuación?

-Esas vidas no están separadas, para nada. En esta obra soy actriz, es lo que me toca y es un papel que tiene que ver con muchas cosas mías. Pero me siento como un puente entre un momento del pasado y el presente. Estoy transmitiendo algo, y como periodista y académica se hace también eso mismo. Este papel tiene un interés particular no solamente por las conexiones autobiográficas sino porque me permite releer muchas cosas de una época que me interesa. Esos mundos se contaminan. Y es una riqueza.

-¿Vieron sus padres la obra, la conocen?

-¡Sí, claro! No vieron la obra, pero hablo con ellos de la vida de Clara. Con mi madre mucho, obviamente, porque ella es una fuente de inspiración para el personaje y también por su relación con la música de Schumann. Con mi padre hablo más del aspecto performático. La verdad es que no saben muy bien lo que estoy haciendo. Mi madre quiere venir de incógnito a verme.

Por Pablo Gianera - Diario La Nación

martes, 25 de mayo de 2021

Martha Argerich lo cuenta todo... de sus 80 años

 El 5 de junio Martha Argerich, icono de la música clásica, cumplirá 80 años…73 de ellos al piano. En fin, no siempre. Llegó a herirse un dedo para saltarse un concierto. Esa y otras historias se suceden en las 261 páginas de Martha Argerich raconte (cuenta), de Olivier Bellamy, publicado en París por Buchet-Chastel. Un acontecimiento: Argerich, que cuenta tanto en la música, nunca había contado gran cosa de ella.

Salvo a Bellamy. Ya en 2010, tras dos lustros de grabarla sin que nadie supiera explicar por qué le concedió esa gracia, Bellamy publicó su primera biografía autorizada, Argerich, la niña y los sortilegios, traducida a veinte lenguas. El nuevo libro recopila veinte años de entrevistas, emitidas en los programas de radio y televisión de Bellamy o publicadas en Classica. Con esa eterna exclusiva, Bellamy se convirtió en la envidia de sus colegas y el asombro de los de Argerich.

Porque hace ya medio siglo que Argerich decidió que los sufrimientos de ser solista no eran compensados por los aplausos –desde entonces, salvo excepciones, dio conciertos a dos pianos– y que nunca concedería entrevistas. Otras peculiaridades: no llevar una agenda repleta de compromisos a cinco años vista ni aceptar penalizaciones por no presentarse. Los organizadores se conforman con verla sentada al piano a la hora prevista. Y no necesitan promoción: con ella siempre hubo más demanda que oferta.

Entre 1941 y 1942 un meteorito como un piano debió de tocar Buenos Aires: allí nacieron Bruno Leonardo Gelber, Martha Argerich y Daniel Baremboim. Tres niños prodigio, tres virtuosos del piano. El trío compartió un mismo profesor, el genial e irascible Vicente Scaramuzza.

Entre 1941 y 1942 un meteorito como un piano debió de tocar Buenos Aires: allí nacieron Bruno Leonardo Gelber, Martha Argerich y Daniel Baremboim.

Cuando nació Lyda, su primera hija (del director de orquesta Robert Chen; tiene dos más: Annie, del director suizo Charles Dutoit y Stéphanie, del pianista y director Stephen Kovacevic), Martha estuvo tres años sin acercarse a un piano. Hasta que su madre la inscribió en el concurso de Varsovia. Ganarlo relanzó su carrera.

“En un viaje toqué una sonata para el papá de Daniel” [Baremboim], cuenta Argerich. “Lo hacés muy bien, me dijo. Pero ¿por qué pensás tanto?”. Y ella: “Gulda me decía lo mismo”.

Cuando nació su primera hija estuvo tres años sin acercarse a un piano.

Coherente, la que no quería ser solista, nunca está sola: sus casas, en Ginebra o Bruselas, son hormigueros sonoros, de puertas abiertas. A veces no encuentra piano libre. Tampoco buscará mucho: detesta ensayar . Normal: “Scaramuzza no quería que hiciéramos ejercicios: ‘hay que conservar el placer -decía- si no, tocar es horrible’”. Y como está dotada y tiene una memoria descomunal...

Tampoco le va el entorno burgués de la música clásica. Y es radical en sus gustos pianísticos, que se confunden con los sociales: “me he sentido próxima de gente como Pollini o Abbado, que actuaban en fábricas o prisiones”. Un día, Rubinstein le dijo: “Es usted una gran pianista, me recuerda a Horowitz”. Doble piropo para quien asegura que “Horowitz es lo mejor que le haya ocurrido al piano”. Y de Rubinstein, que aceptaba conciertos para no tener que practicar.

Sus casas, en Ginebra o Bruselas, son hormigueros sonoros, de puertas abiertas.

Agradecimientos a La Vanguardia

lunes, 29 de julio de 2019

Orquesta Filarmónica de Israel: Martha Argerich agigantó su propio mito

Solista: Martha Argerich, piano
Dirección: Zubin Mehta
Programa: Odon Partos: Concertino para orquesta de cuerdas.
Schumann: concierto para piano y orquesta, op. 54. Beethoven: Sinfonía Nº 6, op. 68, "Pastoral".
Ciclo: Grandes Intérpretes Internacionales 2019
Sala: TeatroS

Por Pablo Kohan


En el Colón, anteanoche, se dio la suma ideal, esa en la que confluyen interpretaciones de excelencia y altísimas emociones colectivas. A la hora señalada se desató la primera ovación, estruendosa y extensa. Avanzando lentamente y portando un bastón, Zubin Mehta, con sus 83 años , asomó su leyenda por entre los cuerdistas de la Filarmónica de Israel. No sin dificultades subió al podio, saludó con parsimonia, muy sonriente, giró y se sentó en una silla para él ahí dispuesta. Y a continuación, como si el tiempo solo hubiera estado para darle sabiduría, dirigió, impecablemente, el Concertino para cuerdas de Ödön Partos, una obra bellísima, expresiva y con claras deudas hacia la estética, los recursos discursivos y las complejas formulaciones rítmicas de Bartók. Claro, para que así sonara, Mehta ordenó todo con absoluta simplicidad y contó con la inestimable/imprescindible colaboración de los músicos de la Filarmónica de Israel, que demostraron un ajuste, un sonido y una afinación general impecables. Buenísima la elección, además, de traer una obra desconocida de un compositor nacido en Hungría, pero que desarrolló toda su carrera en Tel Aviv hasta devenir en una figura señera de la composición israelí. Y después llegó algo muy parecido a lo que debe ser la felicidad.
Se amplió la planta de músicos y se ordenó el escenario para el Concierto para piano y orquesta de Schumann. Tras la afinación de la orquesta y el silencio posterior, se abrió la puerta del fondo del escenario y desde ahí asomó la cabellera blanca de Martha Argerich. Aquella sonora ovación inicial tributada al gran director indio quedó un tanto empequeñecida. Con mucho público de pie aplaudiendo y vociferando sin tapujos, la recepción a la gran pianista fue colosal. La incomodidad de Martha fue también palpable cuando Mehta, prudentemente, la dejó en soledad en el medio del escenario. Y desde el mismo comienzo, Martha anunció que era ella quien estaba en el centro de la escena. Con la serie inicial de esos acordes majestuosos, que sonaron tan poderosos como desprovistos de cualquier dureza, sentó presencia. Y con la exposición inmediatamente posterior del tema, ofreció una interpretación sublime, poética, con respiraciones y toques como solo ella puede hacerlo. Moderno mito musical, Martha cada día toca mejor.
Ads by scrollerads.com
Martha mantiene la técnica de toda la vida y ejerce su dominio sobre el piano sin ninguna mella. Sobre esa base, expuso toda su musicalidad y esa sensibilidad que la han hecho una de las mejores pianistas de todos los tiempos. Con solvencia y arte, pasó de los pianísimos más sutiles hasta los fortísimos más impecables sin que jamás aflorara ninguna rudeza o tosquedad. El lirismo emergió invicto cada vez que hubo necesidad y su presencia solista dominante dio paso también a las mejores interactuaciones con la orquesta. Bajo la tutela y los ordenamientos colectivos de Mehta y los aportes invalorables de una orquesta superior se pudo escuchar una interpretación inmejorable y referencial del Concierto de Schumann. Los aplausos, las rechiflas y los gritos superaron todos los decibeles imaginables. Poética y final, tras largos cabildeos, Martha Argerich se despidió con el primer número de Escenas infantiles, de Schumann.
En la segunda parte, con la Sinfonía Pastoral de Beethoven, Mehta y sus israelíes ofrecieron lo que corresponde, es decir, una lectura pastoral y nada explosiva de la sinfonía. Los colores fueron bucólicos, los tratos fueron aldeanos y hasta la trágica tormenta del cuarto movimiento no tuvo los ribetes de un huracán en alta mar, sino la intensidad de una tempestad en el campo. La exposición de las ideas y los contrapuntos más íntimos se percibió con total claridad, incluso dentro de los tutti más sonoros. Lejos de sus tiempos más fogosos y dramáticos, Zubin Mehta se ha transformado en el sereno sabio de la tribu. Para cerrar una noche inolvidable que fue avanzando progresivamente hacia el pasado, la orquesta, con pulcritud y exactitudes, ofreció la obertura de Las bodas de Figaro, de Mozart. La noche concluyó estupenda: la música estuvo en las mejores manos y de ahí que, con toda lógica, afloraran las más intensas emociones colectivas.
Pablo Kohan - La Nación

martes, 23 de abril de 2019

"Tengo un temperamento muy extraño" - Martha Argerich



Considerada como una de las más grandes intérpretes de la historia, la pianista argentina recibió a Infobae Cultura antes de presentarse en el CCK y realizar su gira por el interior del país. Cómo serán los shows y su relación con Daniel Barenboim, entre otros temas. 

Nota de Diego Fischerman


Uno de sus escritores favoritos es Milan Kundera. Y, sin saberlo, Martha Argerichevoca la imagen casi espiada que abre la novela La immortalidad. Una mujer en una pileta y un gesto de despedida a su instructor. "Aquella sonrisa y aquel gesto pertenecían a una mujer de veinte años", escribe Kundera.
La pianista acaba de terminar una parte de su ensayo, en el Auditorio Sinfónico del CCK. Señala uno de los cuatro pianos que se han colocado, enfrentados de a pares, en el escenario; más exactamente mira la partitura.
"Estoy preocupada; tengo que tocar bien esto. Y es la primera vez que lo veo". Se trata de una chacarera, en un arreglo para cuatro pianos, y será uno de los bises en el primer concierto de esta nueva visita a Buenos Aires. Y el gesto de la mujer de veinte años está allí, en la sonrisa que insinúa su mirada. En el desconcierto que juega a aparentar.
Recién llegó a la Argentina donde, además de un ensayo abierto –este martes– y de los dos conciertos que dará el miércoles y el domingo en el CCK, junto con destacados invitados, se presentará en las ciudades de Paraná y Concepción del Uruguay, en Entre Ríos, y en Córdoba y Tucumán.
"Con cierta parte de nuestro ser vivimos todos fuera del tiempo", reflexiona Kundera acerca de la bañista. Y tal vez de eso se trate la música. O, por lo menos, eso que Martha Argerich logra como muy pocos: que cada vez que toca algo suene como si fuera la primera vez. Que la sorpresa –incluso la propia– se imponga a cualquier clase de rutina.
La pianista habla de una de las obras que tocará en su primer concierto, la Partita en Do Menor de Johann Sebastian Bach. En la obertura (en este caso llamada Sinfonía), un movimiento lento desemboca en un pasaje veloz, contrapuntístico, que, en sus manos, no puede describirse de otra manera que como jazzístico. No hay otra palabra que swing.

"A mí me divierte bastante eso. Sacar ciertas cosas. Y supongo que si a mí me divierte entonces sale divertido. Muchas veces me sorprendo a mí misma. Muchísimas veces. Tengo un temperamento muy extraño. No sé por qué, me dejo llevar. No sé qué es lo que viene antes, lo que pasa después."
La revista francesa Diapason, especializada en música clásica, dijo que para encontrar un equivalente a Martha Argerich en la historia de la interpretación pianística, había que remontarse a Clara Schumann. Sus versiones de ChopinRavel o Prokofiev son referencias obligadas. Y además es una de las muy pocas intérpretes que hizo siempre lo que quiso. Que eligió su repertorio como le pareció mejor a ella, mucho más allá de cualquier moda, y que grabó exactamente lo que tuvo ganas y cuando tuvo ganas de hacerlo.
Su primer concierto porteño –que se transmitirá en directo por Cont.ar y por Radio Nacional Clásica y será difundido también el día siguiente por la Televisión Públlica– estará dedicado por entero a composiciones de Johann Sebastian Bach, incluyendo la transcripción que él realizó para cuatro claves, cuerdas y bajo continuo de una obra de Antonio Vivaldi donde los solistas eran cuatro violines (en este caso será interpretada en pianos).
Junto con ella estarán los violinistas Cecilia Isas y Rafael Gintoli –como solista y al frente del Ensamble Estación Buenos Aires–, y los pianistas Graciela RecaMauricio Vallina y Alan Kwiek. La presentación del domingo tendrá como protagonsitas absolutas a Argerich y Reca, en obras para dos pianos y para piano a cuatro manos de Wolfgang Mozart, Claude Debussy, Sergei Rachmaninov ySergei Prokofiev.
"Tocar con ella es tocar el cielo con las manos", afirma Reca. Nacida en Paraná, formada inicialmente con Aldo Antognazzi, entre otros maestros, y seleccionada por concurso para perfeccionarse con Bruno Saidlhofer en la Academia de Música de Viena, para ella "cuando se toca con otros, en el contacto con otras personas hay una transformación de lo que uno hace".
Al respecto, Argerich dice: "Se toca distinto según con quien se toca. Uno aprende. Hay un intercambio de energías que es muy interesante. Últimamente estuve tocando muchísimo con Daniel Barenboim; es con quien más he tocado recientemente, a dos pianos y a cuatro manos. Es interesantísimo lo que pasa."
Al principio, en sus primeros encuentros, eran un poco como el ying y el yang de la interpretación. Una combinación perfectamente inestable (o lo contrario) entre impulso y racionalidad. Pero, en rigor, ninguna de las dos características le corresponde con exclusividad a ninguno de los dos. "Y además fue cambiando", dice ella. "Cambia todo el tiempo".
En 1999, la pianista quebró una larga ausencia de los escenarios argentinos. Después de 13 años llegó con una idea, apoyar un concurso que llevaba su nombre y que había sido ideado por su amiga Cucucha Castro. El emprendimiento tuvo apenas dos ediciones.
Tampoco prosperó en el tiempo la posibilidad de que Buenos Aires fuera sede de un Festival Argerich, a la manera del que se realiza en Lugano. Los desentendimientos con sucesivas direcciones del Teatro Colón tuvieron su eclosión cuando, en el centro de un fuerte enfrentamiento de los gremios con las autoridades del teatro fue echada del escenario, mientras ensayaba, por un grupo de delegados sindicales. No obstante, su preocupación inicial por dejar una huella en la Argentina, además de sus discos y el recuerdo de sus conciertos, sigue en pie. Ella nunca ha dado clase pero su manera de enseñar es otra. Se junta con otros músicos, toca con ellos, los foguea.

"Me gusta tocar con gente con la que me entiendo bien, independientemente de la edad que tengan", dice. Y decide tocar en las provincias y junto con solistas y orquestas de Entre Ríos, Córdoba o Tucumán. La decisión, en todo caso, es algo que la preocupa. "No sé cómo es que se decide algo", reflexiona.
"Hace poco leí algo muy interesante, no sé si será cierto, supongo que sí. Parece que cada vez que hacemos algo, cualquier movimiento, siete segundos antes hubo una decisión en nuestro cerebro. Siete segundos. Y al tocar el piano debe ser lo mismo."

Quienes la acompañan en este nuevo periplo argentino, además de Graciela Reca, son Mauricio Vallina, un cubano radicado en Bruselas y formado en el Conservatorio Tchaikovsky de Moscú y el Real Conservatorio de Música de Madrid –aunque tal vez mucho más en el intercambio casi cotidiano con Argerich–, la violinista tucumana Cecilia Isas, que fue becada para su perfeccionamiento en la Academia Internacional Menuhin en Blonay (Suiza), Alan Kwiek, un argentino que estudió, entre otros, con Pía Sebastiani y Elizabeth Westerkamp, dos de las grandes maestras locales, y que, además, es algo así como el factotum de cada una de las actuaciones de Argerich en este país, y otro de los grandes amigos y colaboradores con los que se encuentra en cada vaje, el violinista Rafael Gintoli, actual concertino de la Orquesta Nacional de Música Argentina Juan de Dios Filiberto.