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Apenas ingresó al escenario, la concertista compartió el taburete con el italiano Baldocci, hasta que le acercaron otro asiento para él |
Cuando Martha Argerich llegó al teatro San Martín, la Sinfonietta ya llevaba una hora y media ensayando bajo la batuta de Darío Ntaca.
A las 17.30, el auto que la trasladaba estacionó en la playa ubicada al lado del edificio de la Legislatura, y mientras se escuchaban los sones de la suite Música Acuática de Haendel, ella acomodaba en el camerino la bolsa de frutillas que había comprado momentos antes.
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La pianista, en el momento de su llegada |
Ntaca ordenó un intervalo de 15 minutos a los músicos, pero Argerich apareció y se sentó en el taburete, sin que casi ningún espectador se diera cuenta. "¡Pero es ella, la que se acaba de sentar!", le gritó en el oído María Elena a su mamá, que ocupaba el palco del primer piso. Casi inmediatamente el público comenzó a aplaudir, y ella, sin dejar de masticar chicle, saludó con su cabeza.
En un primer momento el pianista italiano Gabriele Baldocci compartió el taburete, y ambos recorrieron algunos pasajes de la obra de Schumann. Pero después, sola, y concentrada totalmente, dedicó su momento para el Concierto op.54 en La menor.
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El director Ntaca le da indicaciones a la intérprete |
Como sucede frecuentemente en los ensayos, el director interrumpió la interpretación en diversos pasajes: Ntaca no estaba convencido de la entrada del oboe. "Primero el instrumento y después el piano, pero no tan alto", reclamó una y otra vez, dando explicaciones. Y al parecer, finalmente, quedó satisfecho. Al concluir el ensayo, el público que ocupaba casi el 80% del teatro ovacionó a la pianista, quien se retiró al hotel. "Hoy no hablará con los periodistas. Martha quiere estudiar y descansar", dijo Lilian, su amiga, con marcado acento extranjero, quien ayer visitó Tafí del Valle, anticipándose al paseo que la pianista realizará hoy a ese lugar.
De jeans
Los jeans y las zapatillas reemplazaron a los oscuros trajes y a los lustrosos zapatos que habitualmente visten los músicos. Cuando el público ingresó a la sala, toda la Sinfonietta ya estaba afinando sus instrumentos, y el director Ntaca daba indicaciones (principalmente a los violinistas) e intercambiaba charla con los músicos.
La parte inicial del ensayo estuvo dividida en dos partes: primero, la formación ejecutó sola la Obertura Coriolano, de Beethoven, y luego se agregó el italiano Baldocci, exhibiendo su talento en el piano, y recibiendo los merecidos aplausos de los espectadores.
Mientras una asistente repartía botellas de agua mineral entre los instrumentistas, fue el momento del Concierto para piano y orquesta nº 4 op. 58 en Sol Mayor, también de Beethoven; principalmente el movimiento andante con moto, fue reiterado en más de una oportunidad.
Y finalmente fue el turno de Haendel, con su Música Acuática que levanta los espíritus.
EXPERIENCIA NOVEDOSA
"Primera vez que podemos asistir a un ensayo, y es una experiencia novedosa para nosotros. Nos gusta que todo sea así tan informal y no tan ceremonioso", dijeron Annette y Laurie, dos extranjeras (francesas) que ingresaron a la sala cuando todo ya había comenzado y se acomodaron en la platea.
CALOR
"Mucho calor", se quejó el italiano Gabriele Baldocci cuando terminó de tocar Beethoven. Darío Ntaca le calmaba, y le pronosticaba que por la noche iba a estar más fresco.
HUMILDAD
"Es tan sencilla y humilde, no parece una diva como dicen. No cumplió ninguna formalidad y se la ve y se la escuchó muy bien", comentó Laura Espina, que se encontraba en la platea.
CELULARES
A pesar de las indicaciones, durante el espectáculo no faltaron los molestos celulares que sonaron, como también los aplausos a destiempo (en los pasajes de los movimientos).
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Jueves 22 de Septiembre 2005
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