"Martha Argerich junto a la Orq. Sinfónica Nacional". Martha Argerich y Eduardo Hubert (piano). L. Roggero y R. Calomarde (violín), G. Massun (viola), J. Pérez Tedesco (cello), O. Carnero (contrabajo). Orq. Sinfónica Nacional. Luis B. (piano y dir.). Obras de Schumann, Villoldo, Piazzolla, Gardel, Hubert y Bacalov. (La Ballena Azul, C. C. Kirchner, 17 de julio)
En un sketch del programa "Peter Capusotto y sus videos" se muestran escenas de fervor y locura de los fans ante una supuesta presentación al aire libre de Martha Argerich en la localidad de Perro Enfermo, Córdoba. A juzgar por la expectativa, el clima previo, la odisea por conseguir entradas y la afluencia de público vividos en torno a su primer concierto en La Ballena Azul, de entrada gratuita, la realidad está bastante más cerca de la fantasía de lo que se piensa.
Una semana antes de su regreso al Colón para el ciclo de presentaciones junto a Daniel Barenboim, Argerichtuvo su pospuesta actuación junto a la Sinfónica (cabe recordar que estaba previsto que fuera ella quien participara de la inauguración de la sala, en mayo pasado). Pese a que el programa anunciado desde el inicio distaba de ser atractivo, la página del Centro Cultural Kirchner, una de las anunciadas vías de acceso a las localidades, registró más de un millón doscientos mil ingresos, sin contar los discados al número de teléfono habilitado a tal fin. Finalmente, aquellos que no fueron privilegiados con una de las 1.750 localidades de La Ballena Azul debieron contentarse con una entrada para las otras salas del Centro en las que se proyectaba en simultáneo el concierto, o, en el peor de los casos, verlo por TV o escucharlo por radio.
He ahí una prueba de que el poder de convocatoria de Argerich supera el de la música que haga, ya que cuesta mucho imaginar un furor semejante por un programa como el escuchado el viernes en manos de cualquier otro pianista argentino. Desde el comienzo el saldo fue dispar: Argerich interpretó junto a los solistas de cuerdas de la Sinfónica el "Allegro brillante" del Quinteto para piano y cuerdas de Schumann, y -más allá de la imaginable falta de ensayo suficiente- los arcos, de afinación errática y rígido fraseo, estuvieron lejos de su partenaire. El fragmento ofició, en cierto punto, de premio consuelo para aquellos que habrían querido escuchar a Argerich en un repertorio más propio.
La primera parte se completó con un "surtido" tanguero de cámara en diversas formaciones, con músicas deGardel, Villoldo, Piazzolla, Luis Bacalov y Eduardo Hubert, por éstos dos últimos y Argerich en piano másRoggero, Massun y Pérez Tedesco, en tanto que la segunda mitad; ya con el concurso de la Sinfónica, estuvo íntegramente dedicada a obras de Bacalov (quien ocupó también el podio), comenzando con el tema principal de la banda sonora de "Il postino" y cerrando con "Porteña", que el compositor dedicara a Argerich. Se trata de una obra orquestada con oficio y construida con más efectismo que sustancia, una colección de clichés del tango sinfónico sin mucho más interés. Argerich y Hubert imprimieron excelencia a las partes de piano y la Sinfónicallevó adelante su tarea con gran eficiencia.
Pese a que, como era de esperar, las ovaciones llovieron sobre Argerich desde su primera aparición y cálidos aplausos saludaron la actuación de todos los participantes, hubo en el fondo un insalvable gusto a poco y la sensación de que la necesidad ajena de protagonismo empañó el encuentro de esta artista inmensa y generosa con su público.
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