Maestros y colegas: el pianista describe a su maestro Vicente Scaramuzza como autoritario, injusto y ofensivo.
Bruno Gelber tuvo tres maestros. Primero su madre, Ana Tosi, con quien empezó a estudiar a los tres años y medio. A los cinco dio su primer recital y después comenzó sus estudios con Vicente Scaramuzza, que había sido por 16 años maestro de su madre. Allí conoció a Martha Argerich. “Martha era refulgente, maravillosa -evoca Gelber-. Cuando yo iba a lo de Scaramuzza y tenía problemas con un pasaje o algo así, el maestro, con la diplomacia que lo caracterizaba, me decía: ‘Martha ya me lo trajo resuelto.’ Lo que yo ignoraba es que a Martha le decía: ‘Vos tenés mucha técnica, pero Bruno canta.’ Como con Martha éramos amigos nos contábamos estas cosas. Scaramuzza fue un maestro autoritario, amargo, injusto y ofensivo.”
¿No guarda algún recuerdo afectuoso de él?
Ninguno. ¿Sabe, además, lo que hacía? A las cinco le servían el té. Si él estaba de buen humor, nos dejaba pasar a la sala, pero no nos ofrecía ni una taza de té ni una galletita.
A los 18 años, Gelber se radicó en París para estudiar con Marguerite Long. “Long fue muy inteligente y no se metió con mi técnica. Yo tenía una cosa muy estructurada y lo que ella hizo, más que agregarme, fue sacarme cosas, liberarme”, finaliza.
Federico Monjeau - Critico musical - Diario Clarín
11 de Junio de 2015
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