sábado, 16 de mayo de 2015

Archivo discográfico 2004 - "Dos pianistas con alma sinfónica" - Martha Argerich y Mikhail Pletnev


Dos músicos brillantes, tocando en dos pianos o en uno solo. Dos obras, la transcripción de una pieza orquestal, la suite del ballet "Cenicienta", opus 97, de Prokofiev, y otra original para el instrumento, a cuatro manos, pero que luego tuvo una versión sinfónica, "Mi madre la oca", de Maurice Ravel.
Son un poco menos que imperdibles los 50 minutos con la genial Martha Argerich como protagonista de uno de sus últimos y más fructíferos encuentros amistoso-musicales con colegas de la fórmula 1 clásica, en este caso, el gran pianista y director de orquesta ruso Mikhail Pletnev.
No se sabe aún si la dupla, nacida al calor de los rutilantes festivales de verano europeo (puntualmente, el de Verbier en Suiza), participará del próximo "Argerich, Punto de Encuentro Buenos Aires". Pero puede escuchársela ya en Buenos Aires, gracias a la edición local del álbum de Deutsche Grammophon.
Se trata de un disco en el que la electricidad musical de Martha corre pareja con el voltaje de Pletnev, quien escribió la transcripción para dos pianos de "Cenicienta" especialmente para la intérprete argentina.
La sesión de grabación, como no podía ser de otro modo tratándose de la noctámbula Martha Argerich, se prolongó hasta el amanecer. Según la crónica de esa extensa velada se produjo en el estudio "una excepcional atmósfera creativa y una productiva tensión artística entre ambos pianistas". Esta tensión a la que hace referencia el comentarista del booklet que acompaña el CD no hay que tomarla en la acepción que habla de una oposición latente entre fuerzas, porque lo que más impacta es la mancomunión camarística de ambos intérpretes. En este sentido, Pletnev, un destacado pianista y director de orquesta, parece estar, al menos aquí, en la misma sintonía que Argerich. Las dos obras están teñidas por su estilo, flamígero y ligero en los momentos expansivos y de tiempos rápidos, y de profunda calma, en los pasajes lentos.

HOMBRES ORQUESTA

La reducción o la transcripción para piano de obras orquestales fue una práctica habitual durante el siglo XIX. Por una parte, era la única forma de escuchar en casa aquellas obras que -hasta la llegada del disco y los medios masivos de comunicación- sólo podían apreciarse, en forma infrecuente, en las salas de concierto. Pero, también, fueron los virtuosos del piano los que en sus conciertos las incluían como una demostración de su capacidad de hombres orquesta. La idea de un solo músico emulando las fuerzas sonoras de una agrupación sinfónica calzaba justo para la estética del genio y el héroe romántico de entonces.
En el siglo XX, el de la era de la reproductibilidad técnica, esta práctica cayó en desuso. Sin embargo, dentro del particular y restringido repertorio que aborda Martha Argerich, las transcripciones orquestales ocupan un lugar destacado. No se trata, en su caso, de remedar una mera práctica de sustitución, sino de un interesante ejercicio de "traducción" entre medios distintos. Este es el desafío que se autoimpuso Pletnev a la hora de llevar a dos pianos la riqueza tímbrica y textural del ballet de Prokofiev.
El resultado es fascinante, sobre todo si se lo puede acompañar con la audición comparativa de la versión original para orquesta. Pletnev y Argerich se funden como un solo hombre orquesta desde los dos teclados. O, como en el Finale, adentro de él: las campanas son emuladas por Pletnev, golpeando directamente las cuerdas con una mano, mientras continúa tocando con la otra.

INTIMIDAD

Si los dos pianos "traduciendo" a una orquesta proponen un discurso expansivo, "Mi madre la oca" es su contracara ideal. La concentración y la síntesis campean en los cinco números de estas escenas "infantiles", con temática oriental de Ravel.
"Mi madre la oca" es una de las debilidades de Argerich, que la ha tocado innumerables veces. Aquí, toca el segundo piano. No canta la voz superior, pero controla "la respiración" general, a través de los pedales. Con Pletnev se escucha su versión: tiempos rápidos y toque levísimo. Pletnev lo acepta gustoso, a tal punto que logra la ilusión de que se trata de un solo músico, con veinte dedos.
Acompaña esta nota los fragmentos en audio de "Introducción" , primer número de la Suite del ballet "Cenicienta", Op.87 , transcripta para dos pianos por Mikhail Pletnev, y "Pavane de la Belle au bois dormant", primera pieza de "Mi madre la Oca", para piano a cuatro manos de Maurice Ravel.
07 de agosto 2004 - Martín Liut

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