sábado, 28 de febrero de 2015

Original broadcast de Radio Nacional de Argentina con Alberto Castellanos y gran Orquesta Clásica de LR1 en 1950


La niña Marthita Argerich de 8 años de edad interpreta el concierto K.466 de Wolfgang Amadeus Mozart. Original broadcast from Buenos Aires "Radio Nacional" in 1950, with Alberto Castellanos and Gran Orquestra Clásica de LR1

Agradecimientos por el audio a María de la Cruz

viernes, 27 de febrero de 2015

Martha Argerich mencionada en una publicidad de Radio Metro (FM 95.1 de Argentina)




Radio Metro (Programa Metro y medio) - FM 95.1 de Buenos Aires, Argentina - menciona en su publicidad a la multipremiada pianista argentina, Martha Argerich. Locución de Adolfo Stambulsky

Los audios se escuchan con el Navegador Google Chrome
Agradecimientos a Ana María por el audio

jueves, 26 de febrero de 2015

Martha Argerich y Gidon Kremer, el 1 de abril de 2015 en el Staatsoper de Berlín

Charles Dutoit al frente de la Orquesta Sinfónica de Montreal en 2016 junto a Martha Argerich

Charles Dutoit en el atril de la OSM en 2016


El Director suizo Charles Dutoit, quien fue Director de la Orquesta Sinfónica de Montreal durante casi 25 años, regresará el año que viene, con su ex esposa Martha Argerich al atril de la OSM.

El Director  Dutoit, que tendrá alrededor de 79 años de edad, encontrará algunos de sus antiguos músicos para dos conciertos, el 18 y 20 de febrero en la Maison symphonique, esta sala de conciertos que tantos llamados le ha hecho a él durante todos sus años a su atril de la OSM desde 1977 a 2002 - para la «première pelletée de terre», en el parque de Émilie-Gamelin en 1985, un proyecto que fue abandonado.

En 2002, justo antes de celebrar sus 25 años al frente de la OSM, el director Dutoit había dimitido ante el descontento de varios músicos de la orquesta, que desafiaron su actitud autoritaria. 

Dutoit, su ex director de orquesta y su ex esposa, por tanto, interpretarán en febrero de 2016 apertura "Le Carnaval Romain" de Berlioz, concierto para piano nº 1 en c menor, op. 15, Beethoven, «Petrouchka» (versión original de 1911) de Stravinsky y la Suite no. 2 "Daphnis y Chloé" Ravel - sinfonía fetiche de Dutoit, incluyendo el registro en la iglesia de San Eustaquio, sello Decca, sigue siendo ejemplar para los amantes de la música del mundo.

Este evento se dará durante el Festival Montreal de invierno lumière, que con mucho gusto hubiera querido aceptar la reunión este año, puesto que la Suiza tiene el honor de la edición de 2015, pero al parecer no estaba disponible el escenario ideal para tal evento.

Montreal en Lumière se complace en haber permitido el retorno en la metrópolis de Sr. Dutoit, quien fue su primer presidente honorario, en el año 2000, para un concierto homenaje a la música de la película "Le Violon rouge", de François Girard, con el violinista estadounidense Joshua Bell.

"Para dar más estilo a este evento excepcional, Charles Dutoit ha invitado al concierto a su ex esposa y compañera suiza (de origen argentino), la legendaria pianista Martha Argerich (...) que ha sido la solista del primer tour en Europa de la OSM con Charles Dutoit en su debut en los años 80" agregaron los organizadores de Montreal en Lumière.

Las entradas ya están a la venta en internet para aquellos que se suscriban a la newsletter de la OSM o de Spectra, productor de los dos conciertos.

Versión en francés

Charles Dutoit au pupitre de l'OSM en 2016

Le chef d'orchestre suisse Charles Dutoit, qui a été directeur musical de l'Orchestre symphonique de Montréal pendant près de 25 ans avant d'être éconduit dans le cadre d'un divorce acrimonieux, reviendra au pupitre de l'OSM l'an prochain, avec son ex-épouse Martha Argerich.

Le chef Dutoit, qui aura alors 79 ans, retrouvera certains de ses anciens musiciens pour deux concerts, les 18 et 20 février, à la Maison symphonique, cette salle de concert qu'il avait tant appelé de ses voeux pendant toutes ses années au pupitre de l'OSM, de 1977 à 2002 - il était de la «première pelletée de terre»... au parc Émilie-Gamelin en 1985, un projet qui a ensuite été abandonné.

En 2002, juste avant de célébrer ses 25 ans au pupitre de l'OSM, le chef Dutoit avait démissionné devant le mécontentement de plusieurs musiciens de l'orchestre, qui contestaient son attitude autoritaire. M. Dutoit, lui, estimait que les administrateurs de l'orchestre avaient cédé à la Guilde des musiciens lors de la signature de la plus récente convention collective.

Le chef Dutoit, son ancien orchestre et son ex-épouse interpréteront donc en février 2016 l'ouverture «Le Carnaval romain» de Berlioz, le Concerto pour piano no 1 en do mineur, op. 15, de Beethoven, «Pétrouchka» (version originale de 1911) de Stravinski, et la Suite no 2 de «Daphnis et Chloé» de Ravel - une symphonie fétiche de Dutoit, dont l'enregistrement à l'église Saint-Eustache, sur étiquette Decca, demeure exemplaire pour les mélomanes du monde.

Cet événement sera donné dans le cadre du festival hivernal Montréal en lumière, qui aurait bien voulu réussir ces retrouvailles cette année, puisque la Suisse est à l'honneur de l'édition 2015, mais les horaires des uns et des autres ont, semble-t-il, compliqué le scénario idéal.

Montréal en lumière se réjouit d'avoir permis le retour dans la métropole de M. Dutoit, qui avait été son tout premier président d'honneur, en 2000, pour un concert hommage à la musique du film «Le Violon rouge», de François Girard, avec le violoniste américain Joshua Bell.

«Pour donner plus de panache à cet événement exceptionnel, Charles Dutoit a invité pour le concert son ancienne épouse et compatriote suisse (d'origine argentine), la pianiste à la fougue légendaire Martha Argerich (...) qui a été la soliste de la première tournée en Europe de l'OSM avec Charles Dutoit au début des années 80», ajoutent les organisateurs de Montréal en lumière.

Les billets sont déjà en vente sur internet pour ceux qui s'abonnent à l'infolettre de l'OSM ou de Spectra, producteur de ces deux concerts.

sábado, 21 de febrero de 2015

Guillermo Belintende rinde homenaje a Martha Argerich por FM 103.1 - Audio Completo


Este jueves, el último romántico Guillermo Belintende homenajeó a la pianista clásica argentina Martha Argerich considerada una de las mayores referentes de su generación y durante la posguerra. Argerich es conocida por realizar sus conciertos siempre en compañía de orquestas, ya que resalta en varios reportajes “el sentimiento de soledad” sobre el escenario.



Los audios se escuchan con el Navegador Google Chrome

Martha Argerich Verbier 2009 y Domenico Scarlatti


Domenico Scarlatti, Cembalosonate d-moll K.141 Martha Argerich
Verbier 2009

Diosa resfriada

viernes, 20 de febrero de 2015

"Trece maneras de decir Martha" - Diario Página 12 (20 de febrero 2015)

En Japón idolatran a los virtuosos del piano, pero si un músico cancela un concierto a último momento, las consecuencias son despiadadas. Al famoso Benedetti Michelangeli, una vez que se negó a tocar le confiscaron su piano personal y lo declararon persona non grata de por vida. Martha Argerich suspendió una vez un concierto en Tokio, el último de su primera gira por Japón, que venía siendo apoteótica: hasta el emperador iba a estar presente, pero Martha se peleó mal con su pareja de entonces, el director de orquesta Dutoit, y se tomó un avión a Alaska sin avisar a nadie. A cualquier otro no se lo hubieran perdonado pero a ella sí, porque al año siguiente volvió, pagando el pasaje de su bolsillo, y dio catorce conciertos gratis. Eligió al mismo organizador que la había llevado a juicio y le hizo ganar catorce veces la indemnización que pedía, pero llevó de asistente en la gira a un angoleño peludo como un mono (uno de los tantos jóvenes virtuosos que Martha apaña cuando acuden a ella en crisis), y lo sentó a su lado en cada concierto para que diera vuelta las páginas de la partitura. 

El angoleño vestía una túnica sin mangas, y en Japón la exhibición de pilosidad masculina es considerada casi tan obscena como la cancelación de un concierto, pero nadie dijo nada porque Martha Argerich es algo más que humano para los japoneses: cuando se sienta al piano, tocan un hombre y una mujer a la vez, toda la fuerza de lo masculino y toda la gracia de lo femenino envuelven a la audiencia en simultáneo, y a eso hay que sumarle la adrenalina de la incertidumbre hasta último momento.

Martha Argerich ha tocado con lumbago, con una muela infectada, con la ceja recién cosida, en silla de ruedas, en minifalda (una vez que le perdieron la valija en el aeropuerto), con briznas de pasto en el pelo (una vez que se le hizo la hora de tocar cuando caminaba descalza por un bosque), pero son más famosos los conciertos que suspendió. Lo que la sofoca desde que tenía ocho años es la vida del virtuoso en el mundo de la música clásica: “No quiero ser una máquina de tocar el piano. Un solista vive solo, toca solo, come solo, duerme solo. Y eso es muy poco para mí”. Daniel Barenboim, que la adora, dijo: “Martha es un cuadro sin marco. Hizo lo imposible por destruir su carrera pero no lo logró”. El primer concierto que canceló fue a los diecisiete, “para saber qué se sentía”. A los veinte, con una fulgurante carrera por delante, estuvo tres años sin acercarse a un piano, mirando televisión en un departamentito en Nueva York, cuando se le acabara la plata trabajaría de secretaria: para algo iban a servir esos dedos demoníacamente rápidos. A pocas cuadras vivía su admirado Horowitz. 

La idea era encararlo y decirle lo que tantos jóvenes virtuosos en crisis han ido a decirle a un colega admirado: “Sálveme. Ayúdeme a volver a tocar”. Pero nunca se animó a hablarle: Horowitz llevaba diez años sin tocar en público, se sometía a periódicas sesiones de electroshock y sólo aceptaba hacer discos si iban a grabarlo a su casa. Argerich, como bien sabemos, volvió a tocar. Después de su consagración en el Concurso Chopin en Varsovia de 1965, aceptó que la arrastraran a Abbey Road a grabar un disco porque en Londres estaban todos sus amigos. La depositaron frente al piano, pidió una cafetera llena, se quedó mirando vacilante el teclado y después tocó tres veces de corrido el repertorio que había elegido: dejó la cafetera vacía y se fue sin escuchar las tomas siquiera. 

Se instaló en una especie de pensión musical llamada el London Club, un alegre nido de virtuosos (Barenboim, Jacqueline Du Pré, Nelson Freire, Fou-Tsong, Kovacevich), con un solo teléfono a la entrada que atendía el que pasara, y goteras, y pianos y sofás apolillados y ceniceros que rebasaban, y total libertad y camaradería: estaban los que iban ahí para tocar y los que iban para no tocar. Para casi todos era un interludio dichoso nomás, antes de seguir con su vida; ella entendió que quería vivir así siempre. Alquiló un viejo orfanato del siglo XIX en Ginebra (cuya puerta no tenía llave), lo pobló de pianos y gatos y sofás y recibió a cada joven virtuoso en crisis que acudía a ella para rescatarse. Los adoptaba hasta que se recuperaban, jugaban al dígalo con mímica y al baile del rabbi Jacob, cocinaban para las hijas de Martha y las cuidaban cuando ella salía de gira, porque en el medio Argerich tuvo tres hijas con tres hombres distintos pero la vida en comunidad le daba el aire que le quitaba la vida en matrimonio.

En un hermoso documental que filmó su hija menor está la historia íntima de madre y cría. En una escena están todas, ya adultas, sentadas en el pasto pintándose las uñas de los pies; las hijas deciden pintar cada dedo de su madre de un color diferente. Annie, la del medio, la chispeante (hija del ya mencionado Dutoit), dice que su recuerdo más nítido de la infancia es estar echada abajo del piano, mirando hasta dormirse los pies descalzos de su madre. “Esto es mamá, más que el pelo, el cigarrillo y el mohín: ¿dónde han visto pies tan enormes y tan femeninos a la vez?” Stephanie, la menor, la torturadita (directora del documental e hija del mencionado Kovacevich), cuenta la primera vez que acompañó a su madre a tocar: el calvario que fue la previa (“Todo es muy solemne, muy dramático, no me gusta, me siento rara, tengo fiebre, no quiero tocar”), la angustia con que escuchó todo el concierto desde bambalinas, con las manos agarrotadas, hasta que vio a su madre avanzar hacia ella: “Yo estaba exhausta y ella diez años más joven”. Lyda, la mayor, la más sufrida y la única que ya es madre (además de cellista profesional), les recuerda cuando operaron a Argerich de un feo melanoma en 1999: después de tres horas y media en quirófano lo radiante que salió, en contraste con el agotamiento de los cirujanos (se había negado a que usaran escalpelo electrónico para abrirle la caja torácica: “Un pianista necesita todos los músculos de su cuerpo para tocar”).

Hasta el día de hoy Martha Argerich necesita hablar en el escenario con la persona que tiene más cerca mientras toca y le desagrada que le besen la mano o que le quieran tocar el pelo. Ya no vive en Ginebra sino en Bruselas, pero la nueva casa sigue llena de gente, gatos y pianos. Como Chejov, que construyó una casa para su familia y sus amigos y una cabaña alejada para irse a escribir, ella tiene una covachita en París donde sólo entran un piano, una cama, un televisor y una foto de Liszt pegada con cinta scotch en la pared. Su próximo proyecto es una pensión para artistas retirados, como la que fundó Verdi en Milán para los cantantes que se quedaban sin voz. De todas sus formidables confesiones ocasionales (“Cuando los pianos no me quieren, no los toco”; “Creo que nunca me sentí exactamente mujer; sólo alcanzo a ver la nena de cinco años y el muchachito de catorce que hay en mí”; “Chopin es celoso, excluyente, te hace tocar mal cualquier otra cosa que toques”; “¿Cómo estuve hoy: como un caballo salvaje o como un caballo de calesita?”), mi preferida, porque la pinta de cuerpo entero, es: “Soy un poco infantil. Si lo fuera del todo no lo diría”.

"Trece maneras de decir Martha"
Juan Forn
20 de febrero 2015

sábado, 14 de febrero de 2015

"El encuentro de dos mundos" - Archivo La Nación (09 de septiembre 2003)



Festival Martha Argerich. Concierto de Cámara

Primera parte: Concerto per corde, opus 33, Alberto Ginastera, por la Camerata Bariloche. Homenaje en el 20° aniversario de su fallecimiento. Suite argentina para guitarra, cuerda, corno y clave de Eduardo Falú; transcripción orquestal de Oscar Cardozo Ocampo; guitarra solista Eduardo Falú, con la Camerata Bariloche. 

Segunda parte: Cancionero argentino, con obras de Carabajal, Yupanqui, Guastavino, Leguizamón, Ramírez, Ginastera y Echenique. Acompañada por Colacho Brizuela (guitarra), Camerata Bariloche y Martha Argerich. Arreglos orquestales y de piano de Gabriel Senanes, en el Teatro Colón. 

Se lo esperaba. Como una asignatura pendiente. Quizá porque se intuía la posibilidad de reunir a dos elegidas de los dioses; dos supremas artistas mundiales, maravillosas intérpretes de la canción popular y de la música clásica en un escenario: Mercedes Sosa cantando folklore junto al piano de Martha Argerich para bucear, indagar, redescubrir nuestro cancionero de tierra adentro. O, en todo caso, obras clásicas de inspiración folklórica. Y no porque este encuentro constituyese una conjunción necesaria como aporte enriquecedor de la música popular argentina. Porque lo clásico y lo popular tienen sus códigos, sus reglas, si bien -admitamos- lo popular cuenta con mayor libertad para escapar de cánones. Quizás una idea flotaba en el inconsciente colectivo: repetir aquella experiencia repentina de hace un lustro, protagonizada por Daniel Barenboim, cuando quiso reencontrarse con sus ancestros a través de sus percepciones del tango, junto a Mederos y Console.

Delirios de quienes amamos por igual la belleza intrínseca de lo popular y lo clásico: escuchar de pronto, un buen día, la música argentina más profunda, refinada y exquisita, por voces que la cultivan por vocación. Como gloriosa contrapartida del grito invasor de teatros y televisión. Y no dejar esa música amada en manos de tenores o sopranos de cuna lírica (suelen salvarse las contraltos y barítonos) cantando, como cierre de sus conciertos de música clásica con esa espantosa impostación de aria operística (ni siquiera con el énfasis puesto en un lied de Schubert, Schumann o Brahms), por ejemplo, "La rosa y el sauce" o "Se equivocó la paloma", de Guastavino. Sólo por salvar esos momentos deplorables de la música se nos antojó que Mercedes Sosa y Martha Argerich podrían haber emprendido esta vez una gesta semejante.

Pero hay que entender que este de Martha fue sólo un afectuoso y repentino reconocimiento a Mercedes, al invitarla a intervenir en éste, su tercer festival de piano. Y Mercedes prefirió un repertorio conocido y transitado por ella y por muchos de sus seguidores. No había tiempo material para una incursión por otras bellezas del inefable Carlos Guastavino (para incorporarlas a "La tempranera", que cantó, como "Pueblito, mi pueblo", "Bonita rama de sauce", "En los surcos del amor", "Mi viña de Chapanay", "Vidala del secadal" y otras maravillas del "folklore imaginario", del que habló Bartok), no sin incluir temas difíciles, vanguardistas, como la "Zamba de Argamonte", de Leguizamón y Castilla, y "Cartas de Guadalupe", de Ramírez-Luna. 

En la esencia de la canción

 Y nos bastó escucharlas estrechamente compenetradas en las esencias de la canción, en tan sólo tres obras de nuestro folklore: la zamba "Allá lejos y hace tiempo", de Ariel Ramírez sobre versos de Armando Tejada Gómez; la hermosísima "Canción al árbol del olvido", de Alberto Ginastera con letra de Fermín Silva Valdés (predilecta también de los cantantes clásicos, para estropearla con enfática técnica académica), y la casi desconocida "Las cartas de Guadalupe", obra de Ramírez y Félix Luna. Levemente revisado el original acompañamiento pianístico por Gabriel Senanes, con hallazgos en notas de paso y sutiles armonizaciones, Martha supo acercarse deliciosamente a la media voz -a veces toda susurro- de Mercedes, y hundirse en el espíritu de cada partitura.

La de piano y canto fue una visión única, delicadísima, de la conocida zamba; un hallazgo de reconditez en esa maravillosa conjunción de tonos menor y mayor, en Ginastera (aunque faltó alguno de los deliciosos semitonos de la melodía), y un redescubrimiento introspectivo, entrañable de ese melodismo desconocido de Ariel en "Las cartas..."

Los dedos de Martha parecían el eco delicado y delicioso de la voz arrulladora de Mercedes. Hubo que aguzar el oído para desentrañar tanta magia escondida en la música y la mejor poesía popular argentina.
Ya desde las dos primeras páginas "Zamba de Argamonte" y "Guitarra, dímelo tú", de Yupanqui, Mercedes pergeñó la sutileza camarística que recorrería todas las instancias de este encuentro memorable que trascendió la mera curiosidad y todo ese anecdotario que se empeña en girar en rededor de Martha.

Ese clima recóndito impregnó las páginas en las que la acompañó la Camerata Bariloche. En este sentido, los arreglos de Gabriel Senanes, prolífico armonizador en la música clásica y popular, se vieron enriquecidos por giros propio de los músicos románticos. Dulcísima, casi elegíaca en su arreglo, nos llegó "La tempranera", cuyo pulso de zamba fue marcado sólo por los pizzicatos del contrabajo. "Como pájaros en el aire" desentonó en tal contexto por la conjetural euforia y ligereza del ensamble orquestal. Y "El alazán" (con música de la esposa de Yupanqui -sinónimo Pablo del Cerro-) corrió casi pareja suerte por la incursión de pizzicatos. Si bien la concepción fue otra vez romántica, no se hundió en ese dramático cuadro del caballo desbocado ("solito se fue muriendo/mi caballo, mi caballo").

Finalmente, con nuevas finuras Gabriel Senanes entretejió certeras combinaciones para el huayno de Chacho Echenique (ex Dúo Salteño) "Doña Ubenza", sin soltarse decididamente por la gracia original de su ritmo contagioso. El sello de todas estas versiones fue la introspección, rozando incluso el manierismo, como para dotar a la música folklórica de la finura más exquisita de lo camarístico.

El concierto en el que las figuras convocantes fueron, por cierto, la estupenda, incomparable Martha Argerich y nuestra voz más gloriosa, Mercedes Sosa, se abrió con "Concerto per corde", Op. 33, de Alberto Ginastera, un homenaje al compositor argentino en el 20° aniversario de su fallecimiento. Una obra esotérica, nocturnal, donde cunde el suspenso y aparecen ciertas crispaciones. Obra de la vanguardia, emparentada estéticamente con Bartok y Stravinski, al decir de Juan Carlos Paz, pero lejos, esta vez, de toda cita, referencia o inspiración en la rítmica vernácula. Las ostentosas toses del público parecían enviar un mensaje a los miembros de la Camerata sugiriéndoles que éste no era el momento apropiado para "ese" Ginastera que tanto admiramos.

El otro hito de la noche, también en la primera parte, fue la "Suite argentina para guitarra, cuerdas, corno y clave", de Eduardo Falú (transcripción de Oscar Cardozo Ocampo) con la Camerata. Nuestro emblemático guitarrista (compositor y cantor) salteño también se sumó a ese clima íntimo, hondo contenido. Las cuerdas de su guitarra emergían pulidas, finas en su fraseo para expresar los ritmos de carnavalito, misachico, bailecito, zamba, estilo y malambo, mientras la Camerata seguía o rubricaba minuciosamente esos acentos telúricos. Falú recibió las ovaciones más clamorosas de la noche.

Cuando todos juntos regresaron con "El alazán" y "Alfonsina y el mar", sentimos que se había consolidado un hondo gesto de amor de Martha Argerich.

René Vargas Vera 

sábado, 7 de febrero de 2015

Martha Argerich con Gidon Kremer en "Así de simple" por Radio Nacional Clásica - Miércoles 11 de febrero de 18 a 20


En nuestro próximo ASÍ DE SIMPLE también sonarán Martha Argerich con Gidon Kremer, el Guillo Espel Cuarteto y Aureliano Marín con su Aureliano Tango Club.

ASÍ DE SIMPLE, todos los miércoles de 18 a 20 por Radio Nacional Clásica FM 96.7

viernes, 6 de febrero de 2015

Magia y alto voltaje técnico - Recuerdo del III Festival Martha Argerich 2003



Tercer Festival Martha Argerich 2003 - Argerich con Gurning y Golovin

Anteayer por la tarde, mientras la desangelada selección argentina de fútbol alternaba luces y sombras en la cancha de River, en el Teatro Colón dos mil personas tomaban partido por Martha Argerich, que -una vez más-, desplegó su inagotable magia musical a través del piano.

La tercera jornada del III Festival Martha Argerich, Punto de Encuentro Buenos Aires 2003, también estuvo destinada a la música de cámara. Esta vez, Martha ingresó en el "segundo tiempo", para despacharse con dos obras de alto voltaje técnico: la versión que Mijail Pletnev hizo de la "Cenicienta", de Prokofiev, y la "Suite N° 2", de Rachmaninov.

Para interpretar a estos dos grandes compositores rusos Argerich contó con la compañía de dos destacados pianistas de esa nacionalidad, pero de diferentes generaciones: el joven Alexander Gurning y el veterano Alexis Golovin.

Con una increíble capacidad para hacer fácil lo difícil y su ya notable entrega física, Argerich lució menos cansada que sus partenaires, a pesar de haber sido ella la que estuvo una hora ininterrumpida lidiando con las potencias y sutilezas sonoras de Prokofiev y Rachmaninov. Y de que, unas horas antes, amagó con cambiar el orden del programa porque tocar las dos obras juntas era mucho "para este cuerpito". Una vez más, Argerich mostró en público que, cuando se sienta delante de un piano se transforma en una de las más fenomenales pianistas que hayan pasado por el histórico escenario del Colón.

La primera parte había comenzado con dos grupos de cámara que prepararon el ambiente para la entrada de Martha. Primero, Rafael Gintoli en violín y Eduardo Hubert en piano, que ofrecieron cuidadas versiones de obras de Shostakovich y Brahms.

Luego, un cuarteto vocal integrado por Verónica Cangemi, Raquel Winnica, Enrique Folger, Sebastián Sorarrain y los pianistas Alan Kwiek y Edith Bernárdez, interpretaron los Valses de Amor, de Brahms.

Megaconcierto


  • Hoy se realizará el Megaconcierto del Festival, que constará de tres partes, a las 15, las 18 y las 21. Para las dos primeras funciones se invitó en forma gratuita a estudiantes de música de la ciudad. En la última etapa participarán la Orquesta Sinfónica Nacional, Eduardo Hubert, Oxana Mijailof (segundo premio del Concurso Argerich) y, por supuesto, la propia Martha, que tocará el Concierto N° 3 de Prokofiev.
Artículo Diario La Nación
08 de septiembre 2003

jueves, 5 de febrero de 2015

Argerich y Sosa, ovacionadas - Archivo La Nación (08 de septiembre de 2003)


En el Teatro Colón 
Argerich y Sosa, ovacionadas 
La pianista y la cantante se reunieron por primera vez en una velada mágica
 
En la sala del Colón hubo otra vez mucha gente de pie. Está todo dicho. De todos modos concurrían a un concierto atípico. Nada de mezclas raras de protagonistas. Nada de rockeros. El concierto no suscitaba por igual el interés de todos. Mercedes Sosa y Martha Argerich (que anteayer también se presentó en el Colón, sobre lo que se informa en Espectáculos) transitan por diferentes caminos del arte. 

Una está consagrada y es símbolo de la música argentina, sobre todo del folklore. La otra -gigantesca intérprete de piano- está dedicada por completo a la música clásica, inclinada hacia las expresiones pianísticas de los creadores contemporáneos. 

Unos fueron, entonces, a escuchar a Mercedes Sosa, sola, con su guitarrista Colacho Brizuela, en compañía de la Camerata Bariloche, y por primera vez junto al piano de Martha Argerich, dedicada de lleno al cancionero de tierra adentro. Otros, a escuchar música clásica -si bien de inspiración folklórica- con la Camerata, junto al guitarrista Eduardo Falú. Los más, para llevarse el recuerdo -la parte anecdótica preferentemente- de estos dos portentos musicales, cada cual en su estilo. Martha, que no solamente acompañaba por primera vez a un cantante (si se descartan encuentros de amigos o conciertos en la intimidad), se introducía de pronto, como otra de sus repentinas ocurrencias, por los meandros del folklore argentino, que conoce tanto como puede hacerlo cualquier músico extranjero dedicado de lleno a lo clásico. En definitiva, a través de varios ensambles, la sesión vespertina de este domingo en el Colón estaba destinada a las expresiones vernáculas. 

La sesión abrió con una obra de Ginastera tan distante de toda inspiración folklórica como puede estarlo cualquier otra partitura de Schoenberg, Prokofiev o Berio (no nombramos a Bartok porque mucha de su obra lleva el sello de la hungaridad.) En efecto: Concerto per corde, Op. 33, de Ginastera, con la que se inauguró la noche, si bien es un merecido homenaje al compositor en el 20° aniversario de su fallecimiento, desconcertó a los oyentes de tal manera que entre movimiento y movimiento las toses cubrieron el recinto. Un modo de expresar el tedio. Misterio, esoterismo, "música objetiva", como la llamó Juan Carlos Paz, suspensos, crispaciones, no arrancaron sino tímidos, esquivos aplausos.

La primera ovación ocurrió cuando asomó el compositor, guitarrista y cantor Eduardo Falú para entregar otra vez, con la Camerata, su "Suite Argentina", hermosamente orquestada por Oscar Cardozo Ocampo. 

Allí mismo se instaló el clima intimista que inundaría cada rincón del teatro durante toda la noche. Al terminar, Falú rindió su homenaje a Martha Argerich, cantándole su bellísima zamba "Tonada del viejo amor", sobre versos de Jaime Dávalos. 

Allí terminó la primera parte. 

La segunda fue enteramente para Mercedes Sosa, invitada privilegiada de Martha Argerich para su festival, que se inició el 4 del actual y concluirá pasado mañana en el Teatro Colón. 

Con Colacho Brizuela, la Camerata, Martha Argerich y, hacia el bis, con todos ellos, Mercedes repasó un cancionero en el que alternaron creadores de la talla de Yupanqui, Guastavino, Cuchi Leguizamón, Alberto Ginastera y Ariel Ramírez, entre los patriarcas del folklore argentino. 

Sin concesiones, casi como si se tratase de una ceremonia sagrada, el refinamiento y la exquisitez adornaron el cancionero argentino de tierra adentro.

Premiados

  • MONTREAL.- El cine argentino conquistó dos importantes premios en el Festival de Cine del Mundo, que concluyó anoche aquí. La actriz Marina Glezer, protagonista de "El Polaquito", de Juan Carlos Desanzo, ganó el de mejor intérprete femenina, en tanto "Cleopatra", también de Desanzo, se adjudicó el premio del público a la mejor película latinoamericana. El Gran Premio de las Américas al mejor film fue para "Kordon", de Serbia y Montenegro.
 Argerich y Sosa, ovacionadas
08 de septiembre de 2003

Sandor y Argerich, para la historia - Un encuentro pianístico entre dos grandes, de gran contundencia musical (07 de septiembre de 2003)


Festival Martha Argerich. Concierto de cámara. Intérpretes: Alexandre Dossin, Martha Argerich, György Sandor, Alexis Golovin, Darío Ntaca, piano; Angel Frette, Arturo Vergara, percusión; Marek Denemark, clarinete, Cuarteto Vivace, Organizado por la Fundación Teatro Colón en la sala principal del teatro. Viernes 5

Un encuentro pianístico entre dos grandes, de gran contundencia musical
Era imposible no comparar este segundo concierto de cámara del Festival de anteayer con el sinfónico del día anterior, aquel que habían construido, en estado de gracia, Martha Argerich, Charles Dutoit, Alexandre Dossin, Sergio Monteiro y los músicos de la Filarmónica de Buenos Aires.

En esta ocasión, los resultados generales no fueron los mismos -situación lógica y propia de cualquier festival en el cual participan tantos y tan diferentes músicos- aunque hubo, nuevamente, momentos de alta emoción y de excelente música.

Sobre todo, cuando, al final de la primera parte, se pudo escuchar y ver la interpretación de la Sonata para dos pianos, de Bartok, indudablemente uno de los puntos más destacados y aguardados de toda la programación del festival. 

Luego de que los técnicos del Colón ubicaron trabajosamente los dos pianos con sus respectivas colas apuntando hacia la parte posterior del escenario, donde aguardaban, ya bien instalados, los instrumentos de percusión que habrían de manejar Angel Frette y Arturo Vergara, por cierto, estupendamente, aparecieron los dos percusionistas junto a Martha Argerich y a György Sandor.
En ese mismo instante, se detectó una muy profunda conmoción, que se tradujo en larguísimos aplausos, y una admiración irrefrenable por la presencia ya no únicamente de Martha sino del gran pianista húngaro, una gloria de la música del siglo XX, el gran discípulo e intérprete de Bartok, vital, activo, refinadísimo y sorprendente a los 91 años.

La gran sonata de Bartok es un desafío durísimo para los músicos que decidan llevarla adelante. Sin lugar a dudas, es una de las obras camarísticas más complejas y de mayores dificultades técnicas para resolver, tanto en el plano individual como en el del conjunto. Como si de toda la vida se hubieran conocido y tocado juntos, el ensamble, conducido "ideológicamente", desde su banqueta, por Sandor sonó absolutamente afiatado, exacto en la creación de los misterios, la rusticidad y la poesía, bartokianos todos ellos, por supuesto, con una contundencia musical inapelable. 

Es real que hubo algunas diferencias entre los dos pianistas, sentados de espaldas al público. Pero la edad de Sandor no se reflejó en dificultad técnica alguna sino, y apenas, en algunas cuestiones de volumen. Hubo pasajes en los cuales hubiera hecho falta mayor presencia sonora de su piano -tal vez, el fugado del final del primer movimiento fue el momento en el cual hubiera sido necesario un cabal equilibrio de peso entre ambos- pero, sinceramente, fue una cuestión decididamente menor. La emoción de oír y verlos, concentrados y musicales, a los cuatro artistas en la creación de esta obra magistral y angular en la composición de la música de cámara de todos los tiempos, con el icono Sandor sobre el escenario, enalteciendo al Colón y al Festival, se había instalado sin objeciones, superando cualquier tipo de mínimo reparo marginal. La magia producida por Sandor, Argerich, Vergara y Frette quedará, otro más, entre los grandes momentos de la historia del Colón. 

Antes, al comienzo, volvió a aparecer Alexandre Dossin para interpretar la "Sonatina española", de Juan José Castro, nuevamente con una técnica abrumadora y con las mismas distancias emocionales que había establecido el día anterior en la interpretación del Concierto para piano de Schumann, un tipo de aproximación que se sintió quizá con menor intensidad por las características neoclásicas de esta obra de Castro, pero que también hubiera necesitado de una lectura menos "objetiva".

Un clarinete con luz propia

Después del intervalo, brilló con luz propia el clarinetista Marek Denemark en la "Obertura sobre temas hebreos", de Prokofiev, recordando fielmente las inflexiones propias de los especialistas en la música klezmer, muy bien secundado por Golovin y los músicos del cuarteto Vivace.
Sobre el final, Argerich y Darío Ntaca, con diferencias ahora sí palpables entre las capacidades técnicas y expresivas de una y otro, ofrecieron "Fantaisie-tableaux", una obra que no hubiera inmortalizado a Rachmaninov y que, por otra parte, fue la única obra del recital no escrita en el siglo XX.

Premio "del minuto"

  • Célebre dentro y fuera del campo de la música académica, el "Vals del minuto", de Chopin, que dura un poco más de lo que su nombre indica, pasa como una exhalación. Algo así fue lo que sucedió con Palmo Venneri, que entró después de la obra de Prokofiev, se sentó en el piano, tocó y muy bien, el breve "Estudio N°1", de Lutoslawski, y se marchó sin que el público hubiera entendido ni la situación, ni su nombre, cuando fue anunciado desde los parlantes. ¿Por qué tan breve inclusión? Porque a Argerich le gustó mucho cómo el italiano tocó la obra en la primera ronda de su concurso. Y, aunque no pasó la etapa, lo "premió" con esta invitación. 
Pablo Kohan 
"Sandor y Argerich, para la historia"

Reunión cumbre en el Teatro Colón - Archivo La Nación (07 de septiembre de 2003)


Nervios, emociones y mucha música. Este es el clima que ha envuelto los ensayos previos al concierto que Mercedes Sosa y Martha Argerich compartirán por primera vez en el Teatro Colón hoy, a las 17.

Martha y Mercedes en uno de los ensayos
Las entradas agotadas y la expectativa generada en torno del encuentro de estas dos grandes damas de la música argentina hicieron que los ensayos entre ambas y con la Camerata Bariloche -que acompañará a Mercedes en la función y a las dos si hay bises- transcurrieran en la máxima intimidad posible. Nada de curiosos, ni de periodistas, ni hasta de amigos: apenas un par de fotografías de la cantante tucumana y la pianista porteña durante un ensayo en el Colón.

Ambas se tomaron el desafío con aprensiones y seriedad. Mercedes estuvo estudiando con una versión grabada de los arreglos realizados para la ocasión por Gabriel Senanes (es una reconocida especialidad del director del Teatro Colón). Argerich empezó a encontrarle la vuelta al swing folklórico cuando el sábado se puso a recordar "Paisaje de Catamarca", zamba que había aprendido de chica. El lunes fue el primer ensayo en lo de la Negra Sosa, en un pequeño cuarto y con un piano eléctrico: los nervios se aflojaron y todo terminó con las célebres empanadas tucumanas. Hubo más pruebas hasta ayer, luego de que Martha terminó de tocar en el tercer concierto del festival. "Allá lejos y hace tiempo", "La canción del árbol del olvido", "Las cartas de Guadalupe" y "Doña Ubensa" es el programa que este dúo clásico y popular ofrecerá en un concierto que promete ser histórico. 

Martha Argerich: pequeña serenata nocturna - Archivo La Nación (04 de septiembre de 2003)


Martha Argerich: pequeña serenata nocturna


LA NACION mantuvo una atípica entrevista exclusiva, en la madrugada del sábado, con la pianista que hoy inaugura la tercera edición de su Festival en el Colón

Es sábado a la medianoche, pero en el tercer subsuelo del Teatro Colón hay varios pianistas a los que parece no importarles ni el día ni la hora.

En la Sala Nueve de Julio se encuentran dos de los jurados del Concurso Argerich, que también participarán en el Festival. Allí, el ruso Alexis Golovin toca Chopin para su colega japonesa Akiko Ebi. En el pasillo, cinco jóvenes pianistas "hacen guardia" a la vera de la otra sala, que tiene la puerta entreabierta y donde está ella.

Como todas las noches desde que llegó a Buenos Aires, Martha Argerich, noctámbula empedernida aunque luego al filo de la mañana -indefectiblemente- se queje de que "es muy tarde", estudia las obras que tocará en la Tercera Edición del Festival que lleva su nombre, tres pisos más arriba. La Suite N° 1 de Rachmaninov es la partitura que tiene por delante y que practica por primera vez con quien será su partenaire, Darío Ntaca.

"Estoy muerta de hambre", le dice Martha a un amigo y colaborador de la Fundación Teatro Colón (que está entre los productores del Concurso y del Festival Argerich) con quien había acordado la posibilidad del encuentro nocturno con el cronista de La Nacion, a quien estudia de reojo, luego de la presentación de rigor. Es que, se sabe, la genial pianista argentina es absolutamente remisa a las formalidades, sobre todo con desconocidos que, para colmo, tienen la pretensión de realizarle una entrevista.

"Vamos a tocar un rato y luego tengo que estudiar", dice, postergando el diálogo un poco más, tras deliberar durante un par de minutos sobre qué le podrían traer para comer ahí mismo. Finalmente, la "convencen" de que opte por una milanesa de pollo con puré de calabaza.

Cuando llega la comida, Martha estudia sola. Ajena a la hora y al mundo, Argerich está en el Colón desde las cuatro de la tarde para repasar y estudiar todo el repertorio que tocará en la tercera edición porteña de su festival, que se desarrollará a partir de hoy y hasta el próximo miércoles.

"Estoy muy cansada; yo ya me quería ir", se queja cuando termina su sesión de estudios.

-No hay problema.

-Pero ya viniste hasta acá... ¿Y qué querés saber? Me voy.

Sin embargo, se sienta a la mesa, deja caer el saco y abre el paquete que contiene su cena, a estas alturas bastante fría. "Charlemos, pero mejor sin eso", dice, adivinando que en el estuche sobre la mesa hay un grabador.

Es que ella prefiere las charlas amistosas a las entrevistas formales. Tal vez por eso, el diálogo con LA NACION termina prolongándose por más de una hora.

Sabe que sólo la memoria de los presentes funcionará como registro del diálogo-entrevista y por eso, derrumbando su fama de despistada, se entrega a una entretenida charla plena de detalles, en la que pasa de un tema a otro con fluidez.

El concierto con Mercedes Sosa. "Tengo miedo de este concierto; no sé cómo va a salir. Me gusta mucho cómo canta ella y acordamos hacerlo... Pero la música, ¡tengo que estudiarla! Hoy estuve con Senanes, que hizo los arreglos dos horas para ver este tema. Es la primera vez que acompaño a un cantante. Era algo que me debía hacer. De hecho, hay más momentos en los que participan cantantes en este festival.

Los concursos. "Odio los concursos, me cuesta horrores decidir, pero sé que es importante hacer uno aquí en la Argentina. Aunque ya no es tan claro en Europa que una carrera pianística se deba hacer ganando concursos. A mí me gusta mucho el concurso Chopin, siempre voy (ella lo ganó en 1965). El jurado es muy numeroso, más de veinte personas, cada uno vota con números".

La "caligrafía" de un intérprete. Argerich no hace comentarios específicos sobre los participantes, pero sí elogia al argentino Marcelo Balat, que llegó a la semifinal y obtuvo una mención de honor: "Tiene una sensibilidad muy especial; me gusta lo que hace; tiene futuro". Luego, Martha esboza una teoría sobre la interpretación musical, que compara con la caligrafía. "El temperamento es algo que se tiene desde muy chico, y no se puede cambiar demasiado. Y se puede observar claramente más allá de la edad". Y para ratificarlo comenta el hecho de que en la segunda edición de su concurso los participantes tiene un promedio de edad mayor que en la primera.

Según Argerich, este temperamento musical es algo inmodificable. "A lo sumo -agrega-, con los años uno aprende a negociar con su propio temperamento, que es lo que hace a la personalidad de un intérprete. Es como la caligrafía: puede cambiar entre la niñez y la adolescencia, pero luego no se modifica demasiado. Uno ve caligrafías con letras apretadas, que van para arriba, más abiertas o más cerradas. O a aquellos que escriben muy rápido".

No es que todo sea innato en un músico: "Hay cosas que se trabajan, naturalmente, pero esta caligrafía única es el intérprete, define su criterio estético, desde qué tipo de sonido obtiene del piano hasta su fraseo".

-Siguiendo esta idea, imagino que el límite para todo intérprete es que el tipo de caligrafía no impida la comprensión del texto.

-Claro, no hay que perder de vista que se está interpretando una obra, es una lectura.

-¿Esto es aplicable también a la actitud corporal ante el instrumento? Me refiero a que en el concurso se veían las personalidades de los participantes ya desde el modo en que entraban a escena.

-Cuando tocaba sola, me ocurría que empezaba a tocar antes de saber que iba a empezar a tocar. Es algo que me sale así. Estaba sentándome y ya estaba tocando, sin darme cuenta.

-Cuando tocás con Nelson Freire parece ocurrir algo similar; en el primer festival aquí empezaron sin siquiera mirarse.

-Sí, nos entendemos bien. Nos conocemos desde hace mucho tiempo y hace años que tocamos juntos. Pero es algo que no puedo explicar con palabras, no es racional: solo sé que funciona.

-¿Con quienes te ocurre algo similar?

-Con Gidon Kremer, Mischa Maisky.

-¿Qué es lo que te gusta de un compañero con el que hacés música de cámara? ¿Preferís que se produzca lo mismo que en el ensayo o que te sorprendan?

-Prefiero los que me sorprenden. Sé que no a todo el mundo le gusta la improvisación en un escenario. Pero a mí me gusta eso. También hay que saber acompañar al otro; no todos saben hacerlo. Creo que yo soy una buena pianista acompañante; por eso, cuando toco piano a cuatro manos prefiero tocar la parte grave y manejar los pedales.

Georgy Sandor. El legendario pianista, de 91 años, formó parte del jurado del concurso y tocará con Martha, mañana, la Sonata para dos pianos y percusión de Bela Bartok, de quien fue uno de sus más destacados alumnos. "Lo conocí en Guanajuato, México. Me acuerdo de que iba a tocar por primera vez el Tercero de Rachmaninov. Y que acababa de salir de una rubeola o viruela, y tenía toda la cara colorada. Le gustó cómo toqué y nos hicimos amigos. Tiempo después, en París, fuimos a un recital de Richter. Tuvimos que tomar el metro a Saint Denis porque no llegábamos a tiempo. Al finalizar el concierto, fuimos a verlo y Sandor le dijo a Richter que había aprendido mucho. Y Richter se ofendió: "No quiero que nadie aprenda nada cuando toco, sino que tenga placer", dijo."

-¿Se enojó mucho?

-No, se le pasó enseguida (risas).

-Tocar con Sandor debe de ser lo más parecido a hacerlo con Bartok, ¿no? ¿Es la primera vez que tocan juntos la Sonata para dos pianos y percusión ?

-Nunca habíamos tocado juntos, y cuando empezamos con el festival se me ocurrió que sería bueno tocar esa obra con él. Pensé que me iba a decir que no. Es que está grande, tiene 91 años. Así que no sé cómo resultará. Tocar Bartok con él... Sí, seguramente él tiene un concepto de la obra interesante.

Cada vez más distendida, Argerich acaba su cena y se dedica a disfrutar de un cigarrillo. En un repaso de los conciertos que ofreció y ofrecerá durante este año, llega a la conclusión: "Estoy tocando más ahora que cuando era joven, es absurdo".

Cuenta que estuvo una semana en su casa y que sólo canceló unos conciertos en marzo. No lo menciona, pero se debió al pesar que le causó la muerte de su hermano Juan Manuel.

Efectivamente, Argerich hace tiempo que hace música sin pausas y sin cancelaciones. La razón se encuentra en sus palabras: "Negociando con su propio temperamento". Si bien asegura que no sabe decir que no, se niega sistemáticamente a estar sola en un escenario. Así como en la vida vive rodeada de sus afectos familiares y musicales, lo mismo hace en el escenario, donde sólo hace música de cámara y conciertos sinfónicos.

Así, trasforma el escenario en un lugar de amistosos encuentros musicales. Lo cierto es que, entre anécdotas, recuerdos y reflexiones musicales, se hacen las tres de la mañana. "Ahora se me fue el sueño", se queja, volviendo a poner esa cara aniñada que la hace única. En el Colón sólo queda Darío Ntaca estudiando y los serenos.

La 9 de Julio luce el movimiento típico de un sábado por la noche. A Martha sólo le queda cruzarla para ir al Hotel Panamericano, donde pasa el poco tiempo que le queda libre del Colón. ¿Ustedes van para allá?, pregunta. Es que Martha estirará su noche charlando con algunos de sus colegas, para recomenzar bien entrado el día siguiente.

Para agendar/ lo más destacado

Pianistas por triplicado. Debido a que fueron dos los ganadores del último Concurso Argerich, se modificó el programa para la función de apertura del festival, hoy, a las 20.30. Abrirá la función Argerich, con el Concierto N° 1, de Beethoven; seguirá Sergio Monteiro, con su elogiado Concierto N° 3, de Bartok, y concluirá la primera parte Alexandre Dossin, con el Concierto en La menor de Schumann. La Filarmónica, que será dirigida por Charles Dutoit, cerrará la velada con "La valse", de Ravel.

El repertorio de Argerich y Sosa. El domingo compartirán el escenario por primera vez Martha Argerich y Mercedes Sosa. En la función participarán la Camerata Bariloche, Eduardo Falú y Colacho Brizuela. Mercedes y Martha están ensayando juntas la zamba "Allá lejos y hace tiempo", de Ramírez y Tejada Gómez; "La canción del árbol del olvido", de Ginastera; "Las cartas de Guadalupe", de Ramírez/Luna, y "Doña Ubensa", de Gustavo "Chacho" Echenique.

Por Martín Liut De la Redacción de LA NACION 

miércoles, 4 de febrero de 2015

XIV Edición del Proyecto Martha Argerich - Del 10 al 29 de junio de 2015 en Festival de Lugano

Orquesta Da Camera - Martha Argerich 3 Mayo 2015 - 7 Mayo 2015 - TEMPORADA 2014-2015


3 Mayo 2015 - 7 Mayo 2015 - TEMPORADA 2014 - 2015


Gira de presentación de esta formación creada con la mejor generación de jóvenes talentos de nuestro país con una brillante y contrastada trayectoria profesional internacional. La Orquesta Da Camera está formada por miembros del Cuarteto Casals, Cuarteto Quiroga, y músicos españoles que colaboran habitualmente con orquestas de prestigio como la Mahler Chamber Orchestra, Luzerne Festival Orchestra, Orquesta de Radio Frankfurt, Sinfónica de Bamberg, et...

La orquesta fue presentada en concierto en el Palau de la Música de Barcelona el pasado 9 de octubre de 2013. El éxito de crítica y público fue tan abrumador que impulsó de inmediato una gira de presentación por España. La confianza de Martha Argerich al proyecto nos honra enormemente, e impulsa la carrera de esta joven formación.

Beethoven Sinfonía número 4, en mi bemol mayor, op. 64
Shostakovich Concierto para piano y trompeta, en do menos, op. 35


Robert Schumann - Artist Portrait Martha Argerich - Nuevo CD


Robert Schumann - Artist Portrait Martha Argerich - Nuevo CD

lunes, 2 de febrero de 2015

Martha Argerich - Tapa de Revista Classica Febrero 2015


Revista Classica N° 169
Febrero 2015
En couverture Martha Argerich

Oui, vraiment, Merci Martha!

On ne la remerciera jamais assez. Martha Argerich a accepté d'être notre invitée exceptionnelle le temps d'un numéro historique de Classica: le voici. Vous verrez que c'est plutôt elle qui nous a invités, en faisant partager, pages 46 à 52, quelques semaines de sa vie à Olivier Bellamy. Cinq ans après la parution de sa biographie de la "lionne", notre grand reporter livre donc de nouvelles confidences, rires et émotions mêlés. Mais s'il est capable de révéler quelques menus secrets, un génie ne séxplique pas vraiment. Car le génie, comme l'explique bien Bellamy dans son Dictionnaire amoureux du piano, est "englué dans ses paradoxes, mal à l'aise dans le monde réel, effrayé par sa singularité, aveuglé par une vérité dont le commun des mortels ne per
çoit que les ombres, étourdi par des moulins à vent rendus hostiles par son imaginaire fertile, porté par une force qui le dépasse" Alors si Martha a bien voulu nous parler un peu d'elle, c'est surtout aux autres qu'elle a pensé pour "son" numéro de Classica, évoquant ses collaborations les plus précieuses, dont celle avec Ivry Gitlis, ainsi que les jeunes pianistes qu'elles aime aider. Oui, vraiment, merci Martha!

Ce numéro placé sous le signe du piano et de cette immense artiste est également l'occasion, pour la rédaction de Classica, de lancer auprès de vous une grande consultaton: jusqu'au 1er mars, vous pouvez votez afin d'élire votre "pianiste préféré". Je vous donne rendez-vous page 18 pour découvrir les modalités de cette nouvelle opération. Alors? Rachmaninov ou Liszt? Richter ou Horowitz? Et pourquoi pas Argerich? Les résultats seront connus dans notre numéro d'avril. D'ici là, à vous de jouer!

Bertrand Dermoncourt