jueves, 30 de julio de 2015

miércoles, 29 de julio de 2015

Barenboim Martha Argerich Bartok Sonata dos pianos y percusión

Bartók: Sonata para dos pianos y percusión En 1937, Béla Bartók escribe una de sus obras maestras, la Sonata para dos pianos y percusión tras haber legado, en asombrosa eclosión productiva, dos creaciones deslumbrantes: el quinto Cuarteto de cuerdas y la Música para cuerdas, percusión y celesta. Bartók está en la madurez y el esplendor de su genio. Fue compuesta entre los meses de julio y agosto de 1937 en Budapest, como respuesta a un encargo de la Internationale Geselleschaft für neue Musik (Sociedad Internacional para la nueva música) de Basilea para su décimo aniversario. El propio compositor y su mujer, la pianista Ditta Pasztory la estrenaron el 16 de enero de 1938, acompañados por Fritz Sjchiesser y Philipp Rühlig en la percusión integrada por timbales, gran caja y cajas claras, címbalos, tam-tam, triángulo y xilófono. Dicen sus biógrafos que la idea de componer para dos pianos le venía interesando al compositor. A este propósito se suma la idea de Bartók de asociarlos con la percusión. Y así lo confirma cuando asegura que “poco a poco se reforzaba en mí la convicción de que el piano no contrabalancea de manera satisfactoria la sonoridad muy a menudo “mordiente”, penetrante, de los instrumentos de percusión. De ahí que el proyecto se modificó de tal manera que dos pianos en lugar de uno aparecen aquí confrontados a la percusión”. Así respondía al encargo… La Sonata se divide en tres movimientos. El primero adopta la forma de sonata bitemática, introducida por un expresivo preludio, en tiempo Assai lento que conduce a un Allegro molto con preparación del tema principal, compartido entre los timbales y las síncopas de los pianos, que se resuelven en el segundo tema, más melódico; el dinámico tempo se acelera aún más para terminar en una danza arrolladora. Un segundo movimiento, de extraordinaria poesía, muestra la vena lírica bartokiana. Introducido por la percusión sola, este Lento ma non troppo de forma ternaria se basa en la oposición entre la línea conjunta de la primera parte y el corto motivo rítmico de seis notas de la parte central que alcanzará una intensidad en fortissimo (Agitato). El último movimiento, Allegro non troppo, combina las formas rondó y sonata antes de volcarse en un decidido rondó final. Aquí los desarrollos rítmicos y melódicos se van estrechando cada vez más, con entradas apretadas cuya tensión dinámica se resuelve finalmente en una conclusión calma y etérea. Esta sonata ha sido grabada por Bartók, Ditta Pasztory y dos percusionistas norteamericanos en noviembre de 1940 en New York. Al mes siguiente, la obra fue objeto de una transcripción bajo la forma de Concierto para dos pianos y orquesta, creada el 21 de enero de 1943, y que significó la última aparición en público del compositor.

Agradecimientos a Hernan H por compartir este invalorable material con todos nosotros

Barenboim, Martha Argerich Schumann Seis estudios Canonicos

Schumann: Seis estudios canónicos, Op. 56 Dentro de la impresionante genialidad de la obra de Schumann para el teclado, las obras para piano a cuatro manos son poco numerosas Se estima que su inspiración, subjetiva y apasionada, inclusive impulsiva, no se adecuaba a la actuación de dos personas frente al mismo teclado. De 1828, sin duda previas a la gran explosión del genio de Schumann, son las Ocho polonesas. Pero deben transcurrir veinte años, en 1848, para que el músico ofrezca una de sus mejores obras para piano a cuatro manos. Se trata de Bilder aus Osten (Imágenes de Oriente), Op. 66, una serie de seis impromptus inspirados, según sus propias declaraciones, por una lectura de Maqams del poeta árabe Hariri en la traducción alemana de Friedrich Rückert, donde se cuentan las ocurrencias de Abou Saïd, el equivalente árabe de nuestro conocido Till Eulenspiegel. En 1849 compone lo que será su Opus 85, consistente en Doce piezas para grandes y pequeños niños.También destinados a la juventud son las Escenas de baile Op. 109, de 1851, y las seis piezas de danzas fáciles, Kinderball, Op. 130, de 1853. A ellas se suman los Estudios Op. 56, que se componen de seis piezas en forma de canon y los Bosquejos Op. 58, mientras que la única obra original de Schumann para dos pianos surgió en 1843, el Andante y Variaciones en Si bemol mayor Op. 46. Posteriormente, como se verá, los Estudios Op. 56, así como los Bosquejos Op. 58 (ambas para piano a cuatro manos) fueron transcriptos por Debussy para dos pianos. El programa de hoy incluye los Estudios, Op.56. Se trata de seis estudios en forma de canon, para piano con pedales, dedicado por Schumann a su maestro alemán Johann Gottfried Kuntzsch en 1845 y publicados al año siguiente. Recordemos que el canon es la más rígida forma de imitación. En efecto, el proceso imitativo no se limita a fragmentos o a motivos más o menos amplios, sino a una completa entidad melódica. Naturalmente, el canon puede ser riguroso o libre, según el consecuente respete o no con exactitud las proporciones melódicas y rítmicas del tema. El primero de los cánones de Schumann lleva sus dos voces superiores en canon a la octava y se le considera la más próxima al estilo de Bach. El segundo registra una expresión más romántica, con una melodía de tipo berceuse que precede a la elaboración del canon, con una proximidad al espíritu de las Romanzas sin palabras de Mendelssohn mientras, por su tratamiento final con apoyaturas cromáticas, recuerda el estilo de Chopin. También próximas a Mendelssohn se perciben el tercero y cuarto estudio, mientras el quinto es un scherzo que parece ubicarse asimismo en la línea de las Romanzas sin palabras de aquel mismo compositor. El último canon se presenta como un solemne cortejo de acordes, interrumpido en determinado momento por un breve fugato. Tanto este Op. 56 como los cuatro Bosquejos, Op. 58, escritos por Schumann para piano a cuatro manos, fueron transcriptos por Debussy para dos pianos y es ésa la versión que nos ofrecen hoy nuestros intérpretes.

Muchas Gracias a Hernan H por compartirlo con todos nosotros

Martha Argerich y Daniel Barenboim plays BELA BARTOK SONATA para dos pianos y percusión (1)

Agradecimientos a Arturo Zeballos
 26 de julio de 2015 - Teatro Colón de Buenos Aires

Martha Argerich y Daniel Barenboim plays BELA BARTOK SONATA para dos pianos y percusión (2-3)

Agradecimientos a Arturo Zeballos
Domingo 26 de julio - Teatro Colón de Buenos Aires

lunes, 27 de julio de 2015

Argerich y Barenboim, otra vez fuera de serie


Ayer volvieron a deslumbrar al público en el Teatro Colón, como sucedió hace casi un año; brindaron sendas interpretaciones magistrales


No pasó todavía un año desde que tocaron juntos por primera vez en el Teatro Colón. Sin embargo, pocas cosas cambiaron durante ese tiempo en la relación entre Martha Argerich y Daniel Barenboim: la misma manera de entrar al escenario tomados de la mano, y salir así también después de cada pieza; el gesto del maestro de abrazarla y besarla en la frente mientras saludan al público. Musicalmente, salvo por el piano nuevo que trajo el maestro, las cosas tampoco cambiaron: el concierto a dos pianos de ayer a la tarde, fue, como el año pasado, fuera de serie desde el principio al final. Hay que insistir aquí en un punto: sigue siendo asombroso que dos individuos y dos personalidades musicales tan diferentes alcancen semejante grado de entendimiento artístico.

En todos los programas que Barenboim trajo esta vez a Buenos Aires no existe el menos atisbo de complacencia. Éste que prepararon con Argerich para dos pianos no fue la excepción. Hubo un riguroso eslabonamiento, no podría decirse invisible, pero sí tácito. Los Seis estudios canónicos opus 56 de Robert Schumann fueron transcriptos para dos pianos por Claude Debussy; y, por su lado, En blanc et noir de Debussy tiene figuraciones y gestos de escritura que anticipan la Sonata para dos pianos y percusión de Béla Bartók.
Esta vez, a diferencia de 2014, los dos pianos estuvieron inicialmente enfrentados. Los Estudios de Schumann son un fascinante experimento que Argerich y Barenboim convirtieron en un pequeño milagro que consistió en reconciliar dos mundos: la escritura contrapuntística bien diferenciada con la más libre respiración cantabile. El segundo número tuvo una concentración inusitada. Antes del quinto, Barenboim tuvo que apurarse a seguir a Argerich, que empezó precipitadamente. Nadie como Barenboim para acompañarla a ella, y nadie como él para la dosificación de los tiempos musicales y escénicos. Entre Schumann y Debussy, Argerich parecía ansiosa por volver a sentarse al piano, pero el maestro la instaba a que se demorara en los aplausos.
Tanto En blanc et noir como la Sonata de Bartók son piezas que Argerich tocó y grabó con otros pianistas (Stephen Kovacevich y Nelson Freire son dos de ellos), pero con Barenboim pasa siempre algo distinto. Sabemos que Debussy dijo que En blanc et noir, fechada en 1915, tomaba su "color" el piano mismo; también sabemos que habló de los "grises de Velázquez". Es una pieza hecha de todas las gradaciones del gris para aludir a un tiempo gris. Así se explica que la segunda sección (Lent. Sombre) tenga en la partitura unos versos de la "Ballade contre les ennemis de la France". Hay que decir que pocas veces se escuchó un Debussy más áspera, más justamente áspera. Argerich y Barenboim no limaron ningún filo y entregaron una lectura desoladoramente punzante. Las acentuaciones abruptas del "Scherzando" anticiparon el resto.
El concierto cerró con la Sonata de Bartók, otra obra del siglo XX en la que, como en el caso de La consagración de la primavera que tocaron el año pasado, la sensibilidad rítmica resulta crucial. Además, es posiblemente el ejemplo más perfecto de la escritura bartokiana para piano. Bajo ese afecto un poco masivo que desgarra las insinuaciones melódicas, la sonata está colmada de detalles mínimos. La obsesión por la transparencia que Barenboim proyecta a la orquesta fue útil también en este caso: nada quedó solapado. En el principio del movimiento lento, lograron la ilusión de que el tiempo se detenía y se ponía después de nuevo en movimiento. El maestro usó su piano "Barenboim". La competencia con el otro piano (un Steinway regular) hizo difícil decidir cuán diferente es su sonido, aunque es evidente que resulta menos complejo, un poco más aéreo y luminoso.
Hubo un solo bis, que no concedieron enseguida: una transcripción de la "Danza del hada de azúcar" del El Cascanueces de Tchaikovski. Caían rosas desde los palcos. Barenboim cerró la tapa del piano y se puso una flor en la boca para indicar que había que irse. Alguien corrió al borde del escenario a saludar a Argerich y la agarró de las manos mientras hablaba algo inaudible. Barenboim actuó rapídisimo: se acercó y le dijo al hombre: "¡Cuidado con las manos, cuidado con las manos!".

PRÓXIMOS CONCIERTOS

El Festival de Música y Reflexión seguirá pasado mañana y el jueves, a las 20. Ese día Martha Argerich y Daniel Barenboim volverán a presentarse juntos. Argerich actuará como solista y Barenboim estará al frente de la Orquesta West-Eastern Divan. El programa incluye el Concierto para piano N° 2 en mi bemol mayor opus 19 de Beethoven y la Sinfonía N° 4 de Tchaikovski.

Argerich-Barenboim, un encuentro ambicioso en el Teatro Colón

La presencia de Martha Argerich y Daniel Barenboim en la Argentina, que comprende heterogéneas actividades con diferentes formatos, repertorios, intenciones y ambiciones, encontró anoche en el teatro Colón, bajo la modalidad de un concierto en dúo a dos pianos, una de las expresiones de mayor excelencia de ese programa pues, más allá de la jerarquía de los ejecutantes, reposó sobre un enfoque -en materia de selección, omisión y cohesión- bien pensado y mejor desarrollado.

Habrá que advertir y dejar fuera de toda controversia la relevancia de la misma del hecho de que las dos mayores celebridades argentinas de las música clásica incluyan al circuito porteño en sus agendas, ya sea para la programación tradicional del Colón (que se ha esforzado en recuperarlos) como en la inusual y extraordinaria apertura que significó su lugar dentro del Centro Cultural Kirchner, la semana pasada.


Del contraste inevitable entre esas actuaciones y, más allá de entendibles razones contractuales, queda una vez más expuesta la perplejidad que arroja la forma en que se programan los conciertos "abiertos" de las figuras de la música clásica, objeción que señala por igual cuando Zubin Mehta dirige en Puente Alsina con la organización del gobierno porteño o cuando Argerich se abre a nuevos públicos en el CCK bajo la órbita del gobierno nacional.

En forma persistente se conjugan en esos casos repertorios extraños para los propios ejecutantes, o una colección de fragmentos sin unidad, como si el público menos entrenado no pudiera disfrutar de las estéticas y especificidades que les dieron a esos artistas el fundamento para ser parte de espectáculos de esa naturaleza.

Si bien puede ser claro que la retórica wagneriana o el lenguaje de Arnold Schönberg resultan obviamente áridos en una primera escucha, no es menos cierto que existe un inmenso campo de la "música culta" que puede presentarse a una escucha inaugural sin resignar la potencia ni la riqueza de las obras que Argerich (en este acaso, pero bien puede ser otro) acostumbra a ofrecer en las salas de concierto.

Ese punto de equilibrio tuvo, por caso, el programa a dos pianos que entregó ayer el Colón, y que abarcó los "Seis estudios canónicos", Op. 56, de Robert Schumann; la suite "En blanco y negro" de Claude Debussy y la "Sonata para dos pianos y percusión" de Béla Bártok. No hay fundamento -fuera del prejuicio- para excluir piezas de este perfil de los conciertos populares.

Una saludable articulación ofrecieron las dos primeras obras del concierto, ambas matizadas por Debussy, dueño de la caligrafía de la segunda y autor de la transcripción de la primera, ya que fue compuesta por Schumann para piano a pedal.

Particularmente afines al estilo de Barenboim, que ha desplegado el repertorio sinfónico de Schumann, los estudios -en forma de canon- marcaron la introducción de la noche retomando la línea ya expuesta en el concierto del sábado, donde los dos pianistas interpretaron un programa en conjunto con la Orquesta West-Eastern Divan.

La pieza de Debussy, en tres segmentos, operó como una cita a una de las corrientes más vigorosas de la música contenidista o programática del romanticismo musical, con un lenguaje enérgico, poli-rítmico y de alta exigencia técnica que supone una alusión al drama de la guerra.

Finalmente, los pianistas presentaron la popular obra de Bártok, la más próxima a las tradiciones de Argerich, con los pianos presentados en relación de confrontación (el "Barenboim experimental de su creador y el Steinway de Argerich) con la percusión.

La obra enfatiza (y esto cobra valor especialmente entredicho con la pieza de Debussy) las formas puras del arte musical con su apelación, estructural, a las concepción de la "sección áurea" con su momento álgido en la apertura de la re-exposición.

Más allá de algún despiste de lectura superado por Barenboim, el concierto fue clausurado con la cerrada ovación del público que encontró una respuesta a la altura de las expectativas.

Barenboim y Argerich se volverán a presentar el miércoles 29 y el jueves 30 en el teatro Colón, desde las 20, junto con la Orquesta West-Eastern Divan, con un programa dedicado a Ludwig van Beethoven y Piotr Ilich Tchaicovsky.

jueves, 23 de julio de 2015

La Fundación Judaica hizo entrega del Premio Barón Maurice de Hirsch en el Museo Judío de Buenos Aires a la Maestra Martha Argerich


Cabe destacar que el premio Barón Mauricio de Hirsch fue otorgado a distinguidas personalidades de la sociedad argentina como el Pbro. Carlos Cuchetti; el Dr.J.García Venturini, el Dr.Miguel Ordóñez; la Sra. Berta Singerman y el Dr. Moisés Goldman.


Agradecimientos a Rabino Bergman por las fotos

Album Infobae

Martha recorre el Museo Judío

Martha Argerich en el Museo Judío

Ensayo de Martha y Daniel en el Teatro Colón

Agradecimientos a Ivan Perez Sarmenti
 Periodista - CNN - La Nación (Argentina) Buenos Aires - Argentina 

Arranca el festival Barenboim con Martha Argerich y la West-Eastearn Orchestra


El músico y director de orquesta argentino ofrecerá una serie de conciertos junto a la West-Eastern Divan Orchestra y a la pinaista en el marco del Festival Barenboim 2015, que se desarrollará en el Teatro Colón


Las presentaciones de Barenboim, que en la actualidad dirige la Opera de Berlí­n y anteriormente estuvo al frente de la Orquesta Filarmónica de Londres, la Orquesta de Parí­s y la Orquesta Sinfónica de Chicago, entre otras, comenzarán el próximo viernes 24 a las 20 en el Teatro Colón con una presentación de la West-Eastern Divan, que conforma con músicos israelíes y palestinos como un claro posicionamiento en favor de la paz en Medio Oriente.


En este concierto, Barenboim y su orquesta interpretarán "Idilio de Sigfrido", de Richard Wagner; "Sinfonía de Cámara", de Arnold Schoenberg; y "Sur Incises" (estreno en Argentina) de Pierre Boulez.

Las actuaciones continuarán en el máximo coliseo argentino el sábado 25 (a las 20) y domingo 26 (a las 17), donde a la actuación de la orquesta se sumará la presencia estelar de Martha Argerich, con quien Barenboim realizará una serie de performances a dos pianos.

El repertorio del sábado estará compuesto por "Sinfoní­a de cámara No. 1", Op. 9 de Schoenberg, "Sur Incises", de Boulez; "Seis estudios canónicos", Op. 56 de Robert Schumann y "En blanco y negro" de Claude Debussy.

En tanto el domingo repiten los "Seis estudios..." y "En blanco y negro", agregando la "Sonata para dos pianos y percusión" de Béla Bártok , además de obras seleccionadas por ambos pianistas.

El miércoles 29 y el jueves 30 (ambos días a las 20) Barenboim y la West-Eastern se presentan otra vez con Argerich con un programa que propone el "Concierto para piano y orquesta No. 2" en Mi bemol mayor, Op. 19 de Ludwig van Beethoven y la "Sinfoní­a No. 4" en Fa menor, Op. 36 de Piotr Ilich Tchaikovski.

El Festival tendrá continuidad el martes 4 de agosto a las 20, cuando Barenboim y la West-Eastern Divan presenten un concierto de música iraní­ y árabe proponiendo nuevas sonoridades que tienden puentes entre culturas y tradiciones.

Mientras que el viernes 7 a las 20 realizará un programa que incluye el "Triple concierto para violí­n, violonchelo y piano" en Do mayor, Op. 56 de Ludwig van Beethoven y "Pelleas und Melisande", Op 5 de Arnold Schoenberg.

Este programa se repetirá el sábado 8 en un concierto con entrada gratuita pero exclusivo para estudiantes que se desarrollará a las 12 del mediodía; mientras que a las 20 será la última actuación de Barenboim y la orquesta en el Colón, durante el cierre de la segunda edición del Festival Barenboim 2015.

Por otra parte y atento a su trabajo en favor de la paz en Medio Oriente, Barenboim junto a la orquesta -que fundó en 1999 con el teórico literario y musical palestino Edward Said y que reúne a jóvenes talentos musicales de Palestina, Israel y los países árabes-, ofrecerán una serie de Conciertos por la Convivencia, que se desarrollarán en distintos templos religiosos.

El domingo 2 y en la primera de estas presentaciones, Barenboim y la West-Eastern Divan se presentarán en la mezquita del Centro Islámico República Argentina (avenida San Juan 3053) a las 20.30.

El miércoles 5, el concierto será en la sinagoga Templo Libertad (Libertad 769) a las 19.30; mientras que el jueves 6 a las 19.30 la presentación será en la Catedral Metropolitana (Avenida Rivadavia y San Martí­n).

Los Conciertos por la Convivencia serán con entrada libre y gratuita y constarán de un programa musical que incluye "Mini Overture", de W. Lutoslawski; "Contrapunctus I.", de J.S Bach; "Locus Iste", de A. Bruckner; "Rondo for brass quintet", de Lior Shambadal; "Suite Americana", de Enrique Crespo; y "Estampas de Palermo", de José Carli, entre otras obras.

"Es hora de pensar el conflicto de Medio Oriente no como político sino como un conflicto humano", aseguró Barenboim en la presentación del Festival 2015 que se realizó ayer en el Teatro Colón.

miércoles, 22 de julio de 2015

Novedades del Festival Barenboim 2015

Con un agradable clima se llevó adelante la conferencia de prensa de Daniel Barenboim y Martha Argerich en el Teatro Colón. Como dato destacable Lopérfido confirmó que se agregó un concierto en el que Martha y Daniel compartirán escenario, el día 25 de julio. Otra novedad es que transmitirán los conciertos a través de streaming y por televisión.


Hermosa tarde de invierno en Buenos Aires, fría, pero con un agradable sol. Con mucha alegría y un poco de entusiasmo primerizo, MCBA asistió al Teatro Colón para presenciar la conferencia de prensa que brindaron dos verdaderos próceres de la cultura y la música internacional: Martha Argerich y Daniel Barenboim. 

Después de unos 20 minutos de espera aparecieron sonrientes, acompañados de Darío Lopérfido, director del teatro y un séquito de asistentes. Él, elegantemente vestido de traje, corbata y sweater verde. Ella, de manera más informal ya que dejó por la mitad un ensayo al que volvió rápidamente en medio de la conferencia de prensa. Darío Lopérfido, un poco nervioso -como él mismo se declaró por no poder dejar de lado su faceta de fan hacia los protagonistas- dio inicio a la conferencia: “Difícil merecerse estar en compañía de ellos que son los dos argentinos más importantes que tenemos en el mundo”. “No se olvide del Papa Francisco”, agregó Martha. “Si me dan a elegir tres, sin duda. Sino...”. ”Pobre Messi….”, concluyó Daniel, ante la risa generalizada de la prensa asistente.   

Como dato destacable Lopérfido confirmó que ante la gran demanda del público -además de los dos conciertos ya previstos que iban a compartir- se agregó un concierto en el que Martha y Daniel compartirán escenario, el día 25 de julio con un programa a dos pianos con los Seis estudios canónicos de Schumann y la Suite En blanco y negro de Debussy. (Para los que se habían quedado sin entradas para el día 26, les comentamos que al cierre de esta nota todavía quedaban algunas para el día 25). 

Otro adelanto (recién la semana que viene darán mayores detalles) es que  transmitirán los conciertos a través de streaming y por televisiva. También, y por iniciativa de Barenboim, se realizará un concierto gratis exclusivo para alumnos de escuelas públicas de la Ciudad de Buenos Aires (sábado 8 de agosto), además de las ya confirmadas presentaciones en las sedes de las tres comunidades religiosas de la Ciudad de un ensamble de la WEDO -sin la presencia de Daniel o tal vez sí, pero sin su dirección ni interpretación- con entrada libre y gratuita, previo retiro en el Teatro Colón (ver detalles en la programación detallada al finalizar).   

Antes de dar inicio a las preguntas Daniel Barenboim dijo que “este era un proyecto que es un triángulo: Martha, la WEDO y yo. Realmente espero todo el año para volver a Buenos Aires”. También quiso recordar que siempre han tratado de traer obras nuevas, contemporáneas y que este año además habrá un acento especial por los 90 años de Pierre Boulez y destacó la obra Sur Incises -estreno argentino- que para él es su obra maestra. “Una obra para tres pianos, tres arpas y tres percusiones. Una pieza que desarrolla la sonoridad hasta un punto extremo porque juega muy claramente con las diferencias de reverberación. Es prácticamente un efecto de música electrónica sin ningún elemento de electrónica. A su vez es una obra muy accesible para los oyentes”. Aparte aclaró que el Festival es algo que está muy vinculado con sus orígenes argentinos: “Argentina es el único país del mundo que conozco no hay ningún problema de tener identidades múltiples. No hay problema de ser Judío-Argentino. Italiano-Argentino. Inglés-Argentino. Sin perder ni una identidad, ni la otra. 

Y ahora que venimos más a menudo con la Orquesta West Eastern Divan, me doy cuenta que nunca hubiera imaginado ni podido hacer algo así (una orquesta de todos los países y pueblos del oriente medio) sin haber vivido en mi niñez esa libertad de pensamiento y libertad de identidades. Venir a la Argentina me agrada mucho y me llena la vida de un contenido que apreció cada vez más”.   Aplausos masivos y ahora sí las preguntas. La mayoría referidas a Barenboim y su nuevo piano. Donde dio nuevamente explicaciones de la diferencia con otros pianos (combina el sonido de antes con los avances técnicos actuales. La principal diferencia es que las cuerdas no son diagonales respecto de las teclas sino que las continúan en línea recta). “No es más que eso. Tampoco es un invento. Es la curiosidad de ver si se puede modernizar ese sistema con las cuerdas paralelas o no. Hasta ahora sólo he tocado en ese piano el ciclo de las sonatas de Franz Schubert y estoy tan curioso como ustedes, o más, de ver cómo reacciona el piano con otro repertorio. Y después vamos a ver. En Boulez y en el recital de dos pianos yo voy a tocar ese piano. Pero escuchen la música y no al piano”.   

Sobre el Teatro Colón, Daniel dijo que “la acústica del teatro es impresionante. Además se le para a uno el respiro visualmente cada vez que lo ve.” Martha agregó: “Desde el escenario uno se siente muy bien, con una sensación de intimidad. Una belleza loca”. De la Divan Martha Argerich dijo que “significa un deseo, una tentativa de paz, de conciliación, que son cosas que me importan mucho. Es algo maravilloso poder participar de esto”. “No te olvides que sos miembro honorario de la orquesta”, remató Daniel Barenboim junto a las risas de la sala.   Para ir concluyendo, ya con Martha fuera de la sala, quien debió volver a su ensayo, el maestro Barenboim contó que llegó el jueves de la semana pasada directamente de sus vacaciones, pero que la música le da energía:“Yo no necesito descansar de la música. He tratado de explicar eso a mi cuerpo físico que no siempre me entiende. No quiero cambiar la intensidad pero tal vez deba cambiar la cantidad. Voy a viajar menos, pero mis viajes a la Argentina serán para mí siempre una excepción”. 

Por eso Barenboim ha dejado la dirección de la Scala de Milán y se dedicará a la Academia que abrirá en Berlín (destinada también a jóvenes músicos árabes e israelíes). Luego terminó con la anécdota del gran violinista Mischa Elman, quien tocó su primer concierto a los 5 años, y cuando festejó su cumpleaños 75 también celebró sus 70 años arriba de un escenario, y un periodista del New York Times, le preguntó cómo había cambiado la situación entre su primer recital y ese momento, a lo que Elman contestó que no había cambiado para nada: “Tanto ahora como antes la gente me dice que toco muy bien para mi edad”. “Yo espero no llegar a ese punto”, finalizó Daniel Barenboim. 

Foto Arnaldo Colombaroli.

martes, 21 de julio de 2015

Martha Argerich y Daniel Barenboim ya están en el Colón


Martha Argerich y Daniel Barenboim ya están en el Colón

Las novedades del Festival Barenboim 2015


Martha Argerich sumó una presentación y Barenboim hará una función gratuita con la Orquesta West-Eastern Divan. Se anunció hoy en una conferencia de prensa en el Teatro Colón.

Conferencia de prensa en el Teatro Colón de Buenos Aires
Martha Argerich y Daniel Barenboim dieron una conferencia de prensa en el Colón, a pocos días del inicio del Festival Barenboim 2015, que comenzará el viernes con un concierto en el teatro de la Orquesta West-Eastern Divan, que Barenboim dirigirá en obras de Richard Wagner, Arnold Schoenberg y Pierre Boulez.
La conferencia incluyó algunas novedades respecto de la programación anunciada originalmente. La más importante es que Argerich ha agregado una presentación más a las dos previstas. El sábado 25 la genial pianista se sumará al segundo concierto de la orquesta en el Colón, para dar un programa a dos pianos con Barenboim: los músicos interpretarán los Seis estudios canónicos de Schumann y la Suite En blanco y negro de Debussy. Este programa en cierta forma anticipa el concierto a dos pianos del domingo a las 17, que además de esas dos obras incluirá la Sonata para dos pianos y percusión de Bela Bartok.
La segunda novedad es que la West-Eastern Divan, con la dirección de Barenboim, dará una función gratuita exclusiva para estudiantes el sábado 8 a las 12, con el Triple concierto para violín, piano y chelo de Beethoven y Pelleas y Melisande de Arnold Schoenberg.
Al comenzar la conferencia, el director del Colón, Darío Lopérfido, presentó a Barenboim y Argerich “como los dos argentinos vivos a mi juicio más importantes”. A su turno, Martha Argerich se declaró “felicísima de participar en este Festival”, pero se permitió corregir la observación de Lopérfido: “Se olvidó del Papa Francisco”. Bueno, admitió Lopérfido, “si tuviera que elegir a los tres más importantes, diría que son ustedes y Francisco”. Y entonces vino la réplica de Barenboim: “Pobre Messi”, exclamó el maestro con una inocultable dosis de realismo. 

lunes, 20 de julio de 2015

Martha Argerich en La Ballena Azul: allegro ma molto poco


"Martha Argerich junto a la Orq. Sinfónica Nacional". Martha Argerich y Eduardo Hubert (piano). L. Roggero y R. Calomarde (violín), G. Massun (viola), J. Pérez Tedesco (cello), O. Carnero (contrabajo). Orq. Sinfónica Nacional. Luis B. (piano y dir.). Obras de Schumann, Villoldo, Piazzolla, Gardel, Hubert y Bacalov. (La Ballena Azul, C. C. Kirchner, 17 de julio)

En un sketch del programa "Peter Capusotto y sus videos" se muestran escenas de fervor y locura de los fans ante una supuesta presentación al aire libre de Martha Argerich en la localidad de Perro Enfermo, Córdoba. A juzgar por la expectativa, el clima previo, la odisea por conseguir entradas y la afluencia de público vividos en torno a su primer concierto en La Ballena Azul, de entrada gratuita, la realidad está bastante más cerca de la fantasía de lo que se piensa.

Una semana antes de su regreso al Colón para el ciclo de presentaciones junto a Daniel Barenboim, Argerichtuvo su pospuesta actuación junto a la Sinfónica (cabe recordar que estaba previsto que fuera ella quien participara de la inauguración de la sala, en mayo pasado). Pese a que el programa anunciado desde el inicio distaba de ser atractivo, la página del Centro Cultural Kirchner, una de las anunciadas vías de acceso a las localidades, registró más de un millón doscientos mil ingresos, sin contar los discados al número de teléfono habilitado a tal fin. Finalmente, aquellos que no fueron privilegiados con una de las 1.750 localidades de La Ballena Azul debieron contentarse con una entrada para las otras salas del Centro en las que se proyectaba en simultáneo el concierto, o, en el peor de los casos, verlo por TV o escucharlo por radio.

He ahí una prueba de que el poder de convocatoria de Argerich supera el de la música que haga, ya que cuesta mucho imaginar un furor semejante por un programa como el escuchado el viernes en manos de cualquier otro pianista argentino. Desde el comienzo el saldo fue dispar: Argerich interpretó junto a los solistas de cuerdas de la Sinfónica el "Allegro brillante" del Quinteto para piano y cuerdas de Schumann, y -más allá de la imaginable falta de ensayo suficiente- los arcos, de afinación errática y rígido fraseo, estuvieron lejos de su partenaire. El fragmento ofició, en cierto punto, de premio consuelo para aquellos que habrían querido escuchar a Argerich en un repertorio más propio.

La primera parte se completó con un "surtido" tanguero de cámara en diversas formaciones, con músicas deGardel, Villoldo, Piazzolla, Luis Bacalov y Eduardo Hubert, por éstos dos últimos y Argerich en piano másRoggero, Massun y Pérez Tedesco, en tanto que la segunda mitad; ya con el concurso de la Sinfónica, estuvo íntegramente dedicada a obras de Bacalov (quien ocupó también el podio), comenzando con el tema principal de la banda sonora de "Il postino" y cerrando con "Porteña", que el compositor dedicara a Argerich. Se trata de una obra orquestada con oficio y construida con más efectismo que sustancia, una colección de clichés del tango sinfónico sin mucho más interés. Argerich y Hubert imprimieron excelencia a las partes de piano y la Sinfónicallevó adelante su tarea con gran eficiencia.

Pese a que, como era de esperar, las ovaciones llovieron sobre Argerich desde su primera aparición y cálidos aplausos saludaron la actuación de todos los participantes, hubo en el fondo un insalvable gusto a poco y la sensación de que la necesidad ajena de protagonismo empañó el encuentro de esta artista inmensa y generosa con su público.


Diario Ambito Financiero
Margarita Pollini

Barenboim, Argerich y la Orquesta West-Eastern Divan en el Teatro Colón


Argerich, Barenboim y la Orquesta West-Eastern Divan ya están en Argentina
Fotografía de Arnaldo Colombaroli

Martha y Daniel ya están en el Colón


Martha Argerich y Daniel Barenboim ya están ensayando en el Colón
Festival de Música y Reflexión - Teatro Colón

domingo, 19 de julio de 2015

La dama del piano como único atractivo


La histórica presentación de Martha Argerich en el Centro Cultural Kirchner

La presencia y la performance de la enorme intérprete en un concierto popular y gratuito fueron suficientes para darle a la noche un carácter inolvidable. Pese a ello, algunas elecciones artísticas no estuvieron a la altura de lo esperado.

Fue una fiesta. Y lo hubiera sido aun si Martha Argerich sólo se hubiera acercado a saludar. Su presencia de por sí concita una vibración particular. Y más cuando, como en el concierto gratuito que dio en La Ballena Azul del C. C. Kirchner, una multitud acudió para tenerla cerca por primera vez. Los límites de la sala resultaron estrechos y el centro dispuso pantallas donde otra muchedumbre pudo seguir el concierto, que a su vez fue transmitido por la Televisión Pública y Radio Nacional Clásica. Que la convocatoria tuviera que ver con una figura de los méritos de Argerich bastaba para que cada uno de los asistentes sintiera que estaba participando de un hecho histórico.
La Ballena Azul es una sala extraordinaria. Su acústica es notable; su diseño, de una belleza austera, está entre los más destacados del mundo. Allí se habían dispuesto los dos pianos que se usarían a lo largo de la presentación y las sillas para la Orquesta Sinfónica Nacional –que tiene allí su sede–, que participaría en la segunda parte, después de un intervalo. Argerich fue quien abrió el paso, caminando a lo ancho del escenario mientras hacía pequeñas inclinaciones agradeciendo la estruendosa ovación. Junto a ella, un cuarteto de cuerdas conformado por integrantes de la Sinfónica (Luis Roggero y Roberto Calomarde en violines, Gustavo Massun en viola y Jorge Pérez Tedesco en cello) interpretaron con intensidad el primer movimiento del Quinteto Op. 44 de Robert Schumann. Tal vez fue por subestimación del público, o del contexto de un concierto popular y gratuito, pero ése fue el único momento en que el repertorio estuvo a la altura real de la intérprete. Lo que vino a continuación fue una especie de autohomenaje pergeñado por Eduardo Hubert y Luis Bacalov, otorgándose a sí mismos, con el salvoconducto de una las intérpretes más grandes de la historia, un lugar que sus carreras han estado lejos de brindarles.
Casi como si se tratara de un concierto de Bacalov y su amigo Hubert con Argerich como invitada sorpresa, el compositor de la música de Il Postino tocó un arreglo de confitería de “El día que me quieras” y “El choclo”, y junto a Hubert interpretó su “Astoreando”, un refrito de los elementos más obvios de la música de Piazolla. Resulta curiosa la presencia repetida de Bacalov en las programaciones de la Sinfónica. El año anterior la orquesta dedicó un concierto a músicas de sus películas y al estreno de un Concerto Grosso de su autoría, y en 2015 hará su oratorio “Estaba la madre”. Acusado de plagio por la música de Il postino, de 1994, compuesta 20 años antes por Sergio Endrigo –tal como reconoció pagándole a su hija la mitad de los derechos–, su trayectoria no registra antecedentes mayores y mucho menos como compositor dentro de la tradición académica, un campo en el que, como demostró su obra “Porteña”, que ofició de cierre, dista mucho de un nivel profesional.
La primera parte continuó con una obra de Hubert, cuyos méritos como compositor son también desconocidos, llamada “Fauretango” y tocada por Hubert junto a un trío integrado por Roggero, Massun y Pérez Tedesco. Poco de Fauré, en realidad, y bastante de la famosa secuencia descendente sobre la que Piazzolla compuso piezas geniales como “Adiós, Nonino” o “Balada para un loco”. Argerich: bien, gracias. La pianista retornaría al escenario para tocar dos temas de Piazzolla: a dúo con Hubert un arreglo sumamente pobre de “Oblivion” y, con Hubert, Roggero, Calomarde, Massun, Pérez Tedesco y, en contrabajo, Oscar Carnero, una versión de “Tres minutos de la realidad”. Este tema, grabado por primera vez en 1957 –tal vez el momento en que Piazzolla más se acercó a Béla Bartók–, incluía dos maravillosas variaciones para piano, tocadas por un Jaime Gosis en estado de gracia. En el arreglo presentado por Hubert y compañía la sobreescritura y la cacofonía de las ornamentaciones sobre ornamentaciones destruyó aquella rítmica punzante y categórica.
Hasta allí una primera parte en que la situación se pareció demasiado a una invitación a Messi para que jugara al balero. La segunda, no obstante, no fue mejor. La orquesta tocó la música de Endrigo firmada por Bacalov, con la solvente participación de Ramiro Boero en bandoneón y un bello sonido grupal. Y luego, una especie de concierto fragmentado, hecho de pequeños temas sin desarrollo, incoherente en lo formal y estructurado siempre sobre un único plano –a lo sumo con un contracanto–, bautizado “Porteña” y dedicado a Argerich. Algunos pocos momentos alcanzaron a evocar trazas de Gershwin, Ravel o Pia- zzolla, y tuvieron la virtud de traer aquellas fuentes a la agradecida memoria. También aquí la pianista tocó a dos pianos, con el inefable Hubert –programador del concierto–, y lució su increíble sonido y la perfecta nitidez de sus articulaciones, que, en los pasajes imitativos, destacaba aún más en el contraste con lo que sonaba desde el otro piano. El aplauso cerrado premió lo que había sucedido esa noche, en todos los sentidos posibles. La música pero, sobre todo, su posibilidad. El hecho de que este concierto hubiera sucedido, aun con los dobleces en los que Argerich incurre cuando otorga a la amistad más valor que al mérito artístico, era algo festejable en sí mismo. Y así fue reconocido.

Martha, la maravillosa


Orquesta sinfónica nacional / Director:Luis Bacalov / Solistas: Martha Argerich y Eduardo Hubert, piano / Programa: obras de Schumann, Gardel, Villoldo, Hubert, Piazzolla y Bacalov / Auditorio la ballena azul,Centro Cultural Kirchner.
Nuestra opinión: muy bueno

Son muchas, infinitas, las maneras posibles de observar un concierto y comentarlo críticamente. Frente a este que tuvo lugar anteayer, en La Ballena Azul, con Martha Argerich como protagonista indiscutida, sería un error atenerse exclusivamente a las cuestiones musicales, a enfoques interpretativos o a temas estrictamente sonoros. Porque esa noche, en La Ballena, esencialmente, primaron las emociones, más allá de cualquier especulación. Desde antes que la gran pianista ingresara al escenario, ya se palpaba una intensa agitación colectiva. Es real que a lo largo del recital, que se extendió por casi dos horas, no todo alcanzó la excelencia. Pero en el final, primaron las buenas vivencias, esas que se habían ido acumulando lenta y pacientemente. Y en ese momento postrero, la multitud liberó todas sus felicidades en una explosión poderosa e interminable. La noche había sido inolvidable, tal vez para la misma Argerich también, ya que su semblante traslucía una alegría inocultable.
La primera parte comenzó con el primer movimiento del Quinteto con piano, op.44 de Schumann, con Argerich en el centro de la escena. A su lado, y sin desentonar, tocaron Luis Roggero, Roberto Calomarde, Gustavo Massun y Jorge Pérez Tedesco, los solistas de cuerda de la Sinfónica. Y ya en ese Schumann abreviado, Martha logró concitar todas las atenciones. Desde el piano, con esa seguridad y todas sus certezas, ella determinaba las respiraciones, las intensidades, las densidades y las intenciones. Después de Schumann, en esa primera parte, tuvo lugar un recital de tangos. Los tangos de cámara, con la participación de los músicos mencionados, fueronAstoreando, de Bacalov; Fauretango, de Hubert, y Tres minutos con la realidad, de Piazzolla. En algunos el pianista fue Hubert, en otros Argerich. Con algunos empastamientos sonoros, en ellos primó la corrección. Pero lo mejor de ese primer segmento fueron El día que me quieras El choclo, tocados de maravillas por Luis Bacalov en piano solo, con una sensibilidad exquisita y un dominio pleno tanto del teclado como de los misterios del mundo del tango. Y Oblivion, esa lenta, poética y lírica meditación de Piazzolla que, en el dúo de pianos de Argerich y Hubert, alcanzó una bellísima intimidad.
Después del intervalo, con la Sinfónica en pleno, Bacalov se instaló en el podio del director. Pasó casi como una exhalación mínima el tema de la película Il postino y luego vino el plato fuerte,Porteña, el concierto para dos pianos y orquesta que Bacalov escribió por encargo de la Sinfónica Nacional y que él especialmente compuso pensando en Argerich y Hubert. Porteña es una amplia sucesión de pequeños cuadros atravesados por aires de tango. Como escenas cerradas e independientes, aparecen secciones contrastantes o continuadas en las que laten imágenes, sensaciones y aromas de Buenos Aires. Desde el interior de ese entramado profundamente porteño, emergen breves citas o referencias fugaces de tangos y paisajes sonoros conocidos. Con armonías atrayentes y complejas a la vez y algunos perfiles propios de la música pensada para el cine, la orquesta, sumamente atinada, se remite, mayormente, a crear una base sobre la cual los dos pianos ponen todos los condimentos. Y obviamente es Argerich la que se destaca. Aún en territorios poco o nada frecuentados, Martha, una artista superior, luce mágica, intensa, múltiple, expresiva, siempre acertada y, a su manera, indestructible.
Con el último acorde, la multitud que ocupó hasta el último lugar de La Ballena, estalló en una ovación atronadora. Como devolución ante tanto entusiasmo, Bacalov, Argerich, Hubert y la orquesta volvieron a interpretar los últimos cuadros de Porteña. Y después sí, la gran noche, ésa que había concitado tantas expectativas, llegó a su fin. No es de imaginar que alguno de los presentes haya quedado insatisfecho. Ni tampoco es errado suponer que esta aventura "marthística" tan exitosa, con entrada gratuita, no vaya a gozar de alguna continuidad. Queda claro que, fundamentalmente, de ella dependerá que esto pueda llegar a ocurrir. Quizás, esa sonrisa que le iluminaba el rostro en el final sea el mejor indicio de que hay posibilidades de que, en el futuro, en efecto, algo similar vuelva a suceder.

Experiencia Argerich - Centro Cultural Kirchner

La pianista Martha Argerich causa furor en su visita a Buenos Aires

Más de un millón de personas buscaron localidades para escucharla

Periódico La Jornada
Domingo 19 de Julio de 2015

Buenos Aires



Era una visita muy esperada en Buenos Aires, pero nadie hubiese imaginado que generaría semejante furor. 

Más de un millón de personas intentaron esta semana obtener entradas para escuchar a Martha Argerich.
La página de reservaciones para lo que sería su primer concierto en el Centro Cultural Néstor Kirchner colapsó ni bien fue activada. La frustración brotó entre quienes intentaron lanzarse a la carrera desde sus teléfonos celulares y computadoras y, finalmente, este viernes, la pianista argentina se presentó ante los mil 700 afortunados que lograron hacerse de las codiciadas butacas en la salaBallena Azul.
“Estuvimos dos horas y mediaclickeando hasta que logramos conseguir entradas”, cuentan dos adolescentes que fueron alentadas por su abuelo a ir a escuchar a la célebre pianista.
Argerich fue sin dudas el broche que atrajo a un público muy variado que, desconociendo en gran parte el repertorio que se ofrecería, estaba dispuesto a que la noche lo sorprendiera.
Ante la enorme demanda, el centro cultural decidió instalar grandes pantallas fuera y dentro de sus instalaciones.
Martha Argerich compartió escenario con el pianista y director Eduardo Hubert y con el laureado Luis Bacalov, compositor, entre incontables producciones, de la banda sonora deDjango Unchained, de Quentin Tarantino, y de Il Postino, de Michael Radford.
La noche prometía ser un gran encuentro. Uniría, en una sala argentina, a tres grandes músicos que partieron ya hace décadas del país.
Además, el concierto tenía otras dos particularidades.
No sólo había generado gran expectativa porque Argerich en los últimos años no ha ofrecido conciertos con regularidad en su Argentina natal y en mayo suspendió una presentación en Buenos Aires, sino que la convocatoria era, además, gratuita, como todos los actos ofrecidos en el Centro Cultural Néstor Kirchner (CCKN).
Esta política de apertura y difusión cultural es compartida en parte por otra de las grandes salas de la ciudad, el Teatro Colón, cuya actual gestión ha decidido abrir las puertas de los ensayos generales a toda la ciudadanía. Son ofertas que tienen gran repercusión en un público ávido por acceder a actos de alto nivel en las mejores salas.
Repertorio Argentino
Pero el concierto de este viernes tenía una segunda particularidad: Argerich se dedicaría casi por completo a un repertorio netamente argentino. Fuera de la única excepción de la noche, donde el piano destacó sobre las cuerdas en el quinteto Op. 44 de Robert Schumann, la noche fue un tributo a composiciones argentinas, precisamente, al tango.
En la primera parte se escuchó la obra de cámara Fauretango, de Eduardo Hubert, Astoreando, obra para dos pianos de Bacalov, y ya clásicos del tango como Tres minutos con la realidad y Oblivion, de Astor Piazzolla.
Pero la verdadera fusión pareció producirse en la segunda parte del programa, que además permitió que la sala se luciera en toda su acústica.
Con la cuidada y expresiva conducción de Bacalov, la Orquesta Sinfónica Nacional ofreció Il Postino, con Ramiro Boero como solista en bandoneón, y luego la joya de la noche porteña: Porteña, obra de Bacalov para orquesta y dos pianos (Argerich-Hubert) estrenada en junio, en el Festival de Lugano.
Con el correr de la noche quedó claro que, si bien Argerich habia sido el imágn para el gran público, las grandes figuras fueron tres: Bacalov, cuya agilidad musical, a sus 82 años, hizo envidiar a más de un joven, Hubert y la propia Argerich, quienes lograron una magnífica amalgama en la obra final de la noche.
"Hace ya mucho tomé la decisión de no tocar sola", comentó recientemente la pianista, en entrevista con Diego Fischerman. "Es un poco misterioso. No sé bien por qué. Resulta que no me gusta mucho estar sola. Y no me gusta la soledad en el escenario", dijo quien ha recorrido ya tanto camino a escala mundial.
Será por eso que este viernes se lució de la mano de otros. Y será por eso que su próximo proyecto tampoco será en soledad: en una semana se presentará en el Teatro Colón junto a Daniel Barenboim, pareja que seguro no arrancará menos aplausos a su fiel auditorio.