viernes, 23 de enero de 2015

"La Valse" interpretada a dos pianos por Martha Argerich y Sergio Tiempo durante el II Festival Argerich 2002


"Megaconcierto IV", perteneciente al Festival Martha Argerich, con la participación de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, dirigida sucesivamente por Gustavo Dudamel, Mauricio Weintraub, Charles Dutoit y Rodolfo Fischer. Programa: Sinfonía Fantástica (primer y segundo movimientos); Concierto N° 3 Op. 37 para piano y orquesta de Beethoven (solista: Alejandro Petrasso); Trío N° 2 Op. 67, de Shostakovich, por la pianista Martha Argerich, la violinista Dora Schwarzberg y el violonchelista Mark Drobinsky; y "La valse"(versión para dos pianos), por Martha Argerich y Sergio Tiempo. En el Teatro Colón. Nuestra opinión: muy bueno 

Quedó reservado para la cuarta sesión de este Megaconcierto la que quizá deba ser considerada la parte más fructífera de este festival, ya que además de conocerse la labor selectiva del maestro Dutoit en sus clases magistrales de dirección, se produjo el debut del pianista Alejandro Petrasso y uno de los puntos culminantes del encuentro con la interpretación del Trío N° 2, de Shostakovich. Indudablemente, la presencia de Charles Dutoit cuyo acercamiento a estas latitudes fue otro de los logros del Festival Argerich, fue el sello que convalidó las intervenciones del joven director venezolano Gustavo Dudamel y el argentino Mauricio Weintraub, al frente de la Filarmónica de Buenos Aires y sus dúctiles atriles. 

Pero, aun así, fue interesante comprobar que la Sinfonía Fantástica de Berlioz resultó revitalizada por la potencia expresiva de la batuta de Dudamel en su primer movimiento ("Reveries, passions"), explícito en su rigurosa marcación, elocuente y cuidadoso en el movimiento, la dinámica y el color. Sumamente expresivo y sin esfuerzo aparente en el gesto, la flexibilidad y la elegancia requeridas, fue Mauricio Weintraub en el segundo movimiento ("Un bal"); brillantes solos especialmente de arpa. Hubo en la participación del joven director chileno Rodolfo Fischer en los tres últimos movimientos de "El pájaro de fuego", de Stravinski,un encomiable rigor interpretativo. 

Excelente marcación rítmica, precisos acentos sincopados, aunque algo abocetado -conceptualmente-, en la "Danza infernal del rey Katschei". La Berceuse tuvo en el solo de fagot un soplo de lirismo y calma tranquilizadora sobre la que elaboró Fischer el crescendo y el grandioso final; comandó a la Filarmónica con gran sentido del volumen sonoro y el colorido. La eclosión sonora de los bronces en medio de estremecimientos de las cuerdas tuvo gran sentido de unidad y equilibrio dinámico. Resulta auspiciosa la posibilidad de que jóvenes pianistas como Alejandro Petrasso puedan intervenir en un encuentro de estas características. 

Si bien su abordaje del Concierto N° 3, de Beethoven, no siguió lineamientos canónicos en la materia, hubo una voluntad de expresión que se adecuó con eficacia a los requerimientos de su parte junto a una orquesta vigorosa y muy precisa en los "tempi". Desparejo en el rago dinámico, Petrasso resultó duro en las líneas dominantes del discurso e impreciso en las intensidades intermedias, para las que a veces buscó efectos sonoros alejados del estilo. La segunda parte de este Megaconcierto se convirtió con la ejecución del Trío N° 2, de Shostakovich, en un hecho antológico.Tanto la violinista Schwarzberg, como el chelista Drobinsky, y Argerich al piano, configuraron un grupo con perfecta conciencia de sus partes instrumentales, con perfecta interdependencia y equilibrio dinámico. 

El lenguaje objetivamente expresivo, contenido e intenso de Shostakovich, la solidez y la belleza de su forma emergieron sin desbordes, pero con toda la pasión de los sentimientos elegíacos que evoca. La euforia, en cambio, estuvo reservada para el final. "La valse", de Ravel, que Argerich interpretó en una versión para dos pianos con Sergio Tiempo, resultó potenciado por el virtuosismo técnico que ambos pianistas exhibieron. El refinamiento del toque se amalgamó con una perfecta sincronización para traducir el "torbellino fantástico y fatal" que Ravel describió, si bien el genial francés nunca perdió el sentido de la amalgama tímbrica y sonora de cuanto compuso, y su paleta orquestal se mantuvo diferenciada aun en las mayores intensidades.  

"La Valse" y el II Festival Martha Argerich 2002
Héctor Coda

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