domingo, 25 de enero de 2015

"Un año de producción nacional" - Revista La Nación (Domingo 15 de diciembre 2002)


Balance 02/ Música clásica

Un año de producción nacional

Por la devaluación, los principales protagonistas fueron los artistas argentinos


Los pianistas –argentinos, para más datos– se destacan claramente a la hora del balance en el campo de la música clásica 2002. Se trata de Daniel Barenboim y Martha Argerich, dos ex niños prodigio de la Buenos Aires de posguerra y actualmente dueños de una extensa y exitosa carrera a nivel mundial, que estrecharon aún más su vínculo con el país.

A fines de julio, Daniel Barenboim produjo uno de los fenómenos culturales más extraordinarios de los últimos años: a lo largo de ocho históricas veladas recorrió las 32 sonatas para piano de Beethoven. Y lo hizo a sala llena, demostrando que, cuando se trata de artistas de su dimensión, no hace falta mayor “escenografía” que un músico sentado delante de un piano para cautivar a tres mil personas, cada noche.

Originalmente, había aceptado sumarse a la celebración del 50° aniversario del Mozarteum Argentino con un concierto para cada uno de sus dos ciclos de abono. Pero el músico argentino-israelí Barenboim propuso hacer extensiva la fiesta con la integral beethoveniana a toda la comunidad y a bordereau, esto es, a porcentaje de la recaudación. Es bueno recordar que los devaluados pesos argentinos estuvieron previsiblemente lejos de lo que el pianista y director de orquesta cobra por sus presentaciones en el resto del mundo.

Por si no fuera suficiente disfrutar de su arte musical, Barenboim se hizo tiempo para ofrecer una clase magistral con el jovencísimo Iván Rutkauskas, que se prolongó a lo largo de toda la tarde con un centenar de estudiantes, y dialogó con los universitarios porteños al recibir un doctorado honoris causa en la Universidad de Buenos Aires. Hasta las entrevistas y la conferencia de prensa sirvieron para comprobar que se trata de un hombre de la cultura que toma un rol activo en favor de la paz. No por casualidad, junto con su amigo el escritor Edward Said, recibió al poco tiempo el Premio Príncipe de Asturias por su labor en favor del entendimiento entre palestinos e israelíes, puesta en práctica en una orquesta juvenil mixta, “una escuela para la democracia”, como le gusta a Barenboim definir a las agrupaciones sinfónicas.

El huracán Martha

Si la presentación de Barenboim se caracterizó por el máximo de concentración posible (un instrumento y un solo autor), en noviembre la llegada de Marta Argerich marcó el otro punto alto de la temporada, pero en sus antípodas.
El huracán Martha volvió a transformar al Colón en una convulsionada sala en la que, a lo largo de una semana, se sucedieron artistas nacionales y extranjeros para ofrecer mucha música de cámara y sinfónica y clases magistrales.

Irremediablemente tímida fuera del piano y arrasadora delante de él, su personalidad magnética volvió a convocar artistas-amigos y al público para que el Segundo Festival Martha Argerich fuera un éxito.

Y sólo ella es capaz de lograr que músicos de la talla de Charles Dutoit accedan a presentarse en la Argentina actual. Así, la Filarmónica de Buenos Aires ofreció dos de sus mejores conciertos de los últimos años, gracias al lujoso director invitado: Charles Dutoit.

El ex marido de Argerich demostró que la orquesta porteña tiene un potencial enorme, Y que el idilio fue mutuo pudo confirmarlo LA NACION, cuando, en un diálogo telefónico con Pablo Kohan, Dutoit confirmó su interés por regresar el año próximo, probablemente a dirigir una ópera de Wagner.

Visitantes ilustres

Las sociedades de conciertos sintieron el golpe de la devaluación, pero se las ingeniaron para seguir aportando una cuota importante de visitantes clásicos ilustres.

El Mozarteum Argentino convocó a varios amigos de la institución para su temporada del cincuentenario, como Mstislav Rostropovich, que se presentó junto a la Camerata Bariloche, los imbatibles de I Musici, el Cuarteto Beethoven de Roma y aportó la gran visita sinfónica de 2002, la Filarmónica de San Petersburgo.

También hubo espacio para la Orquesta del Siglo de las Luces, y una de las grandes especialistas del repertorio barroco: Emma Kirkby.

Festivales Musicales reforzó su apuesta por la producción nacional, el Estudio Coral de Buenos Aires, que dirige Carlos López Puccio, El Grupo de Canto Coral, el ascendente Horacio Lavandera. También volvió a convocar a los cada vez más consolidados músicos barrocos argentinos, que no sólo se lucieron en la temporada de Festivales sino que también hicieron posible que se realizara, aunque fuera de abono y en un semimontaje escénico, una elogiada versión de “Las Indias Galantes”, de Rameau.

De postre tuvo la presencia estelar de Gidon Kremer, el violinista que presentó por primera vez aquí sus “Ocho estaciones”, en las que intercaló las “Cuatro estaciones” de Vivaldi con las “Cuatro estaciones porteñas” de Piazzolla.

Harmonia, transformado en Nuova Harmonia, centró su año en los artistas italianos. I Sonatori della Gioiosa Marca, Salvator Accardo y Andrea Lucchesini fueron algunos de sus puntos más altos.

La devaluación hizo que, para la temporada lírica, el Colón haya adoptado la política del “compre nacional”. Primero en la gestión de Emilio Basaldúa y luego en la actual de Gabriel Senanes, los artistas nacionales tuvieron su oportunidad y salieron airosos.

Y no sólo por la actividad del Colón, sino por el boom de representaciones líricas que se realizaron en todo el país, con el Teatro Argentino como segundo motor de la actividad, con seis títulos, tal como fue ya analizado en la edición del domingo último.

Cuando se trata del Colón, por supuesto hubo espacio para la polémica. Esta vez fue por la llegada de artistas populares a su sala. Se debatió mucho e intensamente, pero lo cierto es que se trató finalmente de cuatro presentaciones, con resultado dispar. Por otra parte, y a pesar de la zozobra del cambio de mando a mitad de año (se fue Basaldúa y entró Senanes), se llegó a fin de año con una digna temporada, aunque de emergencia y con una situación saneada, gracias a la puesta en marcha del reglamento de trabajo y la realización de concursos abiertos. Un tema que LA NACION desarrollará en extenso en próximas ediciones.

Las voces locales
  • Los cantantes argentinos fueron los grandes protagonistas de la temporada lírica: el barítono Marcelo Lombardero, la soprano Graciela Oddone, el tenor Gustavo López Manzitti, el experimentado Luis Gaeta y tantos otros tuvieron mucho trabajo y cumplieron con éxito tanto en el Colón como en todos los espacios operísticos que siguieron floreciendo, a pesar de todo, en 2002.
Hitos de 2002

Batutas de alto rendimiento:

Charles Dutoit con la Filarmónica y Stefan Lano con la Estable (en “La condenación de Fausto) fueron dos ejemplos de que, con buenos directores, las orquestas nacionales pueden elevar notablemente su nivel.

Los futuros pianistas:

Émulos de Argerich y Barenboim, año tras año surgen nuevos talentos pianísticos. Mientras se consolidan las carreras de Nelson Goerner, Ingrid Fliter y Sergio Tiempo, vienen madurando el teenager Horacio Lavandera, ahora seguido de cerca por Iván Rutkauskas, Adriel Gómez Manzur y Nahuel Clerici.

El Colón pop:

las presentaciones en el teatro lírico de artistas populares generó una áspera polémica que luego quedó en nada... hasta la próxima ocasión. 

Un año de producción nacional - Martín Liut 

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