Festival Martha Argerich: un jueves maratónico
Música "en continuado" para todos
Desde el mediodía hasta la medianoche, la pianista y sus colegas dieron cuatro conciertos seguidos
A las 12, a las 15, a las 18.30, a las 21.30, como en
los viejos cines en continuado, cuatro sesiones sucesivas conformaron el
Megaconcierto del Festival Martha Argerich.
Una verdadera maratón en la cual, en una o en varias ocasiones, en
soledad o en ensambles, participaron más de dos docenas de solistas
argentinos y extranjeros, un actor, un grupo de música étnica, la
Camerata Bariloche y, en su última estación, la Filarmónica de Buenos
Aires dirigida por Charles Dutoit y los alumnos de las masterclasses que
ofreció durante la semana.
Fue una jornada tan extensa que el público fue rotando de una en otra
sesión. Y tan extenso, que hasta varios cronistas fueron necesarios para
dar cuenta de lo sucedido desde el mediodía hasta casi la una de la
madrugada.
Salvo el concierto nocturno, que formó parte del abono a cinco
conciertos del festival, en las tres funciones diurnas, el ambiente fue
totalmente descontracturado. Sobre el escenario, por delante de la
campana acústica, estaban amontonadas -sin demasiada prolijidad-, las
sillas y los atriles que serían utilizados a la noche por la
Filarmónica.
Las vestimentas informales poblaron la platea y el escenario. Hasta el
muy circunspecto sector masculino de la Camerata, quizá por vez primera,
abandonó fraques y moñitos. Varios músicos, además de tocar, como
Mirabella Dina, Eduardo Hubert y el chelista Jorge Bosso, también
oficiaron de "pasapáginas" de sus colegas y amigos pianistas, Karin
Merle, Cristina Marton y la propia Martha Argerich.
Ricardo Quintieri, el afinador del Colón, se la pasó subiendo al
escenario y hasta tuvo su momento de protagonismo cuando compartió la
escena por algunos segundos con los músicos que decidieron ingresar
mientras daba los últimos toques a uno de los dos pianos.
El teatro estuvo, en promedio, colmado en un 75% en las sesiones
vespertinas del Megaconcierto, aunque, obviamente, no fueron los mismos
en toda la tarde y ni siquiera dentro de la misma sesión. Habida cuenta
de que cada parte se prolongó por unas dos horas y media y, en día de
semana, no parecía sencillo desocupar tan ampliamente la agenda
cotidiana. En sintonía con el movimiento de la platea, la rotación de
los artistas, de a uno o en grupos de cámara, mayormente, fue bastante
acelerada.
Del mismo modo, la planificación musical también pareció responder a
cierta idea de brevedad y recambio continuo, ya que se privilegiaron
piezas breves y hasta se tocaron movimientos sueltos de obras mayores.
Como el año pasado, a último momento, se reformularon los programas en
cuanto al orden de artistas y obras, ayudando un poco a la confusión
general.
De todos modos, esto no afectó el clima de entusiasmo. Los aplausos
abundaron cuando correspondía y entre movimientos de obras también, lo
que denotó la presencia de nuevos oyentes, uno de los objetivos
señalados por Martha Argerich como primordiales para este Megaconcierto.
El repertorio también mostró un espíritu abierto, con bastante presencia
de románticos y neoclásicos (entre otros, Schumann, un par de Brahms,
varios Liszt, Scriabin, hasta Fauré, De Falla, Milhaud), más Bach,
Debussy, los argentinos Guastavino y Ginastera y, sobre el cierre de las
etapa vespertina, un poco de tango y música étnica (esta última a cargo
de Alejandro de Raco).
Los músicos que participaron en la jornada de anteayer son
representativos del espíritu que Martha Argerich transmite al festival
que lleva su nombre. Estuvieron, en una punta, las jovencísimas
"promesas del piano local" como Iván Rutkauskas, Adriel Gómez Manzur y
Nahuel Clerici; las jóvenes realidades Mirabela Dina y Cristina Marton,
promovidas por Martha, por medio de la hasta ahora única edición de su
concurso. También estuvieron sus amigos de aquí y de allá -de variada
"actualidad" en términos de sus cualidades técnicas-. Y también sus
amigos de larga data, como Dora Schwarzberg y Alan Weiss, responsables
de las clases magistrales.
Palabras y música
Poco después de las cuatro de la tarde, tuvo lugar el momento diferente,
el segmento "Palabras y música", ofrendado a la memoria de aquellos que
lucharon y murieron por sus ideales, en homenaje a quienes sufrieron
tortura y persecución y dedicado a los niños. Durante unos cuarenta
minutos se oyeron piezas o fragmentos de obras de distintos
compositores, poesías, a cargo de Joaquín Furriel, y el testimonio
personal de Marek Rowensztein, un sobreviviente del Holocausto.
Dentro de la corrección musical general y de la emoción que trasuntaron
las palabras de Rowensztein, lamentablemente, el joven actor ofreció sus
textos a través de una cantilena monótona e inexpresiva, sin
inflexiones o modulaciones de ningún tipo, sin compromisos emocionales y
hasta cometiendo errores cuando apeló a la memoria. Por lo demás, parte
del público contribuyó a restarle contundencia a la creación de la
espiritualidad buscada aplaudiendo al final de cada pasaje musical, a
pesar de que expresamente se había pedido que no se lo hiciera. Una
verdadera pena que, es de esperar, encuentre una mejor concreción, por
qué no, en el próximo Megaconcierto del próximo festival.
Los participantes
I : Dora Schwarzberg, Roberto Ruktauskas
(violín), Ivan Ruktauskas, Nahuel Clerici, Adriel Gómez Manzur, Juan
Balat, Eduardo Hubert, Alan Weiss (piano), Alexis Nicolet (flauta),
Jorge Bosso (chelo).
II : Martha Argerich, Mirabela Dina, Karin Merle,
Cristina Marton, Hubert (piano), Schwarzberg, Joaquín Furriel (actor),
Camerata Bariloche.
III : integrantes de la Camerata Bariloche, Pablo Saraví
((violín), Alejandro, Ayelén y Christian de Raco, José Balé (grupo de
música étnica), Argerich, Marton.
IV : Alejandro Petrasso, Argerich, Sergio Tiempo
(piano), Mark Dobrinsky (chelo), Schwarzberg, Filarmónica de Buenos
Aires, dirigida por Charles Dutoit, y los alumnos de las clases
magistrales: Gustavo Dudamel, Mauricio Weintraub y Rodolfo Fischer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario