"Estuve 20 años trabajando sólo para conseguir un sí", dice risueño y
con aire distraído el realizador francés Georges Gachot, tan feliz como
reconfortado por la respuesta del público argentino a la presentación de
su documental "Martha Argerich, conversación nocturna" en el Festival
de Cine Independiente de Buenos Aires, que esta noche, a las 23, podrá
verse por última vez en el Hoyts 8 del Abasto.
Anteanoche, muy pocos espectadores dejaron ese lugar no bien concluyó
una proyección a sala llena y el resto aceptó la propuesta de Gachot
-que trabaja y reside en Zurich, Suiza- de dialogar sobre un film cuyas
connotaciones argentinas, según descubrió el director, iban más allá de
la presencia de una protagonista de ese origen.
Lo que todos querían saber-y también LA NACION, que charló a solas con
Gachot poco después- era cómo una figura tan elusiva, escurridiza e
impredecible aceptaba finalmente lo que hasta ahora nunca había hecho:
hablar sin complejos ni renuencias frente a una cámara sobre su vida y
su extraordinaria obra musical. "Fue un milagro", dice Gachot con tanta
sencillez como entusiasmo por contar algo que a todas luces parece fuera
de lo común. "Ahora que estoy aquí -agrega- también puedo decir que no
es sólo una película sobre Martha Argerich. Me di cuenta en estos días
de que también habla sobre la Argentina, porque las dos parecen casi la
misma cosa".
Buena parte de los 62 minutos del film -rodado en video digital-
transcurre con imágenes de nuestro país asociadas con las memorias y la
carrera de la gran pianista. Hay vistas de las calles porteñas, del
Teatro Colón, del vibrante paso de una manada de caballos por el campo y
de las playas marplatenses, todas ellas símbolo de la trayectoria y el
temperamento de Argerich. También un sorprendente despliegue de raros
materiales de archivo recopilados en distintos lugares del mundo, desde
el momento en que una jovencísima Argerich recibe el primer premio del
concurso de piano en Ginebra, que abrió su carrera, hasta su último
concierto hasta hoy en el Colón, junto a Nelson Freire.
En el medio está lo más importante: fragmentos de tres horas de una sola
conversación entre Gachot y Argerich, registrada dos años atrás entre
un ensayo y un concierto con obras de Schumann en Heilbronn. "¿Cómo
llegue hasta ella? Me llevó casi diez años lograr un acercamiento,
después de haber descubierto, siendo estudiante, que las obras que
Martha interpretaba habitualmente (la Partita N° 2 de Bach, el Concierto
N° 3 de Prokofiev, el Concierto en G de Ravel) eran las que más impacto
causaron en mi vida.
Hasta que tomé contacto con ella, siempre rodeada
de gente porque siente que así puede protegerse del mundo exterior.
Después de un tiempo, en una reunión logré acercarme y le propuse hablar
sobre Schumann y Beethoven. Con Martha no se puede tener nada planeado,
porque ella decide todo yendo siempre hacia delante, pero para mi
sorpresa aceptó el diálogo, que como usted pudo ver transcurre en planos
secuencia y sin cortes abruptos. Ella abre y cierra cada tema con total
naturalidad", explica Gachot. El realizador dice que si tuviera que
definir su trabajo con una sola palabra elegiría honestidad. "Ella habla
de cómo luchó contra sí misma y su obsesión por no cometer errores. En
la charla no tenía apuntes ni guía argumental. Simplemente charlábamos
tratando de atrapar la intimidad de alguien que jamás había hecho esas
confesiones. Creo que lo logré: cada vez que vuelvo a verla está muy
concentrada en lo que dice y no mira para otro lado. Además, estaba tan
seguro que en vez de llevar cámaras chicas, supuestamente para no
incomodarla, como me habían sugerido, elegí llevar una única cámara
grande. No me equivoqué y Martha aparece casi todo el tiempo en primer
plano, sin sentirse incómoda jamás", agrega.
Realizador y pianista él mismo, Gachot eligió llevar adelante su carrera
dedicándose exclusivamente a la realización de documentales
relacionados con la música clásica: "Mi trabajo, y también mi lucha, es
combinar la música con las palabras. En este caso fue muy difícil editar
la película (hacerlo me llevó casi siete meses) porque había que
combinar las palabras de Martha con la música surgida de los materiales
de archivo. Es muy difícil saber qué tema precede al siguiente y
colocarlos en un orden que parezca armónico. La diferencia más
importante es que en un concierto el intérprete puede hacer un bis y en
el cine eso es imposible".
Luego de la charla con Argerich, Gachot decidió completar su trabajo
viajando a la Argentina, donde registró imágenes durante tres semanas.
De regreso en Europa, le mostró a la pianista el documental ya
terminado, con música íntegramente seleccionada por el realizador. "No
tuvo ninguna participación en el montaje final y sólo me dijo: "Si yo
fuera fan de Martha Argerich me encantaría ver esta película".
"Martha Argerich, íntima"
Diario La Nación
20 de abril 2003
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