Con la naturalidad de siempre, Martha Argerich tocó ayer en un escenario atípico |
En un espacio atípico y ante un público infrecuente para la música clásica, Martha Argerich se hizo un lugar ayer, en su apretada agenda, para ofrecer un recital de cámara gratuito en la Cooperativa Los Constituyentes, una fábrica metalúrgica recuperada por sus trabajadores tras el cierre, en plena debacle económica, en diciembre de 2001.
A pesar de la novedosa experiencia, como cada vez que la notable
intérprete argentina se sienta delante de un piano, el resultado fue el
mismo: magia y ovaciones.
Junto con el pianista Eduardo Hubert, el violinista Eduardo Gintoli y el
bandoneonista Néstor Marconi, ofreció el mismo repertorio que hace unos
pocos días en el Teatro Colón, pero con el imponente marco de un galpón
industrial, justo debajo de un puente grúa capaz de levantar 20.000
kilos con bobinas de acero, materia prima de la ex metalúrgica Wasserman
que, en la actualidad, emplea a poco más de 80 trabajadores.
Unas 700 personas asistieron a la función, un público heterogéneo que
disfrutó y aplaudió de pie cada una de las intervenciones musicales de
la pianista y sus colegas.
Orgullosos trabajadores de la planta y de otras fábricas recuperadas con
sus familias se entremezclaron con muchas personas de clase media que
se acercaron en auto hasta Villa Martelli, y funcionarios de la
Secretaría de Cultura, promotora del ciclo Música en las Fábricas".
Alicia, una vecina que concurrió con una amiga desde Villa del Parque
explicó: "Aunque a los de la clase media nos lleven cada vez más abajo,
nosotros seguiremos arañando para salir a flote. Este concierto fue una
caricia para el alma".
La solvencia de siempre
Mientras en la calle la policía se ocupaba de recomendar que los autos
ingresaran dentro de la fábrica por cuestiones de seguridad (justo
enfrente está la villa Loyola, explicó un oficial), Argerich, de
excelente humor, se dispuso a tocar con Hubert una versión para dos
pianos de la suite del célebre ballet "Cascanueces", de Tchaikovsky, con
la solvencia musical de siempre.
Gracias a un práctico escenario móvil, todos pudieron ver y escuchar el
concierto con comodidad. Lógicamente, se utilizó amplificación
electroacústica para los instrumentos. Ello, si bien enturbió un poco la
nitidez del sonido en general, no impidió disfrutar del arte de
Argerich. Parecería que estar delante de un piano la hace a Martha
simplemente feliz, sin importar si se trata del Colón o de un galpón.
Luego del concierto, rodeada de periodistas, cámaras de TV, trabajadores
y curiosos que se acercaban a saludarla, alcanzó a sostener: "No hay
cultura culta y cultura popular; hay una sola cultura que es la que
sentimos todos".
La música de "Cascanueces" es conocida, lo que provocó que los aplausos
estallaran al final de cada pieza, fuera del "rito" habitual de los
conciertos clásicos de esperar hasta el fin de la obra. Pero el público
aprendió rápido la convención, gracias a los leves gestos de Martha, y
la suite se completó sin pausas.
Argerich, que desde hace años no ofrece conciertos de piano solo, se
bajó del escenario para dejar que Hubert, junto con el violinista
Eduardo Gintoli, interpretaran el scherzo de la sonata "FAE", de Brahms.
Luego regresó para tocar con Gintoli las "Danzas rumanas", de uno de
sus autores favoritos: Bela Bartok.
En la segunda parte del concierto, de una hora de duración, el virtuoso
bandoneonista y compositor Néstor Marconi abrió el juego con sus
"Improvisaciones sobre Astor Piazzolla". Luego, con Gintoli de nuevo en
escena, tocaron el más clásico de los tangos: "La cumparsita". El cierre
fue con los cuatro músicos que tocaron Piazzolla y sus "Tres minutos
con la realidad", obra modernista cuyas armonías ásperas y su ritmo
maquinal calzaron como un guante con la escenografía metalúrgica.
Los trabajadores de la cooperativa no ocultaban su orgullo por contar
con Argerich. Ricardo Vega y Britos Salinas explicaban con pasión cómo
están produciendo caños y planchas de todo tipo para más de 50 clientes.
Justo ayer, el comodato en el que la cooperativa recibió la planta
industrial y las maquinarias en 2003 fue prorrogado hasta 2008.
Con esta función, Martha está terminando el año más intenso y federal de
sus presentaciones, que concluirán hoy en el teatro El Círculo de
Rosario.
Por Martín Liut De la Redacción de LA NACION
© Rodrígo Néspolo
Sábado 30 de octubre de 2004
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