Martha Argerich, una de las más destacadas pianistas de la posguerra,
nació en Buenos Aires el 5 de junio de 1941. En Europa, donde estudió
con los mejores maestros de su época, cosechó los logros más importantes
de su carrera artística. Su estilo natural y su técnica virtuosa hacen
que su nombre continúe resonando con fuerza en los principales
escenarios del mundo.
A los tres años, sin leer aún música, interpretaba un movimiento
entero de un concierto de Mozart. A los siete tocó en una radio, a los
13 debutó en el prestigioso Teatro Colón de Buenos Aires. Triunfó en
Europa (Aún muy joven ganó los concursos de Bolzano (Italia), Ginebra
(Suiza) y, más tarde, el célebre Premio Chopin, de Varsovia (Polonia).
Es Martha Argerich, una de las pianistas más importantes del siglo XX).
El próximo 5 de junio cumplirá 71 años y sigue deleitando a un nutrido y
exigente auditorio a lo largo y ancho del mundo.
Luego de
estudiar con reconocidos profesores en su Buenos Aires natal (Vicente
Scaramuzza, Francisco Amicarelli y Carmen Scalchione), Martha sintió la
necesidad de ampliar sus horizontes. Su sueño era tomar clases en Viena
con el célebre concertista austríaco Friedrich Gulda, pero ¿cómo
lograrlo si sus padres, un contador y una mecanógrafa de clase media,
carecían de los recursos suficientes para solventar tal proyecto?
Entonces
irrumpió en escena un fanático seguidor de la joven pianista con
importantes conexiones con el gobierno de la época. El hombre logra
despertar el interés del presidente Juan Domingo Perón en el caso de la
aventajada pianista. Una mañana, a comienzos de 1954, cuando Martha
tenía solamente 12 años, la familia es convocada a la Casa Rosada, sede
del Ejecutivo argentino.
Allí se presenta la madre de Martha,
Juana, acompañada de su hija. Tras conversar brevemente, el presidente
se dirige a la adolescente y le pregunta: “Ñatita, ¿adónde querés ir?”,
“A Viena, porque ahí está Friedrich Gulda, la persona con la que quiero
estudiar”, respondió la adolescente. “Pues bien, así se hará”, le
respondió Perón. Poco tiempo después, el mandatario nombró a Juan Manuel
Argerich agregado comercial de la Embajada argentina en Austria, y a su
esposa le ofreció un cargo administrativo en la misma sede.
En
Viena, Martha fue la única alumna de Gulda. “Yo era su única discípula,
él no tenía otros. Fue como una especie de ósmosis. Yo sabía lo que él
quería con solo mirarlo. Él sabía de lo que yo era capaz. Yo le decía:
‘No, tengo que ir a casa para practicar’, y él me respondía: ‘No, tú lo
haces ahora, aquí’”, contaría muchos años más tarde la pianista en una
entrevista para la televisión.
Pero la vida tiene sus misterios,
sus vueltas y sus incógnitas. Y en ellos sucumbió temporalmente la
existencia de Argerich. A fines de la década del 60, contrajo matrimonio
con el compositor chino Robert Chen, con quien tuvo a su hija Lyda. A
los tres meses se separó y retornó a Europa. La repentina y traumática
separación la mantuvo un tiempo alejada del piano y de los escenarios.
Preocupada
por la situación, la madre de Martha decidió contactar al pianista
Stefan Askenase y ambos se dirigieron a Bruselas, para convencer a su
hija de retomar su prestigiosa carrera. Juana tuvo éxito, y la pianista
optó por volver a la música. Así, en 1965 se presenta al renombrado
Premio Chopin, de Varsovia, resultando ganadora. Desde allí en adelante
su vida artística no conoció pausa.
Entre 1969 y 1973, estuvo
casada con el afamado director de orquesta suizo Charles Dutoit, con
quien tuvo a su segunda hija. Posteriormente, contrajo nupcias con el
pianista Stephen Covacevich, concibiendo ambos a Stephanie.
Siendo
una pianista de gran ductilidad, Argerich se concentró principalmente
en estudiar e interpretar grandes composiciones de Johann Sebastian
Bach, Ludwig van Beethoven, Robert Schumann, Franz Liszt, Claude
Debussy, Maurice Ravel y Béla Bartók. En todas ellas se distingue de
manera particular, captando la impresionada atención del público tanto
por la virtuosidad de su técnica como por la naturalidad de su estilo.
De
todos sus compositores, Schumann destaca de manera peculiar en el
repertorio de la concertista argentina, siendo muy admirada su
interpretación del Concierto para piano y orquesta en la menor, opus 54.
“Con
Schumann es como la vida, no sabemos qué va a pasar. Gulda me decía que
me era especialmente afín. Él, que era vienés y tocaba esa música que
era suya, me decía: ‘No tienes la culpa de que Schumann no sea
argentino’. Sí, a Schumann le caigo bien. Creo. Pero no hay que
exagerar”, relató alguna vez la propia Martha.
Elogiando uno de
los últimos videos de un concierto de la reconocida pianista (A piano
evening with Martha Argerich), aparecido recientemente en el mercado, el
crítico argentino Federico Monjeau escribió días atrás en Clarín:
“Tratándose de Argerich, además de su gracia natural y su belleza, el
primer plano nos acerca esa increíble manera suya de hacerlo todo sin
esfuerzo (con un pequeñísimo movimiento de la boca semiabierta). Y esa
apabullante naturalidad no se le revela con más claridad a nuestra vista
que a nuestro oído”.
Martha Argerich, cuyo arte fue parangonado
alguna vez por la prensa especializada con la fuerza de un huracán, es
sin lugar a dudas uno de los genios musicales más importantes del siglo
XX. Los sudamericanos tenemos el orgullo de saberla parte de estas
tierras, elemento clave del patrimonio cultural latinoamericano. Solo
resta que alguna vez los paraguayos tengamos el privilegio de escucharla
y verla personalmente, ejerciendo su embrujo pianístico en alguno de
nuestros escenarios nacionales.
Promotora de talentos
Martha
Argerich es uno de esos talentos a los que les “pesa” encerrarse en sí
mismos. Ella busca transmitir sus vivencias, su experiencia y, muy por
encima de todo, ofrecer su apoyo artístico a las nuevas figuras que van
emergiendo en el mundo de la música.
En 1999 se realizó en Buenos
Aires la primera Competencia de Piano “Martha Argerich”, de la cual ella
fue presidenta del jurado. El segundo “Festival de Música Martha
Argerich” se realizó en noviembre de ese mismo año en el sur de Japón.
En estos eventos, no solamente se realizaron conciertos, sino que la
pianista ofreció clases maestras junto con otras figuras relevantes del
mundo musical, para beneficio de las nuevas generaciones.
En la
actualidad, ella es madrina del “Martha Argerich Presents Project”, a
través del cual “presenta músicos con los cuales comparte momentos de
vida artística y musical; presenta jóvenes y menos jóvenes talentos,
presenta al mundo su modo de ‘entender’ la música, que es por sobre todo
unión, colaboración, intercambios humanos y culturales”, según relata
la página web de la citada iniciativa
(http://www.marthaargerichpresents.com).
Por Adrián Cattivelli
Diario ABC - Personaje
03 de Junio de 2012
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