Mira fijamente como para escudriñar al interlocutor o para repasar sus pensamientos y dar un sólido remate a una idea que quedó inconclusa. Reflexiva en sus opiniones, apasionada cuando se requiere, Martha Argerich se encuentra en Rosario desde comienzo de semana y un día antes de su primera presentación en el teatro El Círculo charló en exclusiva con Escenario.
La notable pianista, que ofrecerá hoy, mañana y el jueves 25 tres conciertos en el teatro de Laprida y Mendoza, junto a artistas locales e internacionales, entre ellos el pianista Daniel Rivera, comentó por qué vino a tocar a la Argentina sin pasar por Buenos Aires, habló de sus compositores preferidos, y también de los miedos y sacrificios.
"A veces me pregunto: «¿Qué es lo que estás haciendo
Martha? no te queda mucho tiempo»", confesó al final de la charla.
El programa del concierto de esta noche a las 21,
organizado por la Asociación Cultural El Círculo y la Secretaría de
Cultura y Educación de la Municipalidad, incluirá las obras: "Sonata en
Re mayor KV 381 (cuatro manos)", de Wolfgang A. Mozart; "Variaciones
sobre un tema de Haydn", Op 56b (dos pianos), de Johannes Brahms; "Poema
sinfónico Les Preludes" (dos pianos), de Franz Liszt; "Concertino en La
menor, Op. 94" (dos pianos), de Dmitri Shostakovich; "Suite Nº 2 Op.
17" (dos pianos), de Serguei Rachmaninoff, y "Suite Scaramouche" (dos
pianos), de Darius Milhaud.
—¿Por qué Rosario?
—Por qué me invitó Daniel Rivera a venir a Rosario,
que es su ciudad, y yo dije que sí; también se me ocurrió que hace
tiempo que no vengo a la Argentina, pero esta vez no voy a Buenos Aires.
—Los rosarinos agradecidos...
—Bueno... de nada. Espero que no se arrepientan... (lanza una carcajada)
—¿Qué puede comentar acerca de estas actuaciones en Rosario?
—Para el sábado 20 (mañana) se me ha ocurrido invitar
al maestro Néstor Marconi. A Eduardo Delgado, gran amigo mío, que está
casualmente en la ciudad, lo llamé para el concierto del 25. ¡Es
increíble la cantidad de artistas rosarinos que hay por todos lados!
—¿Qué está pasando con el repertorio pianístico? ¿Las nuevas obras tienen un lenguaje tan complejo que asusta al público?
—Primero, no es siempre tan maravilloso por que sea
nuevo. Pero la dificultad para comprender lo nuevo siempre existió,
cuando la premier de la "Consagración de la primavera" de Stravinsky fue
una cosa espantosa se armó un escándalo, lo mismo ocurrió con el
"Preludio a la siesta de un fauno" de Debussy. Siempre ha ocurrido esto.
—En su época, no entendían los últimos cuartetos de Beethoven...
—Ni siquiera ahora los entienden —agrega, subrayando
la ocurrencia con una amplia carcajada, y la cita le trae un recuerdo
que comparte con cierta picardía—: a veces hay obras que al público no
les gusta o no las entiende, le ocurrió a un amigo mío, un pianista ya
fallecido. Tocó las "Variaciones Goldberg" de Bach en La Haya, notó al
público muy frío y entonces para vengarse en los bis repitió la obra
completa (aproximadamente 50 minutos). Después, me dijo: "Así la van a
entender". Esto también le pasa a uno, incluso puede ser con la música
contemporánea, cuando estudia algo nuevo que nunca ha escuchado cuesta
entenderlo, necesita tocarlo o escucharlo varias veces, para
comprenderlo, de lo contrario uno se siente un poco extraño, con la
obra.
—¿Que ocurre con el repertorio dado que los pianistas repiten siempre las mismas obras?
—El repertorio es amplio, hay tantos contemporáneos
de Mozart o Beethoven que nunca se han tocado... una cantidad de
compositores que con los siglos se han quedado mudos pero que existen y
que se pueden volver a presentar. En la música clásica también hay
modas, hay años que se toca mucho una obra y al siguiente otra, ahora
por ejemplo todos están con el segundo concierto de Prokofiev... antes
nunca se escuchaba.
—Algo parecido pasa con el concierto de Grieg, antes muy grabado e interpretado y ahora es dificil escucharlo.
—Nelson Freire toca ese concierto, también "Leif Ove
Andsnes Addnes"; yo lo toqué ocho veces, la primera vez cuando tenía 12
años y después lo volví a tocar como adulta, me gusta mucho el
concierto... pero lo cierto es que lo toqué bastante mal, muy mal.
Desde el escenario de El Círculo llegaban los sonidos
de la transcripción para piano de "La séptima sinfonía" de Beethoven
hecha por Franz Liszt, que alguien toca. Entonces, Argerich se asombra,
disfruta el sonido y después comenta: "Que hermoso, son tan interesantes
las transcripciones de Liszt sobre las sinfonías de Beethoven; son
emocionantes, a mí me conmueven porque las hizo con tanto amor. En esa
época no existían discos ni tantas orquestas y la gente tenía que hacer
la música como podía y hacerla escuchar cómo podía, esto es maravilloso
de parte de Liszt.
—¿Podría citar algunos de los compositores que más le gustan?
—Beethoven, pero ahora estoy muy entusiasmada con
Mozart, estoy loca por él, y al que siento muy cerca es a Schumann, pero
es otra cosa, igual que Chopin. A Schubert le tengo un poco de miedo y
no estoy hablando de tocarlo sino de escucharlo y de la emoción que me
produce. Adoro a Prokofiev, me divierte muchísimo, me encanta Prokofiev,
Stravinsky también y, claro, Shostakovich.
—Los románticos hablaban de la necesidad de
la entrega total del artista como un sacrificio para obtener el don,
¿qué sacrificios tuvo que hacer en su vida para llegar a ser una artista
consumada?
—Consumida —dice en voz baja corrigiendo la expresión
y luego de soltar una carcajada para subrayar el chiste, vuelve al tono
serio—. Siempre pienso: no estoy muy satisfecha con mi manera de vivir;
tengo nietos, tengo hijos y me gusta estar con ellos, sin embargo,
muchas veces no puedo, por los viajes y los compromisos, y me pregunto
por qué. El mayor problema son los viajes; no se puede estar en dos
lugares a la vez y, es cierto, si fuera todo en un lugar no habría
tantos sacrificios de la vida afectiva. Los conciertos no son siempre
fuente de alegría y belleza; muchas veces también es fuente de angustias
y de miedos y de cosas así, entonces me pregunto: "¿Qué es lo que estás
haciendo Martha? no te queda mucho tiempo".
Nota Original de La Capital
19 de octubre de 2012
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