Acabo de escuchar a Martha tocar el concierto para Piano de Schumann con la increíble Orquesta Filarmónica de Berlín.
Desde el principio, no pude contener mis lágrimas. Si Martha en su juventud era una fuerza de la naturaleza - un torrente de sensualidad y audacia- Martha en sus años mayores se permite a sí misma mostrar la vulnerabilidad humana y honestidad total. Ella toca con una sinceridad y una ternura que me desarma cada vez. Nunca olvidaré, sentada entre el público en Lugano, hace unos años, escuchando su interpretación de Kinderszenen. Comencé a sollozar incontrolablemente y tuve que salir. Ella me hablaba a través del sonido de su amor por sus niñas, de su generosidad, de sus pesares, del tiempo pasado, del envejecimiento, de la juventud, de la inocencia. Era demasiado para mí.
Hoy, sentí lo mismo. Una mujer en sus últimos años que ha vivido todo, que ha domado su naturaleza, entendió, hizo las paces con eso.Martha Argerich: en mi opinión, la más grande pianista viva.
Gracias, Martha, por todo lo que nos has dado desinteresadamente.
Gracias Gabriela Montero
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