sábado, 27 de diciembre de 2014

"Martha Argerich: la mujer sin marco" por Cristina Pérez

 

Con su ingreso acontece la ovación. Martha Argerich camina hacia el piano de cola que preside el escenario. La reverencia ante el público precede al encuentro con el teclado. De las teclas parece provenir una luz que sólo en ella resplandece. A la distancia se nota el brillo en sus ojos sonrientes.

 

Parece una ceremonia nueva aunque sea la ceremonia de su vida entera: es el momento en que refriega sus manos como si sacara de esa fricción la reinvención del fuego. En sus dedos se va a librar la partitura del Concierto para piano y orquesta Número 1 de Beethoven. Ella entrecruza una mano con otra para que se expandan las palmas abiertas y los preparen una vez más para volar. La tempestad o la ínfima gota de rocío sobre la flor, todo eso escribirán esos dedos urgentes al emprender la melodía con su pausa y su explosión.

 

Hay un diálogo entre esa mujer y el piano. Hay miradas de amor. Hay descargas eléctricas que la hacen de pronto rechazarlo negándole las manos en forma intempestiva. Y hay momentos en los que se encorva como si estuviera hurgando en el trasfondo de un acorde como si fuera el fondo del mar. Hay caricias laboriosas donde ella pareciera tejer los sonidos con las manos completando la tarea de las cuerdas que se esconden bajo el bastidor. Hay pausas de espera y sensualidad, en las que se balancea entre las olas de su propio solfeo o acomoda hacia un costado su cabello abundante que irradia blanco y negro en degradé, con sus propios sostenidos y bemoles, como las teclas del piano. No sería Martha Argerich si llevara el pelo recogido. Su libertad voluptuosa y selvática que aleja a las solemnidades lo habría impedido.


Ella sigue sonriendo mientras se deja completar por el piano y lo reanima una vez más. Como si fuera un hombre al que despierta con caricias y vaivenes de la piel y la provocación. Alguien me susurra en el palco que alguna vez Daniel Barenboim dijo de ella: “Martha es una obra de arte perfecta que no tiene marco”.  Así es ella, desbordante y oceánica.

 

Cristina Pérez - Periodista argentina  Agradecimientos Blog de Cristina Pérez 


Nota del Editor: Texto inspirado en la performance de Martha Argerich dirigida por Daniel Barenboim y junto a la orquesta West Eastern Divan. 3 de Agosto de 2014, Teatro Colon

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