lunes, 3 de noviembre de 2014

"Argerich, el fuego inextinguible" - La Nación Espectáculos (25 de julio 1999)



Los dos últimos discos que grabó junto al director Charles Dutoit la muestran como una pianista arrolladora y genial.


Viene llegando. Falta poco más de un mes para que Martha Argerich se reencuentre con el público porteño como intérprete (de cámara y sinfónica) y, además, como presidenta del jurado del primer concurso internacional de piano que llevará su nombre, en su ciudad natal. 

Para matizar la espera, nada mejor que escuchar los dos últimos e impactantes discos que la pianista argentina grabó junto a su ex marido Charles Dutoit, que dirige la orquesta Sinfónica de Montreal. 

Con ellos, Argerich grabó un repertorio en el que sigue siendo imbatible: los conciertos para piano y orquesta de Prokofiev y los de Chopin. Los dos CD, que editó el sello EMI, muestran la increíble empatía que tiene con el compositor ruso, nacido en 1891 y fallecido 1953, y el fuego que le impone a la música del pianista romántico, el mismo que le permitió alzarse con el premio mayor de la Competencia internacional Chopin de Varsovia, en 1965.

Tocar "de oído"

"Martha Argerich sabe más sobre la música de Prokofiev que sobre el contenido de su cartera de mano", escribió Annie Dutoit en el artículo lleno de anécdotas del booklet del álbum que incluye los conciertos 1 y 3 del compositor ruso y el Nº 3, de Bartok. Annie lo dice con conocimiento de causa: no es sólo la hija del director de la Sinfónica de Montreal, sino también de la propia Argerich. 

El mundo de la pianista es así. Es irremediablemente distraída e indecisa cuando está de "civil" y se transforma en un huracán mágico y misterioso cuando se sienta delante de las 88 teclas de ébano y marfil. Y Prokofiev es el mejor ejemplo de esto. Según cuenta Annie Dutoit, Argerich aprendió el tercer concierto del ruso, entre sueños, mientras su amiga y compañera de cuarto en Ginebra, Cucucha Castro, lo estudiaba, en 1957. 

El propio Charles Dutoit aporta un testimonio de aquellos años. Martha podía levantarse a las primeras horas de la tarde, tomar tres o cuatro cafés, fumar cinco cigarrillos, para luego sentarse delante del piano y tocar el concierto de oído. "Hasta me aprendí algunos errores de lectura de Cucucha", reconoce sin divismo la propia pianista.

De buen humor

Casi como excusándose, agrega: "No sé por qué, pero Prokofiev se hace simple para mí. Entiendo su sensibilidad, su sentido del humor".

Sin duda, son las dos claves para comprender cómo funciona la empatía de Argerich con Prokofiev y que se hace extensible en este disco a Bela Bartok.
No por casualidad eligió el tercer y último concierto del compositor húngaro. Es una obra de una profunda vitalidad, aunque fue escrita por Bartok poco tiempo antes de morir, en 1945, en Nueva York. 

En el caso del Concierto Nº 1 de Prokofiev y el Nº 3 de Bartok, se trata además de su primera grabación. El concierto de Bartok y los dos de Prokofiev parecen hechos a su medida. Escritos en tres movimientos, tienen el espíritu del neoclasicismo de la primera mitad del siglo XX, y una escritura pianística exigente, que alterna pasajes en los que el instrumento funciona como percusión y movimientos centrales "cantabile" y camarísticos. Dos requerimientos ideales para una pianista de la energía y el espíritu concertante de Argerich. 

Pero, por sobre todo, la pianista, que fue alumna de Fiedrich Gulda y Nikita Magaloff, mantiene espíritu lúdico que la caracteriza (al igual que a Prokofiev) a lo largo de todo el disco, pasando sin transición de un momento en el que aplica su potencia huracanada a una velocísima y liviana escala con aire y toque mozartiano.

Tanta energía y vitalidad están sabiamente complementadas por la dirección de Dutoit. Algo que ocurre también en el más reciente disco que grabaron juntos, con los Conciertos para piano 1 y 2 de Chopin.

Dutoit sabe cuándo acompañar, cuándo coordinar y cuándo "dejar hacer" a sus principales solistas de la orquesta, con una claridad impecable. Apoyado por la calidad de sonido excelente de la grabación, Dutoit consiguió sacarle el jugo a "su" orquesta, como lo hizo en vivo en el Teatro Colón el año último.

Con la pasión intacta

En el caso de los conciertos de Chopin, Argerich sorprende por la frescura con la que sigue tocando estas obras que la catapultaron a la fama y que tocó y grabó muchas veces. 

Después de haber salido hace unos pocos años de una enfermedad que la tuvo a maltraer, Argerich regresó a los conciertos del compositor polaco con todo el brío y el fuego intactos. Y por si fuera poco, con una mayor madurez para seguir sacando a la luz nuevos detalles de estas obras. 

Seguramente, este disco servirá para entablar entre los más fanáticos largas discusiones de café para compararlo con los célebres registros que hizo en 1968, con Claudio Abbado y la London Symphony Orchestra y, una década después, junto a Rostropovich y la National Symphony Orchestra. 

De todos modos, no es tan simple encontrar los discos editados por Emi en Buenos Aires. Hay que acudir a disquerías especializadas (Piscitelli, Zival´s o las sucursales grandes de Musimundo y Tower Records). Como opción se encuentra en muchas casas la "Colección Martha Argerich", con las grabaciones más importantes de su historia, que editó el año último el sello Deutsche Grammophon. 

Eso sí, en septiembre, ningún disco podrá compararse con el placer de escuchar a la pianista clásica argentina más importante del siglo, en vivo y en directo con otra de sus grandes especialidades: el Concierto en Sol, de Maurice Ravel.

Conciertos para piano

Argerich & Dutoit
Conciertos para piano Nº 1 y 3 de Prokofiev, y Nº 3, de Bartok (EMI Classics).
Martín Liut

Martín Liut
La Nación Espectáculos
25 de julio 1999

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