Luego
de 13 años sin actuar en el país, y antes de comenzar una serie de
cinco conciertos, la gran pianista argentina confiesa: "No sé si quiero
tocar en el Colón".
Todavía resuenan en Buenos Aires los sonidos que dejó su amigo y colega Bruno Gelber, pero ahora es su turno.
Martha Argerich está de regreso en su ciudad natal para presidir el
primer concurso internacional de piano que llevará su nombre y ofrecer
cinco conciertos -cuatro en el Teatro Colón y uno en el Luna Park-,
después de 13 años de ausencia en los escenarios locales.
"Ahora empiezan el concurso, los conciertos y los líos..." |
En verdad, está en Buenos Aires desde el 21 de agosto último, cuando, según cuenta Argerich en diálogo con La Nación , llegó para celebrar los 90 años de su papá y encontrarse con su familia.
Es que esta mujer de 58 años, capaz de incendiar el piano con
sus turbulentas versiones de los conciertos de Prokofiev, Chopin o
Rachmaninov, también es casi como una niña cuando se aleja de las 88
teclas.
Con gestos y mohines dirigidos hacia la cámara de la reportera gráfica
del diario ("tengo una hija que también es fotógrafa", le cuenta como
arrepentida, después de "quejarse" suavemente de tantas tomas) expone
sus miedos y contradicciones con sinceridad y sin divismos.
"Vine para el cumpleaños de mi papá y me quedé desde entonces. Pero
ahora empiezan el concurso, los conciertos y los líos... Y después me
voy", enumera con una sonrisa.
Su prioridad a partir de hoy es presidir el tramo final del Primer
Concurso Internacional de Piano Martha Argerich, que organizó su amiga y
pianista Cucucha Castro, a través del Centro de Estudios Pianísticos.
Quedaron seleccionados 19 pianistas de todo el mundo, entre ellos cuatro
argentinos: Juan Federico Jusid, Paula Peluso, Lorena Mainero e Ingrid
Fliter. Argerich, junto con los pianistas Yevgeny Mogilevsky, Fou
Ts´ong, Nelson Freire y el director argentino Pedro Ignacio Calderón,
deberá elegir tres finalistas para el concierto final, el 22 de
septiembre. Allí deberán tocar junto con la Orquesta Sinfónica Nacional,
en el Auditorio de Belgrano, para elegir al ganador.
"Parece que todos los seleccionados vinieron y estoy un poco preocupada,
quiero saber si se sienten bien. Sé que algunos de ellos llegaron hoy
(por ayer) y es terrible si tienen que empezar a tocar mañana (por
hoy)", comenta ahora con tono serio y ceño fruncido.
-¿Cómo se siente ante el hecho de que el concurso lleve su nombre?
-En verdad, no fue mi idea. Cucucha pensó que era la única manera de
poder organizar una cosa así. Yo tenía otro tipo de ideas. Me hubiera
gustado hacerlo con varios nombres, como Gelber y hasta con (Daniel)
Barenboim.
-Algo así como la trinidad pianística argentina.
-Sí (risas), pero no se dio. Pensé también en ponerle Scaramuzza, pero
parece que ya existe. Por suerte están todos, parece que los 19
seleccionados llegaron aquí, porque siempre tenemos que pensar en alguna
deserción.
-¿El festival sigue el año próximo?
-Ah, eso no se sabe. Sería muy bueno, pero me gustaría hacerlo en otro lugar de la Argentina.
Hace 13 años que no pisa un escenario argentino, pero no pasó desde
entonces un año en el que no se hiciera tiempo para visitar a su familia
y recuperar los recuerdos, los sonidos y las imágenes de la ciudad en
donde se crió y dio su primer concierto, a los cinco años.
Misteriosa Buenos Aires
"Me acuerdo de mis visitas junto a Bruno al Teatro Colón, porque su papá
era el violista de la orquesta Filarmónica. Ibamos muy a menudo. Eramos
muy chiquititos", comienza a recordar con ensoñación, "Me acuerdo de
tantas cosas que me encantan y me parecen misteriosas. El otro día
escuché algo que me di cuenta que no existe en ninguna otra parte del
mundo: el sonido del afilador de cuchillos. Lo escuché hace unos días,
después de muchos años."
Argerich, que tiene su residencia habitual en Bruselas, confiesa que en
Buenos Aires está haciendo una vida nómade: "No se dónde estoy viviendo,
si estoy en lo de mi hermano, en Belgrano, en un departamento en el
centro", dice y agrega antes de soltar una sonora carcajada: "¡Y no
tengo piano!".
En su vida porteña, Argerich se hizo tiempo para ir a escuchar al joven
pianista argentino Nelson Goerner el miércoles último ("ofreció un
concierto fantástico") y, por supuesto, a su amigo Bruno.
Martha asistió a la última función en la que Gelber, además de tocar el
Concierto Nº 5 de Beethoven, tuvo que lidiar con el piano, que se movió
sobre escena porque no tenía las trabas puestas. "Pobre Bruno, lo que le
pasó fue terrible. No hay baranda entre el escenario y el público. Si
el piano se resbalaba mataba a no se cuántas personas", comenta
compungida, para luego cambiar su cara al alabar el Teatro Colón, donde
tocó por última vez en 1986. "Hace 13 años que no toco en el Colón y me
encantó estar en la sala cuando estuve en la función de Bruno Gelber. Es
mágico".
-¿Tiene ganas de volver a tocar ahí?
-Ah, eso yo nunca lo sé. Eso lo sé en el momento y según cómo me está saliendo.
-¿Cómo surgió la idea de hacer un concierto en el Luna Park?
-Fue una propuesta de Pedro Ignacio Calderón. No conozco el lugar y no
es habitual para mí tocar en ese tipo de lugares, vamos a ver cómo
funciona. De todas formas cuando toco me hago una especie de "globito"
entre los músicos y yo en el escenario, así que el lugar no es lo
importante.
La Nación Espectáculos
Martín Liut
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