lunes, 17 de noviembre de 2014

Martha Argerich y Daniel Barenboim, juntos por primera vez en la Argentina - Revista Cantabile


Las palabras de Martha Argerich que ofrecemos al lector, forman parte de una entrevista inédita realizada por Cecilia Scalisi en Berlín en septiembre de 2013. La pianista ofrecía dos conciertos con Daniel Barenboim y la vonversación en torno al vínculo entre ambos, obedeció al anunciado reencuentro que en el mes de agosto tendrá lugar en nuestra ciudad. Argerich y Barenboim, juntos por primera vez en Buenos Aires sin dudas, el evento musical del año.


Sin dudas el encuentro

... de Daniel Barenboim con Martha Argerich -juntos por primera vez en el Teatro Colón-, está llamado a convertirse en el gran evento de la temporada musical 2014. No sólo por los formatos ofrecidos que serán una novedad en el país, es decir: las dos estrellas argentinas compartiendo escenario como hasta ahora nunca se vio en Buenos Aires (en los dúos a dos pianos, a cuatro manos y en el concierto opues 15 de Beethoven, como director y solista respectivamente, además de una original presentación de ambos junto al grupo Les Luthiers), sino también por el anhelado regreso de Martha Argerich, luego de largos años distanciada del primer coliseo a raíz de un incidente lamentable que la tuvo como rehén de un conflicto gremial, cuya repercusión dio la vuelta al mundo para desprestigio del teatro. 

Incluyendo además las cuatro funciones de la ópera Tristán e Isolda en versión reducida de concierto (el Preludio, el segundo acto y la Muerte de amor), más dos conciertos para el abono del Mozarteum, ambos programas a cargo de Daniel Barenboim, la agenda de la ciudad de Buenos Aires sumará diez días -del 3 al 13 de agosto-, representando el más alto festejo de la música, en un reencuentro esperado en el cual el público melómano verá proyectados los grandes sueños de una generación musical. Sobrre la trayectoria del vínculo que los une y que se retrotrae a una infancia argentina, allá por los años 40 y los tempranos 50 en los inolvidables salones porteños, y otros temas, Martha Argerich conversó con esta cronista en la Filarmónica de Berlín.

- No has vuelto a tocar en Buenos Aires por mucho tiempo...

- En realidad estuve en Buenos Aires en noviembre de 2012, pero no fui a tocar. A mí me gusta mucho ir a la Argentina pero no tanto para tocar... Aunque a veces sí (risas)... Bueno, si me lo pide un amigo como Dani (Barenboim). Me gusta mucho la Argentina. Sobre todo actualmente me agrada el interior, me encanta ir a las provincias, ver a la gente que conozco allí. Me gusta cómo es la gente del interior mucho más que los porteños ¡siendo yo misma porteña! Me agrada el ambiente, la tranquilidad y que no hacen tanto ruido con las cosas. Me resulta todo más auténtico.

-¿Te habías ido de Buenos Aires un tanto decepcionada?

- Cuando pasó lo del festival... Sí. Me fui decepcionada porque fue algo muy desagradable lo que pasó allá. Se me vinieron encima muchas cosas feas, como deudas y trámites burocráticos. Yo había querido hacer algo bueno, quería hacer las cosas bien... pero no salió. Ahora ya está. Es otra cosa. 

Dúo inolvidable

- ¿Cómo ha sido el vínculo entre ustedes dos, con Daniel Barenboim, después de que dejaron la Argentina siendo muy jóvenes, al comienzo de sus carreras internacionales a partir de los años 60?

- Al comienzo no nos vimos tanto cuando cada uno se fue al exterior. Creo que dejamos de vernos por un tiempo porque cada uno estaba haciendo sus cosas. Pero sí nos veíamos mucho con Dani en una época que pasamos en Londres, cuando teníamos veinte y pico de años. Después también nos encontrábamos en New York con el Dr. Finki (un amigo común a quien yo quería muchísimo), y en París donde tocamos a dos pianos, y como solista y director de orquesta.

- ¿Seguían mutuamente las carreras de uno y otro?

- Siempre me enteraba de algo, sabía alguna que otra cosa de él, y él de mí. Mantuvimos una relación muy buena sin ser tampoco amigotes. Debo reconocer, eso sí que Daniel siempre me llamaba para saber cómo estaba cuando me enfermé. Él en verdad se preocupó por mí.

- ¿Qué es lo que te agrada particularmente de hacer música con Barenboim?

Me gusta mucho... pero no sé particularmente por qué... Lo paso bien, me resulta placentero. Me agrada el hecho de que con él todo es muy natural, como con los otros músicos con quienes toco mucho. 

- ¿Sentís que los une una determinada manera de tocar, tal vez la afinidad que proviene de la escuela pianística de Scaramuzza? (Martha como discípula directa, y Daniel como alumno de su padre, Enrique Barenboim, que se formó con el maestro.)

- Puede ser... He tocado también bastante con Nelson Goerner, que también proviene de la Escuela de Scaramuzza. Él estudió con Carmen Scalcione en realidad. Yo también estudié un poco con ella en la época de Scaramuzza, pero iba a su casa a escondidas del maestro (risas). Con quien hice muchos dúos es con mi amigo Nelson Freire, por ejemplo. Pero él no es de esa escuela. Sin embargo es de Brasil y a veces -no siempre- pienso que algo nos acerca por el hecho de que venimos de la misma región del mundo.

En una breve interrupción para desconectar su teléfono, comenta que la tecnología es algo que le divierte. "Me conecto muchísimo con Youtube. Aunque pienso que somos un poco prisioneros de la tecnología, con estos telefoninos, con el IPhone... Me resulta cómico ver a la gente en los aeropuertos con sus teléfonos, aferrándose al aparatito como si tuvieran allí una especie de protección... 

Es extraño. Y están todos agarrados a esa protección... Considero que la tecnología si bien es algo muy actual y real, no sé qué pasará con los más chicos, con nuestros nietos por ejemplo, que viven aferrados a eso aún cuando se encuentran personalmente ¡Pero qué hacen con eso! Yo veo que los chicos se encuentran y siguen agarrados a su jueguito, cada uno por su lado. Es una cosa extraña, pienso, porque la mayor parte de las veces, la comunicación se reduce a algo absurdo. Lo importante o lo interesante en este tema creo que pasa por lo que ha cambiado. Ha cambiado en algo la sensibilidad de la gente".

Volviendo a los dúos con Barenboim...

- Bueno... Me encanta cómo reaccionamos uno frente al otro, lo que se trata de mejorar, en fin... También me divierte que nos acordemos de cantidades de cosas personales. Las recordamos a nuestras madres, por ejemplo. A mi mamá que lo adoraba. Ella siempre me decía: "Martha, ¿por qué no sos como Daniel? Vos tendrías que dirigir como él. ¿Pero por qué no dirigís Martha?". Ella lo adoraba de una manera increíble... 

Y yo ahora también lo admiro cada vez más. No sólo al músico, también a la persona por todo lo que hace. Por supuesto que en la música es algo extraordinario por la pasión que pone y en su  manera de expresarse, pero más allá de eso, me encanta el camino personal que ha tomado su vida, por ejemplo con le proyecto de la Orquesta del Divan. Admiro en Dani esa capacidad absolutamente única de hacer tantas cosas ¡y hacerlas tan pero tan bien! Yo lo veo como algo increíble. Es excepcional ¿no? Pienso que es rarísimo encontrar a alguien así, me refiero a una persona que tenga tanta capacidad. Nunca conocí a ninguna otra persona así en el sentido de la capacidad.  



"Luego de haber emigrado de la Argentina -Barenboim en 1952 con destino a Israel y una escala previa en Salzburgo, y Martha, poco más tarde, a comienzos del 55, con rumbo a Viena-, no habían tenido grandes ocasiones de verse como para retomar el lazo de amistad iniciado en Buenos Aires. 

Se habían vuelto a encontrar durante un breve período en Londres, en los 60, cuando tenían unos veinte años, justo en la época en que Barenboim conoció a la bella Jacqueline Du Pré, su primera esposa. Coincidían, tal vez, en una que otra ciudad, como Nueva York, Berlín o París, y entretanto se enteraban de lo conocido por todo el mundo, de los premios, de los debuts y nuevos cargos del otro, mientras alguna novedad personal llegaba por amigos comunes. 

Antes habían tocado a dos pianos en París, pero en el encuentro berlinés de 2013, algo que a ambos les resultaba especialmente grato, se prometieron sostener el vínculo, discontinuado sin razón alguna, apuntando nuevas fechas en sus calendarios, entre ellas, varias ocasiones para tocar a cuatro manos y a dos pianos en 2014, por primera vez juntos en el Teatro Colón de Buenos Aires." (*)

"Imposible no evocar el nombre de Ernesto Rosenthal, protagonista especial de ese tiempo, un ícono que ilustró el gran capítulo de la inmigración europea recibida durante la primera mitad del siglo XX, y en un período anterior, a la que la Argentina le debe el impulso musical más vigoroso de su historia. Rosenthal, anfitrión singular que supo abrir las puertas de su casa convirtiéndola en un punto de encuentro ineludible tanto para músicos y melómanos de la ciudad, como para extranjeros notables que pasaban largas temporadas actuando en el país. 

Sobre todo cuando en una de sus tertulias muchos escucharon atónitos, por primera vez, al prodigio de Daniel, un niño de apenas seis años tocando el piano con un disinhibición total. Su nombre se hizo pronto conocido en el entorno del salón ya que, mientras la fama de prodigio echaba velozmente a rodar, 'siempre había algún curioso -cuenta él mismo- dispuesto a comprobar de qué era relamente capaz un chico de seis o siete años'. De esos encuentros determinantes, algunos que incluso podían llegar a cambiar el rumbo de una carrera. Barenboim destaca a tres figuras que conoció en Talcahuano 1257. Una de las personas que tuvo múltiples influencias en él fue Igor Marlevich. 

Otra de las figuras relevantes, con quien más tarde mantuvo un vínculo estrecho, compartiendo conciertos asiduamente en Alemania, fue el carismático rumano Sergiu Celibidache, Director de la Filarmónica de Berlín. Pero el más entrañable de los encuentros, el más espontáneo y desinteresado fue, sin dudas, el que se produjo con Martha. 

Cada vez que tocan juntos -aunque suceda esporádicamente o cuando los entrevistan y hablan de sus historias en Buenos aires, de algunos rostros y nombres, de maestros y aprendizajes que traen al presente desde ese ambiente pasado-, vuelven a recordar la simpática imagen de los dos chiquillos, de seis y siete años de edad, con vestido de niña y pantalones cortos, jugando debajo del piano, a la espera de su turno, para surgir desde allí abajo como esos genios de los cuentos fantásticos que nacen para cumplir extraordinarios deseos" (*)

(*) Fragmentos del libro Martha Argerich, Daniel Barenboim, Bruno Gelber - En la edad de las promesas - La infancia de tres prodigios en la edad de oro de la Buenos Aires musical. Autora: Cecilia Scalisi. Editorial Sudamericana, Buenos Aires (de próxima aparición)

Revista Cantabile
Año 16 - N° 74 - Julio Agosto 2014
Texto: Cecilia Scalisi 
Agradecimientos a Maricruz Argerich

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